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20/04/2020

El dilema de Murillo con barbijo o Zapata con poca ropa

De no haber fugado el innombrable, esta podría ser la situación actual del país: pañales aventados por una figura canosa desde un helicóptero, ahora con Alba usando barbijo; proyecciones de contagio en el país realizadas por el mismo matemático; la telenovela china de Zapata y los hijos del destino; camionadas de lujuria amazónica; 50% de aumento a la canasta familiar de 100 bolivianos del ministro Arce; bono a la militancia azul; laboratorios secretos de investigación de médicos cubanos en el Chapare para descubrir la vacuna; persecuciones a disidentes y palmadas en la espalda a los amarrawuatos; además de los habituales excesos, mentiras, prepotencia, farra…

Pero veamos a la actual situación. Hemos transitado del populismo puro, genuino y chabacano, al populismo zero, light y, por el momento, aburrido. Al del pan sin circo. Simbólicamente, nos fabricaron y en parte nos construimos la historia de que echamos al papá irresponsable, mentiroso, abusivo y juerguero, que tenía hijos preferidos y otros rechazados, para que ahora la mamá se haga cargo de la casa, quien, con su falsa modestia, intenta poner en orden las finanzas/miserias del hogar, despreciando al antes adulado y poniendo a su derecha al antiguamente maltratado.

Para el registro, mamá, a la que no le quedó otra que asumir la conducción del hogar –y que cada vez le está gustando más–, conduce las riendas sin cambiar mucho las cosas mediante soluciones costosas y cortoplacistas, pero generando compromisos largoplacistas sin imaginación ni mucho menos cambiando la estructura de la toma de las decisiones hacia los hijos. En el fondo, nos quedamos nuevamente en nuestro papel de niños espectadores del rumbo de la historia, que solo esperamos la platita de nuestro recreo.

En otras palabras, ¿habrá cierto paralelismo entre Juan Domingo-Evita, Néstor-Cristina y Evo-Jeanine o estoy escribiendo huevadas? ¿No serán Evo y Jeanine las dos caras de la misma moneda? ¿Inconscientemente deseamos caer en lo mismo, como la víbora que se come la cola? ¿Pasar de un autoritarismo condescendiente a otro? Lo cierto es que lo mejor sería evitar la moraleja inmoral de que más vale mal que peor.

Tal vez, tras la larga espera de las calles y las pititas, al final lo que hicimos fue caer otra vez en la vieja política. También estamos perdiendo al negar las soluciones de la misma sociedad a esta emergencia sanitaria. Toda cuarentena tiene un único sentido: dar largas al contagio y a la amenaza de la saturación hospitalaria asesina.

Las soluciones a la crisis están siendo diseñadas e implementadas desde un war room epidemiológico, autoritario y paternalista, sin haber abierto hasta el momento el diálogo con la sociedad. La verdad única obliga a actuar con el mayor rigor en contra de los “irracionales” que ponen en peligro su existencia y la de los demás. Se los debe calmar con bonos. Pero, ¿no es fácil y poco creativo tener a los bonos como panacea? ¿No tendrán un efecto rápido pero fugaz, como quemar paja? ¿No serán un instrumento electoral más? ¿No se parece esto al régimen del innombrable? Y al margen de que en la carrera electoral se añadió el árbitro, está siempre presente la concepción despótica del ejercicio del poder.

Cada vez estoy más persuadido de que –tal como vienen insistiendo algunos expertos– hay que generar propuestas y soluciones fruto de la participación de sectores políticos, sociales, económicos y educativos, entre otros, mediante un diálogo nacional de emergencia. Es tiempo de apertura y de grandes pactos. Debemos consensuar, ser creativos y crear una estrategia nacional ajustada al país, pero que tome en cuenta las experiencias internacionales.

Habría que orientar el gasto hacia los sectores más golpeados. Tendríamos que evitar que la gente que está combatiendo el mal de cerca (médicos, enfermeros, policías, militares, etc.) contagien a sus familias, mediante un acuerdo estratégico con los hoteles vacíos. Se debe sumar a las filas de lucha a estudiantes de medicina de último año, médicos jubilados o con enfermedades de base entrenados a hacer telemedicina en consultorios virtuales a fin de evitar que la población que tiene otros males acuda a centros donde se puede contagiar.

También es imperativo masificar las pruebas rápidas, en laboratorios públicos y privados. Tenemos que reinventarnos pactando con los privados soluciones que preserven y fortalezcan las estructuras productivas estratégicas. Parece que nada de esto es una prioridad para el gobierno de la Choca. La mayor y mejor posibilidad de luchar es usando la misma energía de la sociedad que, por el contrario, está siendo aplacada con somníferos…

¿No será que, entre tanto mal y tanto show, haya quienes prefieran la foto de Zapata con poca ropa que la de Murillo con barbijo? Esperemos que no.

Oscar G. Prada es comunicador social, trabajó en medios de comunicación privados y en el Estado. 



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