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11/05/2020

COVID-19, responsabilidad de todos

¿Qué podemos esperar después de los 50 días de cuarentena total para contener los contagios del COVID-19? Si bien la decisión del gobierno de la presidenta Jeanine Añez en declarar el confinamiento desde el 22 de marzo fue acertada e inevitable,  y cumplida por una gran parte de población, poco a poco se fue relajando no sólo por pobladores que viven de su esfuerzo del día a día, sino por los que tienen ciertas prerrogativas que las utilizaron sin pena alguna, pero también por ciertos grupos organizados que desafiaron para demostrar que el estado boliviano todavía  es débil y no los puede alcanzar.

La cuarentena refleja nomás cómo hemos vivido durante los casi 200 años de vida republicana: unos disfrutando de sus banquetes o las mieles del Estado, otros arañando las pocas posibilidades que están a su alcance. A partir de ahora, como acicate de esta emergencia sanitaria mundial es menester que pensemos y actuemos para compartir nuevas perspectivas en un espacio multicultural y de necesidades y características diversas, y que los beneficios lleguen a la mayor cantidad de personas posible.

Confiamos en que la Presidenta y su gabinete tienen las mejores intenciones de que salgamos de esta emergencia sanitaria de la mejor manera, pero la realidad es otra: la responsabilidad se debilita con las formas complacientes y negligentes. Respondemos tarde, fruto de esta estructura estatal débil y contradictoria.

No se puede entender que los que están en primera línea de la lucha contra este enemigo invisible no tengan los suministros vitales después de casi dos meses, que no cuenten con la logística apropiada y estén desmotivados por el fuego cruzado que se da entre autoridades nacionales y locales por el sólo hecho de obtener réditos políticos.

Mucha gente se preguntará ¿por qué se repite la misma historia? Se pueden ejercitar muchas respuestas. No nos olvidemos que el guion, utilizado por toda la fauna política, es prácticamente el mismo. Ante los desafíos que tuvimos no nos quedó otra que actuar con las limitaciones de siempre, desde las materiales hasta la débil cohesión política, normativa y simbólica que tenemos, que se refleja en la ausencia de identidad nacional.

A estas alturas del partido no puede ser que miremos impávidos como una niña se quita la vida porque no tiene qué comer, como ocurrió en Montero, no puede ser que mueran bolivianos por un test equivocado, o peor aún, por querer procesar a alguien que está exigiendo la atención correspondiente para salvar la vida de su pariente. No se puede aceptar la negligencia de algunos funcionarios ni la indolencia ante médicos, miembro de las Fuerzas Armadas y policías que se contagiaron con COVID-19.

No nos estamos dando cuenta que para vencer esta emergencia sanitaria necesitamos del compromiso y responsabilidad de todos y entre todos volver a levantarnos. Requerimos de una fuerza conjunta. Es una crisis que va a tener un fin, pero hagamos todo lo posible para que no nos debilite demasiado ni en lo económico ni en lo moral. No perdamos la perspectiva y aunque no todo está bajo nuestro control, nuestra actitud y las decisiones sí lo están. Ójala podamos cambiar nuestra historia.

Gastón Flor es comunicador social.



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