El candidato de la oposición de centroizquierda, Yamandú Orsi, logró la victoria en las elecciones presidenciales de Uruguay.
EFE
Brújula Digital|Agencias|25|11|24
El candidato de la oposición de centroizquierda, Yamandú Orsi, logró la victoria en las elecciones presidenciales de Uruguay, según los resultados oficiales anunciados el domingo con el 99% de los votos escrutados.
La segunda vuelta, que se anticipaba muy ajustada, culminó con Orsi obteniendo el 49,81% frente al 45,90% del conservador Álvaro Delgado, afirma Reuters.
Ante una multitud de simpatizantes del Frente Amplio reunidos en Montevideo, Orsi declaró: "El horizonte se aclara. Seré el presidente que convoque al diálogo nacional una y otra vez. El país de la libertad, igualdad y fraternidad triunfa una vez más".
Orsi, de 57 años y exalcalde de Canelones, planea atraer inversiones y promover el crecimiento económico sin aumentar impuestos que puedan desalentar a las empresas.
También ha señalado su compromiso con la cooperación internacional para combatir el narcotráfico y fortalecer el sistema penitenciario.
Su victoria fue celebrada tanto por la Organización de Estados Americanos como por gobiernos latinoamericanos de diversas tendencias políticas. Por su parte, Delgado y el presidente saliente, Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, aceptaron rápidamente los resultados, felicitaron a Orsi y ofrecieron su colaboración para una transición ordenada.
La contienda, protagonizada por dos candidatos moderados, destacó en un año electoral global caracterizado por profundas divisiones políticas. Uruguay, con 3,4 millones de habitantes, es conocido por su estabilidad, sus playas y la legalización de la marihuana.
En octubre, Orsi obtuvo el 43,9% en la primera vuelta, mientras que Delgado logró el 26,8%, contando con el apoyo del Partido Colorado. Orsi aseguró que no habrá cambios drásticos en el modelo de un país tradicionalmente moderado y próspero.
Los resultados reflejan una tendencia global en la que los partidos gobernantes pierden apoyo, como ocurrió en países como Reino Unido, Japón y Estados Unidos, donde la inflación ha afectado la percepción de los gobiernos.
BD/MS