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Economía | 10/08/2023   04:50

Ensayo de Gustavo Fernández: El litio en el umbral del Siglo XXI

El litio será el eje en torno al cual se moverá la economía, la geopolítica interna y la política exterior boliviana de los próximos 30 años.

Brújula Digital |10|08|23|

Ensayo de Gustavo Fernández

El litio será el eje en torno al cual se moverá la economía, la geopolítica interna y la política exterior boliviana de los próximos 30 años. Trataré de explicar las razones de esa afirmación.

Los datos

1.La transición a energías limpias, uno de los mayores desafíos industriales que jamás se haya emprendido, es un paso ineludible en la respuesta al desafío existencial del cambio climático y el litio y el níquel son imprescindibles en el nuevo paradigma de desarrollo del siglo XXI, de paso de las energías fósiles a las verdes. Su cadena de valor –que incluye carbonato, hidróxido, cátodos, celdas, baterías– es una industria química y de ensamblaje, de capital intensivo y alta sofisticación tecnológica.

El triángulo sudamericano exporta actualmente carbonatos de litio. Los expertos coinciden que fabricar baterías en Sudamérica no tiene, por ahora, mucho sentido. Las baterías son pesadas, la distancia a las fábricas es muy grande y las celdas son altamente volátiles, difíciles de transportar. No se pueden exportar por avión y las travesías por barco son muy largas.

2. Tampoco quedan dudas sobre la magnitud del crecimiento de la demanda y los precios. “Pese a que la innovación tecnológica puede reducir eventualmente la demanda, todas las proyecciones muestran que el mundo encara una dramática escasez de esos minerales, en el largo plazo”[1].

Las cifras respaldan esa sentencia. De la demanda de 214.00 toneladas que estimaba CEPAL en el 2018[2], pasamos a 1.793.000 en 2030 en los estudios de CODELCO[3]. Por su lado, la Agencia Internacional de Energía proyectó un aumento del consumo de cuarenta veces entre 2021 y 2040[4]. El Foro Económico Mundial, calculó en 25% anual la expansión de la demanda hasta 2030.

Esas tendencias se reflejan en el alza significativa y constante de precios del litio y otros minerales esenciales. El ejemplo a mano es el de las exportaciones chilenas. Pasaron de 927 a 7.510 millones de dólares, entre 2021 y 2022, porque el precio de los carbonatos que vende se incrementó entre 600% y 1.200%, en un año[5].

3. La otra característica que hay que subrayar es la alta concentración de recursos, reservas y producción de litio y carbonato de litio.

En efecto, en el territorio de Bolivia, Argentina y Chile se encuentra el 66% de los recursos mundiales de litio, al tenor de la información de Codelco[6]y 56,3% si se siguen los datos de CEPAL[7]. Lejos, suman 26% los yacimientos de rocas duras (pegmatitas), de Australia, Estados Unidos, Congo y Canadá. El 8% restante, en rocas sedimentarias, está localizado en Estados Unidos, México, Perú y Serbia.

La tabla de reservas certificadas es distinta, conforme lo acredita CEPAL, con esta secuencia: Chile (41,0%), Australia (25,4%), Argentina (9,8%), China (6,7%) y Estados Unidos (3,3%). Con 550.000 toneladas, Australia fue la primera productora mundial de carbonato de litio en 2022, seguida por Chile, con 240.000 toneladas, China con 150.000 y Argentina con 50.000[8]. Bolivia no aparece en la mención cepalina de reservas certificadas y de producción.

4. En la división del trabajo actual, un conjunto de países, entre ellos los de América Latina, controlan, aguas arriba, la producción de materias primas. Aguas abajo, otro grupo, liderado por China, manufactura baterías de iones de litio de estructura bipolar. La Unión Europea acaba de comprometer la inversión del Proyecto Prometheus, por un monto total de 5.200 millones de euros, para la fabricación de baterías en estado sólido[9]. Este proceso de caracteriza por un alto grado de expansión y concentración en un conjunto reducido de empresas.

5. Bolivia tiene los mayores recursos de litio del mundo. En los salares de Uyuni, Pastos Grandes y Coipasa, en los departamentos de Potosí y Oruro, se encuentran 21 millones de toneladas, según el US Geological Survey[10] o 23 millones al tenor de un reciente anuncio presidencial[11]. Según CEPAL, representan el 24% del total global y 30%, en los datos del mencionado Informe de CODELCO. Esos son los números que hay que tener en cuenta.

