La historia el universo, del sistema solar, de la tierra y la historia del ser humano son fascinantes. Han sido retratadas por una multiplicidad de autores, entre los cuales viene a mi memoria, a tiempo de escribir esta columna, Lewis Morgan, autor de la clásica obra La sociedad primitiva, alabada por Engels y muy bien aprovechada por lo menos durante algún tiempo por pretendidos científicos y muchísimos dogmáticos, que intentaron utilizarla para demostrar la inexistencia de Dios, confundiendo, lamentablemente, planos del complejo nudo de pulsiones que es el ser humano.
Lo cierto es que la historia de la humanidad muestra cómo diferentes hombres y mujeres, pueblos, culturas y civilizaciones fueron dando pasos hacia adelante - nunca de manera lineal - para beneficio de los propios seres humanos y, lamentablemente, también para su desgracia. No en vano hay quienes afirman que el 90% de los inventos en el mundo tiene su origen en las guerras fratricidas, que suman y siguen, para satisfacción de enfermos mentales, y de quienes se enriquecen a costa de la vida, la integridad y la salud de miles de millones de personas.
La historia se desarrolla en una suerte de espiral alargada y, por ello, es posible observar cómo instituciones y épocas que se consideraban superadas, o sujetos que cualquiera pensaría habían desaparecido de la faz de la tierra, reaparecen, felizmente, no por mucho tiempo; aunque durante su reaparición infligen zozobra, dolor y muerte a sus semejantes.
En ese contexto, hay que recordar que uno de los inventos del género humano es la política que, dicho en forma elemental, está referida al ejercicio del poder. Los datos con que contamos al presente muestran cómo el género humano empezó su desarrollo bajo formas cooperativas, en las que las decisiones se tomaban por consenso.
Pero, sapiens y demens, algunos seres humanos comenzaron a imponer sus decisiones a otros, aprovechando su fuerza. Esto continúa hasta el día de hoy. Hay quienes deciden tomando en cuenta opiniones de otras personas y quienes imponen las suyas, aunque juren y perjuren que gobiernan “obedeciendo al pueblo”.
Es que el ejercicio del poder, puede darse de dos modos: como servicio y como dominación. En el primer caso, estamos en presencia de quienes son verdaderos demócratas que consultan criterios diferentes e incluso opuestos a los suyos, negocian, avanzan, buscando que todos ganen, no sólo los de su bando. Usan el poder como servicio. En el segundo, se trata de quienes son genuinos dictadores, sectarios y aprovechadores que consideran la opinión ajena es como un estorbo y prefieren prescindir de ella; y, no pocas veces, borrarla del mapa. Usan el poder como dominación.
Por supuesto, las cosas no se dan en estado puro, de manera que es perfectamente posible encontrar expresiones dictatoriales en medio de organizaciones democráticas y viceversa.
El MAS llegó al poder por medios democráticos, pero los masistas hicieron todo lo posible por destruir la democracia. Durante la crisis de 2019, varias autoridades, que hoy se muestran democráticas en extremo, daban órdenes a sus subalternos para agruparse en determinados lugares de la ciudad de La Paz y les enviaban mochilas cargadas con piedras y bombas molotov. No era solo esa ministra que, con merecimientos indiscutibles, se ganó el apodo de molotov, sino otras señoras que no eran ministras entonces, pero hoy sí.
Infelizmente, no es solo eso, sino que uno asiste a tristes espectáculos en los cuales se imponen decisiones a jueces de provincia, porque de lo contrario “perderán su trabajo”. Eso es lo que se ha visto y escuchado a raíz del lamentable caso “Consorcio” que muestra la podredumbre en la que se halla sumida la llamada “administración de justicia”.
A nivel mundial, la cosa es mucho más complicada. Vemos a un energúmeno dispuesto a mostrar que es el verdadero dueño del mundo, propietario de moros y cristianos, de creyentes y ateos, de ingenuos y no tanto. No alcanza a comprender, este señor, que sus propias bases están renegando de él y que no podrá salirse con la suya.
¿Cómo es eso de “primero la fuerza y después la paz”? Primero te saco la entretela y después, cuando te haya hecho pomada, podremos vivir en paz. Eso está pasando en estos días en Gaza e Irán, para beneplácito de los corifeos de estos individuos despreciables, que creen que el mundo es ahora un lugar más seguro y más confiable que antes.
Están muy equivocados quienes piensan así. Y harían bien en modificar su conducta, antes de que pasen cosas peores.
Por lo demás, felizmente hay siempre quienes ejercen el poder como servicio y llenan este mundo de esperanza de días mejores para todos. Se me ocurre el ejemplo de Julieta Montaño, la abogada cochabambina que hace cinco años escribió una nota para la expresidenta constitucional de Bolivia Jeanine Añez. Ayer escribió en su muro de Facebook: “Con las vueltas que da la vida, una de sus verdugos, aquella que dijo que no le constaba que Añez era expresidenta, como fundamento para negar la declinatoria de competencia planteada, hoy se halla no solo privada de libertad, sino mostrada en toda su condición de corrupta y abusiva. Esperemos que con ella no hagan lo que ella hacía con gente señalada como enemiga por el poder al que servía”.