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07/07/2022

Compartimiento

La dirección de Brújula Digital se complace en presentar al sociólogo Daniel Mollericona como uno de sus nuevos columnistas. Con sus ideas frescas  y renovadoras, sin duda será un aporte para estas páginas. !Bienvenido!

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Según la Real Academia Española (RAE), la palabra “compartimiento” refiere a compartimento: un espacio delimitado, una sección. Sin embargo, el mundo social va más allá de la RAE. “Compartimiento” en los sectores populares paceños es un espacio social de socialización que se construye alrededor de eventos folklórico-festivas con unas buenas cervezas. Los fraternos, los folkloristas, los amigos del barrio refieren muchas veces al ritual de beber como “compartir”. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de este “compartimiento”?

Si bien es cierto que las actividades folklórico-festivas tienen innegablemente un componente de embriaguez y exceso en la ingesta de alcohol, estamos un poco lejos de caer en el denominado “alcoholismo” a secas. En realidad, hay una corriente importante de trabajo en la antropología que se concentra en resaltar los componentes culturales del consumo de alcohol y sus beneficios en términos de solidaridad social (ver por ejemplo el trabajo de Dwight Heath o incluso la famosa Mary Douglas). Este consumo de alcohol “constructivo”, resalta entre otras cosas que: el consumo de alcohol está guiado por secuencias estructuradas (no es desordenado o llanamente irracional), tiene motivaciones sociales (se bebe colectivamente) y que influye en la dinámica de solidaridad de los grupos sociales.

Claro, no por eso podemos negar que en la libación excesiva hay situaciones conflictivas: innegablemente su exceso produce problemas a la salud, puede ser un detonante de situaciones de violencia y puede motivar entornos vulnerables. Sin embargo, la imagen del irracional consumo de alcohol en aymaras urbanos –al estilo del buen Arguedas– esconde una parte importante de la historia.

La explicación sociológica del exceso en la bebida implica la generación de un espacio de confianza donde se pueden cimentar relaciones previas (consanguíneas, afines, familiares, amistades) y generar nuevas (laborales, rituales). No es casual que en las fraternidades uno afiance continuamente la relación con compadres. Al final, es la ampliación de la parentela y la búsqueda la reproducción social del grupo, un continuum folklórico-festivo que tiene como dinamizador principal las bebidas alcohólicas, particularmente a la cerveza.

El sociólogo Randall Collins en 1979, en su libro La sociología de las filosofías, planteó la teoría de las cadenas rituales de interacción. La idea principal es la siguiente: más que concentrarnos en el individuo, debemos pensar en la situación. Su propuesta, hábilmente articulando aportes del último Durkheim y Goffman, es que la acción compartida, la reunión física, la interacción es un microritual que genera energía emocional que prolonga la solidaridad entre personas y grupos. De esta forma, el autor explica que ciertas líneas de la filosofía fueron exitosas y otras no, los patrones de las redes de intelectuales se explicarían por la cercanía a los ciertos “nodos” que amplifican esa energía emocional.

Creo que la propuesta de Collins puede ser aplicada para entender el consumo de bebidas alcohólicas en sectores populares de área urbana de La Paz. En el espacio de “compartimiento”, alrededor de las bebidas espirituosas como el centro del ritual de interacción, los aymaras urbanos encuentran esta energía emocional que los articula en cadenas de relaciones sociales. Esta energía emocional permite el éxito de redes de negocios en los aymaras exitosos, y, en los otros aymaras no tan exitosos, permite encontrar redes de apoyo para superar vulnerabilidad económica y social. El “compartimiento” es el ritual necesario para continuar con la vida.

¿Hay respaldo de estas aseveraciones? Sí… y de eso se tratará esta nueva columna: divulgar sociología bien hecha, es decir, con base empírica. Claro está, seguro entre líneas se me escaparan la inevitable sociología espontánea, el gran mal que nos aqueja a los sociólogos cuando nos dan algo de visibilidad. Disculpas de antemano. Con todo, agradezco a Raúl Peñaranda por la invitación a este espacio.

Danny Daniel Mollericona es sociólogo



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