6. Bolivia exportó apenas 52 millones de dólares de litio, en 2022. Como ya vimos, CEPAL no la incluye entre los países con reservas certificadas (aunque CODELCO, la coloca en segundo lugar, detrás de Chile, con cerca de 8,5 millones de toneladas). Entró tarde, lo cual no es necesariamente malo porque, luego de la pandemia, la guerra de Ucrania y los desastres naturales a lo largo de todo el planeta, la competencia real recién comienza.

El acuerdo que Evo Morales firmó con Alemania en diciembre de 2018, con una concesión a la empresa Advanced Clean Innovations, fue abrogado por su mismo gobierno por presión del Comité Cívico de Potosí.

El gobierno de Luis Arce, en enero y junio de este año, 2023, adjudicó dos concesiones. La primera al Consorcio chino CBC ( CATL[12], BRUMP & CMOC) y la segunda a Citic Guoan y la rusa Uranium One Group. Con una inversión total de 2.800 millones de dólares se espera que en 2024 el país exporte 65.000 toneladas de carbonatos. El acuerdo incluye la fabricación de cátodos y baterías.[13]

Es evidente que Chile y Argentina disfrutan de claras ventajas en desarrollo tecnológico, infraestructura, servicios; acceso a puertos, en su competencia con Bolivia. A primera vista, hay campo para todos en un mercado dilatado, pero por un buen tiempo flotará la pregunta de si la suma de recursos naturales y capacidad tecnológica que aporta la alianza de Bolivia con una gran corporación china, fue suficiente para equilibrar esa batalla.

Repercusión política y geopolítica global

7. No es necesario dar muchas vueltas para concluir que las grandes potencias mundiales harán todo lo que esté a su alcance para asegurar el acceso y control de los minerales esenciales para la transición energética, eje ordenador del sistema económico y la geopolítica mundial en este siglo. Son materias primas de carácter estratégico, en todas sus dimensiones. Estarán en el meollo de la contienda industrial y tecnológica del futuro inmediato. Punto.

8. Por lo demás, ese es el mensaje explícito de las grandes potencias. Altos funcionarios norteamericanos coinciden que “el abastecimiento seguro de los minerales necesarios para fabricar baterías para vehículos eléctricos, es uno de sus desafíos más apremiantes[14]. Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos –refiriéndose implícitamente a los países de América que poseen litio, cobalto, cobre, níquel, los minerales esenciales para a esa transición—lo puso de esta manera: “queremos que se unan a nosotros. De hecho, necesitamos que se unan a nosotros” [15]. Lo repitió Ursula von der Leyen, Presidente de la Comisión Europea, en Santiago, en junio de este año, al anunciar que había acordado trabajar con Chile en una asociación estratégica en litio y en toda la cadena de valor[16], objetivo que se concretó un mes después en Bruselas, con la firma de un Memorando de Entendimiento al término de la reunión CELAC/UE[17].

Por cierto, la ecuación de la transición energética simplemente “es imposible sin la participación (de China)”[18], porque “domina actualmente el procesamiento global de minerales críticos de alta demanda, empleados en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos y para almacenamiento de energías renovables” [19].

9. En la posición actual de las fichas en el tablero latinoamericano, las grandes corporaciones chinas operarán en Bolivia y las norteamericanas y europeas en Argentina y Chile. En términos económicos y tecnológicos y posición en el mercado, las firmas chinas llevan ventaja, como ya se ha dicho. El juego recién comienza y llevará mucho tiempo. En la perspectiva de los intereses latinoamericanos, el ideal sería que las grandes empresas de Estados Unidos, Europa y China, operen y compitan en todos los países del triángulo del litio, pero es improbable que eso ocurra.

10. Atentan contra esa posibilidad consideraciones geopolíticas. Los gobiernos occidentales procurarán reducir cuanto puedan la presencia china en el continente, argumentando que esa potencia hace vista gorda frente a la corrupción, degrada el medio ambiente y es tolerante, si es que no cómplice, con los gobiernos autoritarios. Desde luego, en el otro bando se aducirá que las firmas asiáticas no imponen condiciones políticas a sus inversiones y que son respetuosas de la soberanía nacional.

En ambos casos, detrás del relato se oculta su interés primordial: acceder a materias primas críticas y, en lo posible, frenar al rival, en una competencia durísima por el control de recursos escasos.

