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18/11/2019

AMLO, qué oso

“Qué oso” es una frase que en boliviano significa “qué papelón” y eso es lo que siento en este momento por lo que está haciendo México en su condición de anfitrión de nuestro expresidente.

Apelo a mi calidad de mexicana para manifestar mi vergüenza por la actitud del presidente Andrés Manuel López Obrador, el cual, entre paréntesis, durante años lloró amargamente por un presunto fraude que le cometieron en las elecciones de 2006, cuando ganó Felipe Calderón, para ahora valerle madres que lo hicieran otros.

Creo que es interesante recordar la política de asilo que ha tenido México a través de los últimos cien años. Ha sido casi un dogma de fe darle acogida a personajes o grupos cuya integridad estaba en peligro por motivos políticos. No importan su ideología ni sus tendencias, los distintos gobiernos mexicanos no han discriminado. Por México pasaron personajes como José Martí, Gabriel García Márquez, León Felipe y muchos otros intelectuales. Tan no discriminaban que igual se ha recibido desde el mismísimo Sha de Irán hasta Trotsky (el que por no contar con 14 guaruras terminó mal en Coyoacán).

También se recibieron miles de exiliados republicanos que escapaban de la Guerra Civil española, de la misma forma que llegaron, a principios, en los 70 y 80, los latinoamericanos que tenían que salir de las dictaduras militares de la época. Argentinos, uruguayos, brasileños, bolivianos y, sobre todo, después de septiembre de 1973, el numeroso grupo chileno, que incluía a la mismísima viuda de Salvador Allende y a sus hijas.

Todo esto lo recuerdo para justificar, de alguna manera, que México debía ser el país que le diera acogida a Evo Morales (se come mejor que en Venezuela). Lo que no es justificable es la cobertura y plataforma que se le está dando, ignorando, de mil formas, las condiciones de la renuncia de este señor. Decir que fue un golpe de Estado militar es ignorar los años de permanencia en el poder de Morales, la cooptación que hizo de todas las instituciones, los actos probados de corrupción durante su gobierno, y muchos otros delitos que se intuyen y que seguramente irán saliendo a la luz. El fraude fue la última gotita.

Además, es terrible ofensa para el pueblo mexicano, sobre todo para el contribuyente, que ya tiene muchos problemas, para que ahora tengan, además, “un mantenido” en casa.

No me imagino que al Sha de Irán se le diera casa y seguridad pagada por el Estado mexicano, seguramente porque Reza Pahlevi, muy precavidamente había sacado sus ahorritos, asunto que “seguramente” no ha hecho nuestro pobre y discriminado exmandatario. Ante eso, sigan señores del partido Morena haciendo vaquita para el cocalero del Chapare. Allá ustedes si les ven la cara de tarugos.

Nuestra canciller de lujo, doña Karen Longaric, de forma muy acertada le recordó al gobierno mexicano su falta de coherencia con la Doctrina Estrada, un aporte al derecho internacional que parece que sólo es de ida y a conveniencia. Esta doctrina tiene dos principios: el primero, es la “autodeterminación”, o sea, “el derecho (de un pueblo) de aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades” así sea con pititas, llantitas y arengas de todo un país que se sentía indignado.

Y la otra, oiga bien señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, la “no intervención en los asuntos internos de otros Estados”. Parece tan simple, pero son profundas y ambas fueron incluidas en la Carta de las Naciones Unidas.

Como diría Pedro Shimose “quiero escribir, pero me sale espuma” ya que están involucrados dos países que son míos, lo que me da derecho al berrinche. En este caso, no es el pueblo mexicano el que está en falta, es este gobierno de AMLO. Y podría decirle a Evo que calladito se ve más bonito y que no chingue.

Lastenia Titi Llobet es socióloga.



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