¿Intentará el poder llevar a Rómulo Calvo a Palmasola o defenestrar a Luis Fernando Camacho? ¿Podrá el masismo seguir avanzando políticamente en Santa Cruz como en los últimos 16 años? ¿Cuán cerca está la ruptura definitiva entre Luis Arce y Evo Morales? ¿Comenzó a surgir una alternativa real desde las regiones? El paro indefinido en Santa Cruz removió todo para todos los actores políticos del país.
Dos multitudinarios cabildos cruceños en un mes y medio (30 de septiembre y 13 de noviembre) pusieron de pie a una región ante el abuso, menosprecio y agresión del Gobierno y sus sectores sociales contra una población que decidió movilizarse por el derecho de saber cuántos son, cuántos recursos de coparticipación deben recibir y cuántos diputados más deben tener desde las próximas elecciones.
Esas enormes concentraciones y el paro indefinido lograron que la entrega de los resultados finales del Censo se adelanten para septiembre de 2024, pero también levantaron una coraza social alrededor de los líderes del movimiento regional, lo que debería hacer improbable una vendetta gubernamental vía persecución judicial, salvo que se empuje al gobierno de Arce a un suicidio político activando una cadena de nuevos procesos legales.
El paro se hizo convicción colectiva entre los cruceños de nacimiento y de corazón, cruzó los puntos de vigilia en las rotondas de los primeros anillos y llegó con fuerza a las zonas periféricas de la capital como el Plan 3.000 y a las provincias que eran proclives al masismo, pero que resolvieron apoyar la demanda del Censo porque su futuro depende de una mayor transferencia de recursos a sus alcaldías.
Romper el fuerte lazo entre los liderazgos cívicos, institucionales y académicos, y la gente que se movilizó en los barrios y las comunidades será una tarea difícil y costosa para el Gobierno. Si el plan era sepultar políticamente a Calvo y Camacho, el prolongado conflicto del Censo les vino como anillo al dedo y quedaron reposicionados, pese a la ineficiente gestión departamental del Gobernador cruceño y a los excesos verbales del dirigente cívico.
Los cuatro meses de conflicto también produjeron nuevos liderazgos en Santa Cruz con distinta proyección política como el de Vicente Cuéllar, rector de la Gabriel René Moreno, los vicepresidentes del Comité Cívico, el vicerrector de la U y concejales opositores a la gestión del alcalde Johnny Fernández, quien optó por la medida populista de entregar un nuevo bono buscando reubicarse en el escenario político y social de la región.
Si a todo eso se suma la posibilidad de elaboración, presentación y socialización de propuestas estatales desde la perspectiva del federalismo, el nuevo horizonte político de Santa Cruz y otras regiones del país, la movilización no solamente habrá conseguido resultados concretos en la lucha por el Censo, sino que habrá parido una versión de la reclamada alternativa de poder para enfrentar al desgastado modelo estatal del masismo.
Las cosas también han cambiado para los principales liderazgos del oficialismo. Arce tiene que haberse convencido a estas alturas que su principal rival político es Morales porque no acepta que el mandatario haya incumplido aparentemente el acuerdo de 2020 y ahora pretenda buscar la reelección en 2025.
Durante el paro indefinido el evismo atizó el fuego de la ofensiva oficialista sobre Santa Cruz con cercos, bloqueos y actos violentos. La represión policial selectiva, la que se ensañó con los movilizados y protegió a los grupos de choque del masismo, parece ser uno de los desatinos del Ministro de Gobierno que contribuyó al clima de tensión en Bolivia.
Con amigos como Morales, ¿quién quiere enemigos? Fiel a su estilo, el caudillo político dispuso el bloqueo de la salida del conflicto del Censo en la Asamblea Legislativa utilizando un doble discurso, asegurando que defiende la autoridad del mandatario, pero en el fondo buscando afectarlo de cara al próximo proceso electoral.
Morales llegó a niveles perversos cuando advirtió que si la norma finalmente ve la luz, será por un pacto entre los renovadores o traidores del MAS y la derecha boliviana, y cuando anticipó que la Ley del Censo provocará confrontaciones entre los departamentos que verán aumentar sus diputaciones y los que tendrán menos representación parlamentaria.
Sus consejos, denuncias y advertencias pueden haber influenciado en el desplome de la intención de voto de Arce a nivel nacional del 20% en septiembre al 11% en noviembre, según datos de la encuestadora Diagnosis. ¿Cree el caudillo que mejorará su situación en Santa Cruz con el descenso de Arce? Por supuesto que no. Arce y Morales son lo mismo para los movilizados de Santa Cruz y de otras regiones.
El paro indefinido de más de un mes en Santa Cruz hizo cimbrar los actuales liderazgos en el país y, aunque no se quiera aceptarlo, será un parteaguas en la política nacional de cara a la culminación de las gestiones en los tres niveles del Estado y las elecciones presidenciales y regionales en 2025 y 2026.
Edwin Cacho Herrera es periodista