11. En esa lógica, están en marcha planes como “la alianza de seguridad de minerales esenciales”, que promueve el Departamento de Estado con 13 países desarrollados o el “club de compradores de minerales esenciales”, que propicia el Grupo de los Siete, para acordar pautas y condicionalidades comunes sobre trabajo y medio ambiente, que apliquen en sus negociaciones con los productores de esos minerales.[20]

12. Las presiones geopolíticas chocan con los planes y comportamiento de las grandes corporaciones, de uno y otro lado, cuyas cadenas de valor están interconectadas. Así lo prueba el anuncio de Ford de un plan para instalar una fábrica de 3.500 millones de dólares, en Michigan, que use tecnología de CATL (si, la misma empresa que ganó la concesión para invertir en Uyuni). Ford aduce que tomó esa decisión porque CATL abastece con sus productos a General Motors, Volkswagen, BMW, Tesla, entre otros; porque es una batería más barata y durable que las alternativas existentes y porque, además, será mejor fabricar la batería en Estados Unidos que importarla.[21]

Naturalmente, ambos, occidentales y asiáticos, tratarán de impedir que los productores de litio o níquel se organicen y concreten acuerdos de regulación de precios, en el modelo de OPEP en hidrocarburos, que perjudiquen a sus propios productores de minerales (las naciones del G-7 producen hoy el 30% de carbonatos de litio y 20% del cobalto y níquel).[22]

A esa confrontación se ha tenido que referir el Presidente Arce en su discurso del 6 agosto, cuando habló de “amenazas externas” por el control del litio[23]. La respuesta de los productores, especialmente de los del triángulo sudamericano, no puede ser otra que la de la afirmación colectiva de su derecho de privilegiar sus propios intereses. No deben ceder a la exigencia de alineamientos geopolíticos ajenos, que los coloquen entre el yunque y el martillo.

Esperemos que esas presiones, lejos de desalentar a los productores latinoamericanos, los incentive a intercambiar información, coordinar iniciativas, compartir estrategias, mirar de manera conjunta las políticas y proyectos que brotarán en torno a este nuevo eje de desarrollo regional. No se trata sólo de la exploración y explotación de los minerales esenciales, sino de los planes de industrialización, formación de recursos humanos y de los servicios vinculados a las cadenas de valor del litio.

Consecuencias en Bolivia

13. En Madrid, en 2001, escuché que el presidente de REPSOL le decía al Rey Juan Carlos que las reservas bolivianas de gas natural alcanzaban para cubrir por un siglo la demanda de energía de España y ahora es sabido que duraron un poco más de 20 años. Esa experiencia y muchas otras me enseñaron a ser cauto, pero, aun así, a la luz de los datos que acabo de recapitular, es muy difícil resistir la tentación de afirmar que Bolivia está en el umbral de un nuevo ciclo económico y político, comparable o mayor a los de la plata, el estaño o el gas.

14. El cerro de Potosí cambió la historia de España y tal vez del mundo, pero en el Alto Perú solo dejó socavones agotados. El del estaño, del que el país vivió por más de medio siglo, concluyó con la gran crisis de los años 80, la memoria dramática de la Marcha por la Vida y miles de mineros despedidos. El del gas, mucho más corto, de poco más de dos décadas, cambió el tamaño económico del país, redujo la pobreza, aceleró la gestación de la sociedad urbana, de clases medias, que empieza a tomar cuerpo. Sus reservas se exportarán todavía y, en todo caso, cubrirán el consumo nacional por algún tiempo. Pero tiene fecha de caducidad definida por el desarrollo del potencial gasífero de Brasil y Argentina y el fin anunciado de la energía fósil, en 2050.

15. El horizonte del litio se anticipa más amplio. Sin caer en pronósticos exagerados, en una previsión razonable, con los precios actuales y la proyección de producción de los contratos ya firmados, Bolivia podría exportar carbonatos de litio por un valor cercano a los 10.000 millones de dólares por año, en el curso de la próxima década (en su mejor momento, las ventas de gas natural se movieron en el rango de los 5.000 millones de dólares al año). Es muy probable que los precios, el volumen de nuestras ventas y la participación en fases más avanzadas de las cadenas de valor del litio, mejoren sensiblemente en el futuro. Desde luego, se sumarán a las ventas de otros minerales, gas y la agro industria nacional y su efecto positivo se reflejará en el aumento y la diversificación de la producción y las exportaciones nacionales, el equilibrio fiscal y la mejoría de los números de la balanza comercial, las inversiones y la deuda.

