Brújula Digital|14|07|21|
Ha finalizado el primer semestre del 2021 y ha surgido el debate de si los indicadores de recuperación de la actividad económica responden a un efecto rebote por la normalización de la actividad económica, cuando se la compara con el primer semestre del 2020, o se deben a una reactivación producida por políticas económicas adoptadas por la actual gestión de gobierno. Esta no solo es una discusión semántica, sino que tiene efecto sobre las medidas que se toman, o no se toman, influyendo en las condiciones que permitirían a los distintos actores económicos superar el golpe de la pandemia.
Es normal que las autoridades económicas de un gobierno, al igual que sus voceros propagandísticos, traten de magnificar las noticias positivas para generar confianza en la opinión publica y fortalecer la credibilidad y el prestigio del gobierno y sus principales referentes. El problema es que generalmente terminan alejándose de la realidad, creyéndose las exageraciones de los resultados de sus acciones y tomando decisiones que no corresponden a lo que realmente sufren los ciudadanos y las empresas en sus dificultades económicas. Si, además, los compromisos ideológicos y políticos con las bases oficialistas determinan la política económica, los problemas sin resolver se convertirán en bombas de tiempo que amenazarán el futuro de la nación.
No hay duda de que habrá mejores resultados al evaluar los resultados del primer semestre del 2021 respecto al primer semestre del 2020. Desde la segunda quincena de marzo del 2020 hasta mayo de 2020, el conjunto del país estuvo confinado en una cuarentena rígida con la excepción de las actividades vinculadas al abastecimiento de alimentos, medicamentos, la prestación de servicios de salud, financieros y el comercio exterior. En el departamento de Santa Cruz, la cuarentena rígida se prolongó, por decisión de sus autoridades locales, hasta finales de junio, con la cual la región responsable de la mayor aportación al PIB siguió limitada en su producción.
Si bien estas medidas salvaron miles de vidas frente al desconocimiento sobre los tratamientos para afrontar los efectos del nuevo coronavirus y la debilidad estructural del sistema nacional de salud, causaron un malestar económico y social imposible de contrarrestar con los bonos que se distribuyeron entre la población. La solución al dilema entre economía salud y la economía se la encuentra en el uso de las vacunas, que iniciaron su aprobación desde diciembre de 2020 y que ya han comenzado a aplicarse en Bolivia. Si bien, en las ultimas semanas se ha acelerado la campaña de vacunación, todavía nos falta bastante para llegar al 70% de la población vacunada con la dosis completa.
Asimismo, la recuperación de la economía internacional por el avance de las campañas de vacunación en los países desarrollados ha generado un crecimiento de la demanda global y expectativas positivas que han elevado los precios de las materias primas, lo cual ha impactado positivamente en nuestras exportaciones.
Sin embargo, esto no es suficiente, como me decía el exministro de Hacienda, Luis Carlos Jemio, en una reciente conversación en el espacio digital que dirijo, las capacidades productivas que tenemos hoy son menores a las que disponíamos en el anterior periodo de precios altos, por lo que no podremos beneficiarnos en la misma magnitud de esta recuperación internacional debido a que ya tenemos menos volumen para vender. Así también, los precios actuales, aunque favorables, son inferiores a los que hubo entre el 2006 y el 2014.
Mi conclusión es que estamos frente a un efecto rebote, en lo nacional, y de recuperación de la demanda, en lo internacional. Para hablar de reactivación debiéramos adoptar medidas que levanten barreras y obstáculos para la producción y las exportaciones nacionales, a fin de que se pueda promover una reactivación sostenible que permita la conservación de los empleos actuales y la creación de nuevas fuentes de trabajo. Lamentablemente, al insistirse en medidas como los cupos de exportación y la creación de nuevos impuestos, se sigue el camino contrario.
* Ha sido presidente del Senado y ministro de economía.