La república de Argentina prescindirá del gas boliviano el 2024, mientras que Bolivia llega al fin de su ciclo hidrocarburífero basado en el gas natural como fuente de ingresos para el Estado.
Brújula Digital |11|01|23|
La república de Argentina prescindirá del gas boliviano el 2024, mientras que Bolivia llega al fin de su ciclo hidrocarburífero basado en el gas natural como fuente de ingresos para el Estado, analiza Francesco Zaratti, experto en temas energéticos.
“Argentina tiene gas de sobra, lo que le falta es transporte para llegar con el gas de Buenos Aires y hasta el Noreste y así prescindir totalmente del gas boliviano, primero del GNL –que casi ha prescindido- y después del gas boliviano, ya no confían. Se han puesto una fecha de caducidad que es el 2024,debía ser el 2027, pero lo adelantaron al 2024”, señaló en entrevista con Brújula Digital.
Argentina apostó al gas no convencional del megacampo Vaca Muerta, del cual extraen el recurso no convencional por el sistema del fracking, considerado altamente impactante en términos ambientales.
Zaratti apuntó que el Gobierno argentino apostó con todo al gasoducto Néstor Kirchner para prescindir totalmente del gas boliviano. “Llegarían muy cerca de Bolivia con su gasoducto en caso de que quieran exportar a Brasil pasando por Bolivia, utilizando los ductos que tenemos (…). Entonces, la situación es bien sencilla, no hay esperanzas de gas, tampoco hay condiciones políticas para hacerlo”, sostuvo.
En esa línea dijo que sostiene la tesis, de que Bolivia que no está frente a un problema coyuntural en el tema del gas, sino a algo estructural, que se llama el fin del ciclo del gas. La producción de gas natural cayó de un promedio de 42,96 millones de metros cúbicos día (MMm3d) a 38,31 MMm3d para noviembre del mismo año.
Francesco Zaratti afirmó que hay razones técnicas geológicas que hacen ver que el gas de Bolivia ya se ha descubierto y estaba concentrado en el Sub Andino y en la parte Sureste del país, en El Chaco, los bolsones de gas, sobre todo en El Chaco tarijeño.
“Esos campos que están allá (Sub Andino) se han agotado y la posibilidad de encontrar otros de magnitud es mínima desde el punto de vista estructural, y también desde el punto de vista económico. Veo que las perspectivas no son tan buenas porque Argentina tiene gas de sobra”, afirmó.
En cuanto a Brasil, el principal mercado de gas, dijo que se desestima contratos de largo plazo como los suscritos antes de la era del MAS, lo cual hace ver que la tendencia son los contratos de corto plazo con múltiples clientes.
“Camisas de fuerza”
La Ley de Hidrocarburos y la Constitución Política del Estado dijo el especialista, se han constituido en “camisas de fuerza” por más que se quiera maquillar la situación, pues no se puede eliminar el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), que ha nacido al calor de tres megacampos, donde había una gran producción y una gran ganancia.
“Pero eso se ha agotado y está en vías de agotamiento, por tanto, ya no tiene sentido aplicar un impuesto que significa una participación del Estado cercana al 80%”, afirmó.
Sin embargo advirtió que cambiar las alícuotas del IDH no es tarea fácil, pues implica cambiar leyes y cambiar la Constitución, especialmente cambiar ideología. “El Gobierno sabe eso, no lo dice, no lo acepta y va en busca de paliativos”, dijo.
“El Gobierno nos distrae, afirma que Argentina nos paga 20 dólares (por BTU- Unidad Térmica Británica) de gas, que es una mentira, porque ha pagado un promedio de 10 dólares y cuando pagó 20 dólares, una parte, que eran ocho dólares se fueron para la multa a Brasil, y cuando Brasil no nos ha multado, Argentina no ha pagado 20 dólares”, explicó.
Otra de las distracciones de parte del Gobierno, dijo que están en torno al anuncio de pozos exploratorios. “Todos saben que las posibilidades son extremadamente bajas y un pozo que no sea comercial no va a resolver el problema porque estamos al fin del siglo del gas”, afirmó.
La cadena del déficit de combustibles
El indicador más preocupante en análisis de Zaratti, es el tema de los combustibles, pues si se extrae menos gas, se produce también menos líquidos asociados, y por tanto, se tiene que importar más.
“Tienes una oferta menor para el mercado de los combustibles, para básicamente gasolina y diésel¿y qué sucede?. Si ofreces menos y el mercado demanda más, tienes que importar más, y si encima de eso debes importar más caro porque el precio del petróleo se ha ido hacia arriba -aunque se está estacionando alrededor de 80 dólares, y ya no en 120 dólares el barril, igual el precio es muy elevado”, aseveró.
El valor de las importaciones de diésel y gasolina superó en más de $us 1.000 millones (a septiembre de 2022) al de las exportaciones de gas natural, un indicador que denota la delicada situación del sector hidrocarburífero de Bolivia y que proyecta un déficit comercial energético para los próximos años.
“Entonces, en este caso debes gastar más divisas porque la demanda crece, pero por otro lado tu participación con tu propia producción nacional cada vez es menor y encima los precios suben y aunque el barril del petróleo –es interesante- baje, no baja al mismo nivel el precio del barril del diésel, porque para producir diésel hay otros componentes, no es solo petróleo, necesitas químicos, una serie de insumos que han encarecido en el mercado internacional”, citó.
En esa línea, Zaratti calificó como un “golpe de gracia” al actual sistema hidrocarburífero al subsidio, pues si se destinan 2.000 millones de dólares para comprar diésel, ese mismo monto no es recuperado con la venta de combustibles en el mercado interno, porque se lo vende a un precio menor del que se está pagando.
BD