El desafío no se limita a la explotación de salares. Requerirá inversión masiva en infraestructura física y digital; servicios tecnológicos, financieros y hoteleros; formación de recursos humanos; generación de energías renovables. Si esa tarea culmina con éxito, insertarán a Bolivia en la cadena de valor económica y tecnológica más importante de este siglo. Ni más ni menos.

16. Hay otra consecuencia muy importante. Parecía que la gran crisis del estaño de los 80 –el cierre de las minas, la relocalización—y el tendido del gasoducto Corumbá-San Pablo, sellaban el crepúsculo de la minería boliviana y el desplazamiento gradual y definitivo del eje económico de los andes a las tierras bajas de la cuenca del plata.

El polo de desarrollo del litio significa el resurgimiento de la minería de occidente, en Potosí y Oruro, los departamentos de mayores índices de pobreza y emigración, con los que el país tiene una larga deuda pendiente (como sostiene acertadamente Ronald Nostas en su columna de El Deber). Trae de la mano la reconfiguración de la balanza de equilibrio de poder económico interno, por un lado y de la proyección externa boliviana, por otro.

Si mi cálculo no es errado, la estructuración de un Eje del Sur, que complete y complemente el eje central La Paz-Cochabamba-Santa Cruz, cambiará la dirección y el contenido las tensiones regionales entre oriente y occidente, bajo cuyo alero se cobijaron falsas acusaciones de separatismo. Será una conversación de tres, ya no solo el forzado y engañoso debate de cambas del llano y collas del altiplano.

Finalmente, volverá a poner sobre la mesa la importancia histórica del Pacífico en la economía y política nacional y repondrá el papel geopolítico y estratégico de Bolivia en el centro del continente, como puente entre las cuencas del Plata y del Pacífico ahora y la del Amazonas, muy pronto.

17. Esos son los números, los hechos y las proyecciones. Es en esa contienda estratégica en la que participará Bolivia. Necesitará una enorme capacidad de negociación, técnica, política y diplomática, que recuerde constantemente que los Estados no tienen amigos, solo intereses. La gran pregunta es si, unidos, seremos capaces de concretar esa oportunidad y aprovecharla para la transformación estructural de la economía, la conformación de una sociedad más integrada y justa y un sistema político democrático, de inclusión y libertad.

Optimista incorregible como soy, apuesto a que sí.

Gustavo Fernández, de profesión abogado, fue diplomático, ministro de la Presidencia y canciller de la República.



[1]New York Times. The US need minerals for electric cars. Everyone else needs them too. May 21, 2023)

[2] CEPAL; Perspectiva Internacional 2018

[3] CODELCO (2020). Oferta y demanda de litio hacia 2030.

[4] New York Times. May 21, 2023

[5]"Radiografía del Mercado del Litio: Una Perspectiva desde el Comercio Internacional". Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) 2023.

[6] Comisión chilena del Cobre. Ministerio de Minería. CODELCO. 2020. Oferta y demanda de litio hacia 2030.

[7] CEPAL. Extracción e industrialización del litio. Junio, 2023

[8] CEPAL. Extracción e industrialización del litio. Junio, 2023

[9] EMOL. UE compromete millonaria inversión. Agosto 7, 2023

[10]The Economist. How Bolivian lithium could help fight climate change. December 8, 2021

[11] El Deber. Arce anuncia más litio. Julio 21, 2023

[12] Contemporary Amperes Technology Co. Limited (CATL), con valor de mercado de doscientos mil millones de dólares, que fabrica más de un tercio de las baterías eléctricas para vehículos del mundo.

[13] Los Tiempos. Bolivia apunta a producir 65.000 toneladas al año. Junio 30, 2023

[14]New York Times. The US need minerals for electric cars. Everyone else needs them too. May 21, 2023

[15] Jake Sullivan. Consejero Nacional de Seguridad. Discurso en Brookings Institution. Abril 27, 2023

[16] DW. UE y Chile desarrollarán alianza estratégica sobre litio. Junio 15, 2023

[17] EFE. Acuerdo de la UE con Chile. Julio 18, 2023

[18]The Economist. A battery supply chain that excludes China looks impossible. July 17, 2023

[19]New York Times. The US need minerals for electric cars. Everyone else needs them too. May 21, 2023

[20]New York Times. The US need minerals for electric cars. Everyone else needs them too. May 21, 2023

[21]New York Times. Lawmakers challenge Ford and Chinese battery partner. July 21, 2023.

[22]NYT. The US need minerals for electric cars. Everyone else needs them too. March 21, 2023)

[23]Brújula digital. Agosto 7, 2023





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