Respecto de la subvención a los hidrocarburos, Armin Dorgathen, presidente de YPFB, señaló a Brújula Digital que “la decisión de quitarla es claramente algo que golpearía a la población, es una solución que tiene un efecto colateral muy fuerte" en los niveles de inflación.
Armin Dorgathen, presidente de YPFB. Foto: YPFB
Brújula Digital |18|01|24|
Raúl Peñaranda U.
Durante los años de los dos gobiernos del MAS, Bolivia pasó de ser un exportador neto a un importador neto de hidrocarburos.
Hace una década se producían 60 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, cifra que cayó a alrededor de 35 millones en la actualidad. Hace 10 años la exportación bordeaba los 6.600 millones de dólares y la importación no superaba los 1.150 millones de dólares de gasolina y diésel. El superávit era de 5.000 millones de dólares. La renta gasífera (government take) era de casi 5.500 millones de dólares.
Hoy, en vez de superávit existe un déficit en el tema hidrocarburífero. En 2023 el país exportó unos 3.000 millones de dólares de gas, pero importó alrededor de 4.200 millones de gasolina y diésel. El subsidio la gestión pasada fue de 1.800 millones de dólares.
¿Cómo llegamos a esta situación? Brújula Digital entrevistó extensamente al presidente de YPFB, Armin Dorgathen para explorar este y otros temas relacionados.
Consultado sobre las reales reservas de gas natural en el país y sobre la ya famosa frase de una exautoridad del MAS que señaló que el país está sobre “un mar de gas”, Dorgathen señaló que “yo siempre digo, o sea, la gestión de hidrocarburos de Carlos Villegas en la gestión de Evo Morales fue excelente, se logró desarrollar, se logró inversiones para el país, se logró industrializar, se logró hacer grandes avances”.
Pero una vez que muere Carlos Villegas “como que se hubiera perdido totalmente el norte del tema hidrocarburífero en el país”, agregó. “O sea, muere Carlos Villegas y muere el norte. Yo siempre hago una analogía a un barco, murió el capitán y lo botaron junto con la brújula. Siempre digo eso, botaron el cadáver con la brújula y no supieron cómo continuar la gestión de Villegas”.
Dorgathen también criticó duramente la gestión del expresidente Carlos Mesa, durante la cual se dio a conocer un nivel de reservas “que nunca se comprobó, fue un engaño”. Dijo que "Mesa no tiene ninguna ética para hablar de hidrocarburos porque en su gestión hizo esta certificación que fue muy mal hecha, no mal hecha, muy mal hecha”.
Las reservas probadas y probables de Bolivia pasaron de 6,6 TCF (trillones de pies cúbicos) en 1997 a 30 TCF en 2005. Estimaciones posteriores colocaron las reservas en niveles mucho más modestos, de unos 20 TCF, pero esas cifras han seguido bajando. Dorgathen se negó a divulgar el último informe al respecto, pero hay quienes señalan que podrían estar en torno a unos 3,5 TCF, la mitad de hace tres décadas. O incluso menos.
Alta subvención
La crisis de la industria de los hidrocarburos en Bolivia se refleja también en los altos subsidios que se pagan para mantener el precio de 3,72 y 3,74 bolivianos por el litro de diésel y gasolina respectivamente, para el mercado interno.
El subsidio alcanzó en 2023 a 1.800 millones de dólares y explica en buena parte el déficit fiscal crónico que arrastra el país desde hace una década y que bordea el 7% del PIB.
Ese déficit, que el Gobierno enfrentan con créditos, ha generado una discusión en sectores económicos sobre si no es ya tiempo de, como se hizo en 1985, eliminar o por lo menos reducir la subvención, pero las autoridades han sido claras en que ello no sucederá debido al efecto que tendría una medida de ese tipo en el aumento de la inflación.
Al respecto, Dorgathen señaló que “la decisión de quitar la subvención es claramente una decisión que golpearía a la población, es una solución que tiene un efecto colateral muy fuerte” en los niveles de inflación.
En 2023, como ya se vio, la subvención fue de unos 1.800 millones de dólares (12.678 millones de bolivianos), lo que representó 66% más de lo proyectado en el Presupuesto General del Estado de ese año, cifra que fue de 7.642 millones de bolivianos. Ese es un patrón de todos los años, siempre el PGE estima una subvención menor a la que termina siendo al final de cada gestión.
Los analistas creen que este año sucederá lo mismo: el PGE ha estimado 9.803 millones de bolivianos (1.400 millones de dólares) de subvención para 2024 y que al final del año será superior. La previsión para 2024 es que exista una subvención de 2.875 millones de bolivianos menos que en 2023, lo que parece un contrasentido considerando que cada año aumenta el parque automotor.
