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Columna Abierta | 04/06/2025

Darle vida al “Homo sapiens” que llevamos dentro

Carlos Derpic
Carlos Derpic

Tras desaparecer los dinosaurios, hace 65 millones de años, los simios (los más antiguos ancestros del ser humano) pudieron evolucionar sin impedimentos. Hace 35 millones de años aparecieron como primates, que formaron un tronco común del que salieron los chimpancés y otros gorilas, por un lado, y nosotros, los seres humanos, por otro. Hace siete millones de años, en las regiones bajas y secas de África, surgieron los australopitecos, ya en proceso de hominización; fue el momento en que se desarrolló el cerebro y esos seres comenzaron a andar sobre dos pies. Hace siete u ocho millones de años se estructuró el cerebro neocortical y hace 200.000 años surgió el homo sapiens, ya plenamente humano, con un tipo de vida social, lenguaje y organización cooperativa para la subsistencia. Hace 100.000 años emergió el homo sapiens sapiens moderno, con su cerebro complejo, portador de autopercepción consciente e inteligencia.

Pero, hete aquí que el ser humano es, al mismo tiempo, sapiens y demens, simbólico y diabólico, cruel y tierno, caos y cosmos, lo que significa que, por un lado, tiene inteligencia y sabiduría, pero, simultáneamente, excesos y actos de demencia como lo dijo el filósofo francés Edgar Morin, autor de la teoría de la complejidad.

Esta realidad, que Leonardo Boff (a quien seguimos en esta reflexión inicial) formula, tiene relación con la teología católica tradicional, que siempre ha afirmado que el ser humano es “simultáneamente justo y pecador” o, en un lenguaje más convencional, que posee simultáneamente dentro de sí la dimensión de bondad y la dimensión de maldad, lo que significa que nadie es totalmente malo, ni totalmente bueno. “Si fuese totalmente malo, no habría cómo redimirlo, solo recreándolo. La redención rescata ese resquicio de bondad que sobra dentro de la persona malvada y así le permite recuperar su parte de bondad y su humanidad”, dice Boff.

Freud afirma que estamos poseídos al mismo tiempo por la pulsión de muerte (thánatos), que responde por todo lo que es sombrío y malvado en nosotros, y la pulsión de vida, que significa nuestro lado luminoso y bueno (eros). Ambos conviven y él mismo no sabe asegurar cuál de los dos será finalmente victorioso, solo reconoce que ambos conviven tensamente.

El psicólogo Carl Jung, enfoca esa realidad del ser humano utilizando las expresiones de “dimensión de luz” y “dimensión de sombra”, que habitan en nosotros y con las cuales tenemos que confrontarnos a lo largo de toda nuestra vida.

Conociendo a ciertas personas resulta difícil admitir esta realidad. Por ejemplo, en el caso de Enrique Alfredo Medrano Chávez, es muy difícil admitir que haya tenido una pizca de maldad. Ingeniero industrial natural de Monterrey, México, fue autor de un libro titulado “La falta de confianza, el problema de nuestro México”. Falleció hace pocos días a la edad de 79 años y fue un profesional, esposo, padre y abuelito ejemplar; bondadoso, respetuoso, cariñoso; dueño de una entereza admirable, que le permitió afrontar una compleja enfermedad por muchos años, siempre jovial y amable. Si tuvo algo de maldad, nunca se le notó.

Por el contrario, que se afirme que Nerón, Stalin, Hitler, Musolini, Ortega, Castro, Maduro, Cabello, Bukele, Putin, Lukashenko, Kim Jong-un, Pol Pot, Ríos Mont, Pinochet, Videla, Massera y otros de sus congéneres, tuvieron o tienen su lado bondadoso, resulta también inverosímil e increíble.

Ni que decir del diabólico Netanyahu, cabeza de un genocidio sin precedentes con los palestinos de Gaza, con una cifra de 54.000 muertos (28.000 de ellos niños), la inmensa mayoría de los cuales no eran combatientes del grupo terrorista Hamás. Peor aún que los esté asesinando de hambre, como lo muestran evidencias contundentes publicadas a lo largo y ancho del planeta bajo la mirada impasible de los dueños de este mundo, que lo apoyan y alzan el grito al cielo cuando se le critica.

El ex primer ministro israelí Ehud Olmert ha escrito al respecto, en una tribuna del diario Haaretz: “Lo que estamos haciendo en Gaza es una guerra de devastación: una matanza indiscriminada, ilimitada, cruel y criminal de civiles”, agregando que nada de eso es producto del descontrol de algunas unidades militares, sino el fruto de una política deliberada. “Es el resultado de la política del Gobierno, dictada de forma consciente, malvada, malintencionada e irresponsable. Es cierto, Israel está cometiendo crímenes de guerra”. ¿El cabecilla de esto tendrá algo de bondad?

Lamentablemente, el mundo está lleno de atrocidades o de intentos de cometerlas. Ejemplo de ello son las órdenes que impartió el ex presidente Morales en 2019, para cercar las ciudades y sus habitantes mueran de hambre.

¿Podrá el género humano revertir eso y hacer que la dimensión sapiens se imponga a la demens? Nada mejor, para responder esta pregunta, que la lección de un sabio indígena cherokee, que transcribo a continuación:

“Un joven se acercó al viejo sabio del pueblo cherokee y le dijo: sufrí una injusticia de otro joven y no sé cómo responder.  El sabio anciano pensó un poco y le dijo: déjame que te cuente una historia. Yo también he tenido odio y desprecio por alguien que me hizo una gran injusticia. Y lo peor es que esa persona ni siquiera tenía remordimientos por el daño que me causó. Tras sufrir varias injusticias llegué a pensar que la vida había sido injusta conmigo”.

“Sin embargo después de reflexionar mucho me di cuenta de que el odio me afectaba solo a mí y llegué a la conclusión de que odiar es como si yo tomara veneno imaginando que el otro va a morir envenenado”.

“Ahora veo las cosas así: dentro de mí existen dos lobos. Uno es muy bueno, vive en armonía con otros animales, no ofende a nadie ni es ofendido. Si tiene que reaccionar lo hace de manera correcta, sin dejarse llevar por la rabia y por el odio”.  

“Hay también otro lobo. Este vive irritado, pelea con todo el mundo y aún sin razón ofende a los otros. La ira y el odio son más fuertes en él que su autocontrol. Es una furia sin sentido porque no le produce ningún cambio. Sigue siendo malo”.

“Mi querido joven, no es nada fácil convivir con estos dos lobos que están dentro de ti porque ambos quieren dominar tu espíritu y tu corazón. Así ocurre con todo ser humano”.

“El joven, perplejo, preguntó al anciano sabio: ¿quién de los dos gana en esa lucha interior?”

“El anciano sabio cherokee, sonrió y dijo: aquel que tú alimentes”.

Felizmente ya hay ejemplos de personas que son más sapiens que demens: san Francisco de Asís, la madre Teresa de Calcuta, le hermana Dulce, Martin Luther King; varios obispos: Helder Cámara, Oscar Arnulfo Romero, Tito Solari; el padre Luis Espinal … y miles y miles de personas anónimas que dan su vida para construir un mundo mejor. ¡A seguir sus pasos y darle vida al homo sapiens, no al homo demens!

Carlos Derpic es abogado.



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