La Alcaldía de Medellín reemplazó los murales del narcotraficante con pinturas de animales y otras figuras. Los vecinos no están muy contentos con la intervención a la especie de altar del hombre que aterrorizó a Colombia en los años 80 y 90.
Brújula Digital|Agencias|27|08|25|
La Secretaría de Cultura de Medellín, Colombia, instaló, en el que fue el barrio del narcotraficante Pablo Escobar, una exposición itinerante sobre la historia de la ciudad en los años 70, 80 y 90. Para la oportunidad intervino desde enero al menos cinco paredes en las que se veía la imagen del narcotraficante y de sus más crueles y temidos secuaces, todos miembros del cartel de Medellín, fundado por el capo.
Hoy, en vez los graffittis, que eran una apología al hombre que aterrorizó a Colombia en los años 80 y 90, se ve imágenes de animales, planetas y estrellas de colores. Con esta acción la municipalidad de Medellín busca cambiar el relato sobre el narcotraficante que se difunde a los cientos de turistas que llegan cada día al barrio, que prácticamente se había convertido en un altar del capo.
“Hasta enero (las paredes) eran el lienzo de grafitis alusivos a Escobar y a los más crueles y temidos criminales del cartel de Medellín, ahora tienen formas de animales, planetas y estrellas de colores de neón”, se lee en el reportaje “En las paredes del barrio Pablo Escobar se libra lucha por cambiar su relato” firmado por el periodista Álvaro Guerrero en el periódico El Colombiano.
De acuerdo al reporte de prensa, la exposición en el barrio de Escobar, que él mismo fundó en medio de un terreno baldío, con el nombre de Medellín, cuenta con archivos de prensa y datos históricos que muestran el desarrollo económico y poblacional de la ciudad, entrelazados con el impacto de las violencias.
La presentación, desarrollada en alianza con el Museo Casa de la Memoria, invita a reflexionar sobre cómo Medellín llegó a ser la ciudad más violenta del mundo y destaca las iniciativas de la sociedad civil y el Estado para enfrentar ese pasado y construir esperanza.
“Nuestra ciudad se llenó de sombras, opacando las esquinas, cuadras y barrios. Miedo y terror al amanecer, fronteras invisibles al mediodía, limpieza social al atardecer y toques de queda para irnos a dormir”, se lee en el cartel que resume la ciudad de los 80 y que no menciona ni una sola vez el nombre de Escobar.
La única mención al narco está en el cartel que hace referencia a los años 90 cuando reseña su muerte. En el revés de los carteles hay fotografías de los líderes sociales del barrio y sus historias.
“Esta exposición trae un trabajo de curaduría y construcción colectiva que se ha venido dando por toda la ciudad. Resaltamos los liderazgos de este barrio que han sido fundamentales para construirlo, organizarlo y establecer los mecanismos de convivencia que lo mantienen vivo”, dijo el secretario de Cultura Ciudadana, Santiago Silva, a El Colombiano.
Otras imágenes, otro relato
En la pared que daba la entrada al barrio, que la Alcaldía de Medellín insiste en llamar Loreto, en vez del rostro de Escobar, que estaba pintado sobre fondo negro con palabras de bienvenida en todos los idiomas, ahora hay un gato gordo.
En lugar del panini con los rostros de los sicarios más famosos del cartel de Medellín, ahora está una réplica del famoso Horizontes.
“En el mural principal, por el que los turistas pagaban la subida para tomarse la foto, ahora se observa animales, prismas y figuras abstractas, cuerpos humanos desnudos; como la imagen que se usa para promocionar una toma de yagé o una experiencia sobrenatural de esas que están de moda”.
La Alcaldía de Medellín explicó que se trata de “cinco muros intervenidos inicialmente para dar vida a un Museo a Cielo Abierto, que exalta la dignidad, la transformación y la resistencia del barrio Loreto. Líderes comunitarios y artistas locales, en articulación con la Alcaldía de Medellín, impulsan una nueva narrativa barrial que profundiza la historia del narcotráfico e integra las voces de la comunidad”.
Pero los vecinos del barrio no parecen muy convencidos con esa decisión. Muchos, que viven en el lugar desde que Pablo Escobar lo fundó construyendo vivienda que obsequió a la gente, creen que es una especie de profanación a la imagen del que fue su benefactor y con el que siguen agradecidos.
“A mí ningún, ningún, ningún gobierno me ha dado nada, me ha ayudado en nada. A mí no se me olvida lo que Pablo hizo por nosotros, por eso yo le pido a mi Dios que lo perdone por todas las cosas malas que hizo”, dijo Elbia, de 79 años, al periódico El Colombiano.
Como tantos del barrio, Elbia vivía con su esposo y su hija en un rancho en el basurero municipal de Moravia que se incendió en el 1982. Escobar les prometió nuevas casas y las construyó, pero nunca las terminó. Entregó las viviendas sin puertas ni ventanas ni acceso a servicios públicos, pero eso le bastó para tener el agradecimiento vivo de los beneficiarios hasta hoy.
BD/IJ