El presidente de YPFB fue todavía más optimista: dijo a Brújula Digital que la subvención será solamente de entre 900 y 1.000 millones de dólares, el mismo nivel de hace 11 años (2013).
Dorgathen calculó que el litro de gasolina y diésel que importará Bolivia será de seis bolivianos, cuando el precio, estiman los analistas, será de casi 10 bolivianos, como en los años pasados, considerando el precio del petróleo en alrededor de 80 dólares el barril.
Medidas para el futuro
El presidente de YPFB señaló que espera reducir la subvención a los hidrocarburos mediante varias medidas. Por ejemplo, dijo, se han hecho mantenimientos a los tanques de importación que la empresa tiene en Arica para poder ingresar mayores volúmenes de crudo y con eso, “se ahorrarán unos 240 millones de dólares al año”. También expresó que el biodiesel será un factor importante para aumentar la producción local boliviana, reduciendo por lo tanto la importación y, con ello, la subvención.
En ese marco expresó que se han habilitado campos como Boquerón, con un potencial de producción de 2.000 barriles diarios y que se tiene previsto insistir en la exploración y explotación del Madre de Dios, en el norte amazónico boliviano, un proyecto hidrocarburífero muy polémico desde el punto de vista medioambiental.
Sin embargo, desde 2017 se vienen realizando anuncios de que esa zona será habilitada para la producción, pero ello no ha sucedido, precisamente por las dificultades medioambientales, pero también por lo remoto de la geografía, la falta de caminos, la ausencia de ductos, etc.
Dorgathen sin embargo se mostró confiado. Expresó que se puede hacer esa producción y que esta podría ser extraída en cisternas.
“Tenemos que hacerla porque de lo contrario en cinco años ustedes nos van a estar diciendo ‘no hay petróleo’ (…). Decir ‘uy, no hay accesos y por lo tanto no lo hago’, es la actitud que ha habido en el pasado y que ha generado que hoy tengamos estos déficits de producción”, expresó.
En ese marco también criticó las medidas del Gobierno de Evo Morales: “YPFB venía mucho tiempo sin explorar, en 2017 se aprobó una ley de incentivos de petróleo pesado que nos permitiera refinar diésel, la cual fue un fracaso y no solo un fracaso, sino un desincentivo, antes de eso se les pagaba en Notas de Crédito Fiscal un incentivo y al final se les quitaron estos y se desincentiva esa deuda. Nosotros los empezamos a pagar”, dijo.
“O sea, si la ley de incentivos funcionaba como debería haber funcionado, incentivaban la producción. Pero como no funcionó, desincentivó. Hoy día, sí tenemos incentivos y se van pagando los incentivos como lo estamos haciendo. Es por eso que hablaba del campo Boquerón. Boquerón es una sociedad, es YPFB Andina la empresa que produce junto con REPSOL”.
Con todo ello, expresó que hasta 2027 se puede aspirar a reducir en 50% las actuales importaciones de líquidos. “Solo este año vamos a lograr reducir un 10% de importación con las dos plantas de biodiesel y con el resto de los proyectos podemos cubrir un porcentaje mayor”, expresó.
Gas natural
En el tema del gas natural dijo que se están reponiendo las reservas a medida que se gastan aunque efectivamente Argentina ha reducido la importación de la producción boliviana. Algunas estimaciones establecen que ese país dejará de importar gas boliviano por completo en uno o dos años, en una situación que también se explica por la baja de producción boliviana: esta bordea los 35 millones de metros cúbicos día, que apenas alcanza para exportar a Brasil y suplir el consumo interno.
El ejecutivo dijo que la petrolera tiene proyectos para desarrollar nuevos campos gasíferos, pero que ello implica procesos largos, de por lo menos cinco años: primero se da la generación del proyecto, que puede tardar hasta seis meses “incluyendo todo lo que la misma prensa genera de incomodidad de la población”; en el tema de conseguir la licencia ambiental “hay una serie de problemas y de protestas de personas que ni siquiera son de las zonas específicas de los proyectos”, dijo. Luego se empieza con el “camino y planchado” (obras de acceso), lo que puede tardar hasta 12 meses; finalmente se da la perforación, que puede demorar 18 meses o más. Si hubiera gas en el pozo perforado, se requiere un plazo adicional para determinar si el yacimiento es comercialmente viable; una vez que se pasa esa fase se requiere otra licencia ambiental de producción.
“Por eso nosotros estamos empezando con crudo (petróleo) porque es mucho más fácil, no se necesitan ductos sino el transporte se puede hacer por cisternas. Donde tenemos petróleo tenemos que empezar a sacar en cisternas mientras se construye los ductos”, expresó.
BD/RPU
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