Mayo tiene especial importancia para los periodistas de Bolivia. Dos fechas relacionadas directamente con el sector de la prensa: 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa y 10 de mayo, Día del Periodista Boliviano. Suficientes razones para darnos un abrazo y felicitarnos por esta noble labor; pero que no sea para lamentarnos ni llorar ni ocultar los problemas del sector.
Así es abrazos contra las adversidades, las amenazas, las carencias y felicitaciones porque a pesar de tantos, pero tantos hechos planificados contra el periodismo boliviano, éste es un pilar para la democracia y un puerto de esperanza para la ciudadanía, que no se dejará derrotar.
¿Hay motivos para celebrar el 10 de mayo? Claro que sí y por varias razones.
El ser humano es más grande y digno cuando alza la cabeza, enmienda errores y vuelve alzar las alas para volar alto. Así el periodismo boliviano debe asumir el gran reto frente a una serie de golpes, agresiones, procesos, presiones, desempleo, inseguridad laboral en que se ven envueltos los trabajadores de la prensa de este país. Pero también a darse una miradita en el espejo, evaluar los errores, las fortalezas, las potencialidades, las oportunidades, las debilidades sobre el rol de la prensa en este país intenso, violento, agitado, diverso, donde cada sector cree que tiene la verdad y tiene todos los derechos por encima de los otros, donde es ahí un enorme trabajo a desempeñar, así como dice la investigadora y comunicadora, Vania Sandoval: “La comunicación democrática busca lograr mayor equidad en el espacio público, donde se debaten y discuten las ideas que movilizan a la sociedad”.
Vamos por parte. El poder político, de la derecha e izquierda o de cualquier color ideológico, nunca asumirá sus errores, sus mentiras, sus acusaciones, teniendo en los medios de prensa a quienes acusar de que “me mal interpretaron, me sacaron de contexto, son mis enemigos y me quieren hacer renunciar”. Así lo vimos durante más de 14 años con Evo Morales, que fue claro desde un principio de estrellarse contra los periodistas, los medios y el periodismo en sí. Así también lo hizo el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, hace una semana, acusando a los “medios de la derecha” de una guerra sucia contra su esposa y su investidura. Fueron víctimas del poder mediático, según ellos mismos.
En Bolivia cada vez que un diputado, ministro, alcalde, gobernador, juez dice una barbaridad insostenible, sin pensarlo dos veces, señala que gracias a la Inteligencia Artificial sus declaraciones fueron manipulados y el culpable de sus desatinadas declaraciones, otra vez, fueron los periodistas y los medios.
El colmo fue la citación a la periodista Ximena Galarza para que declare en un proceso judicial, cuando ella lo que hizo fue entrevistar a un ciudadano que dijo algunas verdades y esto no gustó al destinatario. Pero nada más descabellada la citación del fiscal, que, ante la indignación general, tuvo que retirar la demanda.
Ojo que todas estas situaciones no son casos aislados o meras metidas de pata de los actores políticos, judiciales o dirigenciales del poder, responde a una estrategia que tiene por objetivo el control y la censura de los contenidos, mensajes e informaciones que emiten las radios, canales de Tv, periódicos y programas de redes sociales, que comprometan el accionar del poder, porque éste quiere relacionadores y marketineros que realcen lo que hace, lo que dice y lo que quiere que el pueblo se informe. “Ya no se trata de mantener algo que ya existe, sino de inventar algo que todavía no existe”, era una de las tesis del mago del kremlin, el asesor que lo llevó a la Presidencia a Putin.
Pero el otro gran problema es interno y tiene que ver con las condiciones laborales de los trabajadores de la prensa, que están agobiados con bajos salarios, sin estabilidad laboral, sin seguros de salud, ni de vida, lo que incide en la calidad de la información y en su desempeño como profesionales del sector, el cual se ha erguido como un actor importante en nuestra democracia.
La Defensora del Pueblo, Ana María Romero, periodista, precisó que: “La misión esencial de los medios en un sistema democrático es informar a la población de forma transparente, oportuna, verazmente, de buena fe, profesionalmente y sin que medien otro tipo de intereses que no sean los estrictamente periodísticos”. (Andrés Gómez, Mediopoder, editorial Gente Común, La Paz).
Precisamente a pesar de todos estos golpes duros que de forma permanente reciben los trabajadores de la prensa, los mismos deben constituirse en pruebas de fuego para no ser derrotados, porque eso es lo que quiere el poder en todas sus expresiones para tener así a un pueblo en tinieblas, con miedo y que baje la cabeza a cualquier ley, medida o hechos ilegales que cometan los que son parte de las estructuras gobernantes.
El periodista Andrés Gómez, nos lanza esta advertencia. “A estas alturas de la humanidad es inviable una sociedad sin medios de comunicación masivos, pero puede ser más inviable una democracia con medios de comunicación dictatoriales”. Y es esto lo que hoy enfrentamos en Bolivia: los medios del poder, los periodistas del poder y los opinadores del poder que tienen como directrices informativas el guion elaborado por el poder. “Monumental congreso del MAS”, tituló un periódico del poder. “Impresionante multitud asegura el congreso del MAS”, decía un reportero de una red de Tv.
Pues, estimados compañeros de la prensa, a celebrar y reafirmar este 10 de mayo, la fortaleza y la misión del periodismo, pero ese que está alimentado de ética y de derechos humanos. Porque el periodismo no es manipulación de los hechos, ni tergiversación de las declaraciones. No se basa en mentiras, ni en las verdades a medias. La mentira no es noticia. Siempre el periodismo es parte del desarrollo de la democracia y de las luchas sociales de todo el pueblo, así como decía José Martí, “la prensa es luz en las tinieblas y paz en la guerra”, así hay que estar al frente de grandes desafíos para irradiar luz con la verdad.
El periodismo no tiene por fin destruir o denigrar, ni está facultado para utilizar armas innobles, como los insultos, las acusaciones, la difamación, la calumnia.
El periodismo tiene que estar lo más lejos del poder, debe ser un contrapoder porque tiene que informar y fiscalizar el presidente, vicepresidente, senadores, diputados, a las FFAA, a la Policía, a los gobernadores, a los alcaldes, a los fiscales, jueces, a los comités cívicos y otros actores.
El periodismo no es un instrumento para publicitar productos, ni para sumarse a un proyecto político en particular. No es vocero de Luis Arce, David Choquehuanca, Evo Morales, Manfred Reyes, Luis Fernando Camacho, Mario Aguilera, Johnny Fernández, Samuel Doria Medina, Carlos Meza, etc.
El periodismo no es la caja de resonancia de las declaraciones y acusaciones que se hacen entre rivales, ni tampoco es el medio para conseguir favores y privilegios.
El periodismo es construcción de más democracia, de más ciudadanía, es búsqueda permanente de la verdad, de justicia, libertades, es aportar a la comunidad. Es informar con la verdad.
¡Salud y muchas felicidades a cada uno de los periodistas de Bolivia!
Hernán Cabrera es periodista