Europa, históricamente marcada por guerras como la Primera y Segunda Guerra Mundial, logró estabilidad con la creación de la Unión Europea. Sin embargo, tras tres años de guerra en Ucrania, el Consejo Europeo prioriza gastos en defensa y armas sobre desarrollo económico y social, una decisión que algunos consideran un "suicidio" para Europa.
Brújula Digital|09|03|25|
Roger Mendizabal
Tradicionalmente Europa se ha mantenido como un escenario de tensión permanente hasta llegar, durante la primera mitad del Siglo XX, a los máximos extremos de confrontación. Entre los años 1914 y 1918 Alemania, Italia y Austria-Hungría se enfrentaron al bloque de países conformado por Francia, Reino Unido, Rusia, Serbia, Italia, Grecia, Portugal, Rumania y Estados Unidos, en la denominada Primera Guerra Mundial. Después de transcurridos menos de 20 años se reeditó el mismo escenario de confrontación con la Segunda Guerra Mundial, en la que Alemania, Italia y Japón, como los tres países principales del eje, se enfrentaron contra las Potencias Aliadas, encabezadas por Gran Bretaña, la Unión Soviética y Estados Unidos.
Después de la desolación generada como consecuencia de ambos devastadores y sangrientos conflictos, ese mismo escenario de confrontación se mantuvo como el eje de la denominada Guerra Fría en la que, bajo la amenaza de la confrontación nuclear, se mantuvieron enfrascados Estados Unidos y la Unión Soviética, pugnando por mantener su hegemonía en sus respectivas áreas de influencia geográfica, así como la imposición de sus respectivos modelos de desarrollo capitalista y socialista.
Con el fundamental propósito de contener la inminencia de la expansión de la hegemonía de Rusia a los devastados países de Europa Occidental, Estados Unidos tomó la determinación de subvencionar la reconstrucción de los devastados países de Europa Occidental y alentó la posterior conformación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero que se concretó entre Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo- Este trascendental acuerdo se constituyó en el embrión que derivó en la paulatina conformación de la Comunidad Económica Europea, hasta la consolidación de este proceso de integración en la actual Unión Europea conformada por el conjunto de los países de Europa Occidental del que llegó a formar parte también el Reino Unido hasta su separación en enero de 2020.
Adicionalmente, después de la disolución de la Unión Soviética, en 1991, varios de los países de la Europa del Este llegaron a concretar, sucesivamente, su adhesión a la Unión Europea hasta quedar constituida por los actuales 27 países miembros cuyas decisiones se encuentran sujetas a la unanimidad.
Este exitoso proceso de preservación de la paz y de promoción del desarrollo económico y social se enfrenta actualmente, inconcebiblemente, amenazado.
Cumplidos los tres años de la devastadora guerra que tiene como escenario a Ucrania, el Consejo Europeo, conformado por los Jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países miembros de la Unión Europea, en su última sesión extraordinaria, celebrada el pasado jueves 6 de marzo, ha adoptado la decisión de invertir las prioridades que se mantuvieron asignadas a favor del desarrollo económico y social vigente en Europa y que dio lugar el denominado estado de bienestar en sus países miembros. El Consejo Europeo ha resuelto que se asigne la primera prioridad en los presupuestos y normas administrativas de la Unión Europea a los gastos a favor de la defensa y al despilfarro en la compra de las sofisticadas armas de destrucción masiva vigentes y que por mucho esfuerzo y sacrificio que se pudiera llegar a hacer no podrán equiparar su potencial a los niveles y potencia bélica desarrollada y mantenida en décadas particularmente en Estados Unidos y Rusia.
Esta determinación, junto al propósito del Presidente de Francia Emmanuel Macron de extender el poder de disuasión nuclear del que dispone actualmente Francia al conjunto de los países de la Unión Europea no puede llegar a tener otro significado que un virtual suicidio de Europa.
La única inversión rentable y que se debería mantener en Europa no es otra que la que se destine a negociaciones conducentes a la paz y al mantenimiento y expansión de todos los recursos que se tienen asignados y que se requieren seguir asignando a favor del desarrollo económico y social, la educación, la ciencia y la tecnología.
La inversión en armas es la que se debe destinar a la expansión y dominio de las vigentes armas del conocimiento, tal como lo ha venido haciendo China durante los últimos setenta años y con mayor énfasis en los últimos treinta, al igual que lo viene haciendo India en similar período, emulando a China.