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Interfaz | 18/10/2023

¿Cuándo la embestida final?

Edwin Cacho Herrera
Edwin Cacho Herrera

A nadie debe quedarle duda, a estas alturas del enfrentamiento político y mediático entre evistas y arcistas -y viceversa-, que la hegemonía del MAS, ese potente motor que movió todas las medidas estructurales, pero también todas las acciones tiránicas, por cerca de dos décadas, pasará a la historia como ejemplo de que puede ser virtuosa si está preñada de contenidos transformadores y perniciosa, cuando se la utiliza para buscar el poder por el poder.

La implosión del MAS se está dando por etapas, de manera sostenida e irreversible. Se puede sentir el crujir de las estructuras del masismo en las bases y las élites, en los sectores sociales y espacios institucionales, en el campo y las ciudades. La pregunta es en qué momento se producirá el estallido final, ese instante en que unos quedarán en pie y los otros en calidad de cadáveres políticos insepultos.

Evo Morales y el evismo empezaron a avanzar hacia el objetivo de la jefatura-candidatura desde que decidieron poner toda la carne al asador en la guerra política interna, desde aquel 24 de septiembre, cuando el caudillo se autoproclamó como único candidato presidencial del MAS-IPSP en las elecciones generales previstas en su realización de aquí a dos años.

Su anuncio causó un remezón, le sirvió para blindarse ante cualquier arremetida desproporcionada, realizó el Congreso de Lauca Ñ, retuvo la sigla y el cargo de presidente del MAS-IPSP, bloqueó la aprobación de contratos petroleros en la Asamblea Legislativa, atacó a la familia presidencial con nuevos audios y organizó su defensa en todos los frentes.

Ni bien concluyó el Congreso evista en tierras chapareñas, reunió a la nueva dirección nacional del MAS-IPSP, compuesta por 17 integrantes, de los cuales nueve son mujeres, para instruir la organización de tres equipos de abogados para resistir y tratar de salir airosos de la última y definitiva ofensiva.

El primero, explicó Morales en su programa dominical, estará conformado por especialistas en materia electoral, otro atenderá exclusivamente los procesos penales que se activen o reactiven en su contra, y un tercero, asesorado por Eugenio Raúl Zaffaroni y Baltazar Garzón, enfrentará los ataques desde la justicia constitucional.

Morales puede darse esos lujos: autroproclamarse, mantener la sigla, atacar a la familia presidencial y organizar su defensa legal múltiple porque el Gobierno se lo permite, porque la reacción desde el arcismo ha sido en cámara lenta, dejando que muestre que la iniciativa política ha estado en manos del evismo, gastando prematuramente su arsenal.

Arce y el arcismo tomaron la decisión de cambiar el rumbo de las cosas, a partir del cabildo de El Alto. La recuperación del instrumento político, esa instancia que excede la estructura partidaria del MAS, que aglutina a las organizaciones sociales con peso específico en áreas rurales y sectores populares de las ciudades, garantiza una envidiable base electoral, aunque su lealtad tiene un alto precio que pagar -prebendas, proyectos, obras y privilegios-.

El masivo encuentro político plantó cara al evismo y resolvió desconocer el Congreso de Lauca Ñ y convocar a uno “verdadero”, aunque sin fecha, para nombrar a una nueva dirección nacional que prescinda de Morales. ¿Lo logrará tomando en cuenta los tiempos cortos que hay para cumplir la Ley de Organizaciones Políticas?

El tema no queda ahí. El bloque en ejercicio del poder sabe que la sigla o la marca ganadora es fundamental para tener posibilidades de triunfo en los comicios de 2026. No es lo mismo ser candidato por cualquier organización política, así se cuente con el apoyo del instrumento político y sus organizaciones, que ser postulante oficial del MAS-IPSP.

La tarea de arrebatar la sigla está encargada a la Confederación de Campesinos del ala arcista, Interculturales, Bartolinas y la COB del cuestionado Juan Carlos Huarachi. ¿Cómo conseguirán el objetivo? De inicio, el cabildo aprobó convocar a un “verdadero” congreso partidario, sabiendo que el Tribunal Supremo Electoral tiene pendiente su informe sobre la supervisión realizada al congreso evista de Lauca Ñ.

Los evistas y arcistas están cortados por la misma tijera. Por tanto, unos y otros saben que un elemento simbólicamente trascendental es la construcción de un renovado programa de gobierno. Morales anunció que ya está trabajando en la Agenda Post Bicentenario, incluyendo a sectores empresariales.

Arce, Choquehuanca y un equipo técnico también están en lo mismo y hablaron de la Agenda para el Vivir Bien Post Bicentenario en la que intentarán superar el denominado proceso de cambio o al menos llevarlo a una versión 2.0 con un programa inclusivo, moderno y que responda a los desafíos de la actualidad, a nivel nacional y global.

Vuelve la pregunta: ¿cuándo se producirá el estallido final? Tal vez con un hecho “inesperado” que patee el tablero y ponga a Morales al borde del abismo o quizás con una seguidilla de acontecimientos que lo empujen a ese peligroso lugar, aunque está claro que el caudillo dará batalla hasta el último momento y hasta puede “dinamitar” el próximo proceso electoral, si no es candidato presidencial por el MAS-IPSP.

Por lo pronto, el arcismo se ha comprometido a realizar ajustes en el gabinete ministerial, luchar efectivamente contra la corrupción y el narcotráfico, ser más eficiente ante las crisis económica e hídrica, y retomar el control de la Asamblea Legislativa con la elección de los conductores del Senado y la Cámara de Diputados, tareas que deberá encarar a toda velocidad porque el tiempo político es breve y el evismo aún está en pie.

Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista.



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