Un servicio exterior profesional, institucionalizado y tecnificado es condición necesaria para defender los intereses del país en un mundo cada vez más complejo, competitivo y en constante cambio.
Brújula Digital|24|07|25|
Andrés Guzmán
El Servicio de Relaciones Exteriores de un país es la entidad encargada de ejecutar la política exterior, representar oficialmente al Estado ante la sociedad internacional y defender sus intereses, tanto en el plano bilateral como en el multilateral.
Está compuesto por un equipo técnico especializado en diplomacia, relaciones internacionales y otros campos relacionados, comparable, en términos funcionales, a las Fuerzas Armadas en el campo de la defensa. Actúa como un cuerpo profesional que asesora al Poder Ejecutivo y se encarga de implementar decisiones estratégicas, aunque la dirección de la política exterior sea una atribución del Presidente del Estado (artículo 172 de la Constitución Política del Estado).
La profesionalización del cuerpo diplomático permite resguardar los intereses permanentes del Estado frente a los vaivenes ideológicos o partidarios de los gobiernos de turno. Un servicio exterior institucionalizado garantiza continuidad, coherencia, capacidad técnica y proyección internacional de largo plazo, independientemente de los ciclos políticos internos. Esto lo demuestran países con tradición institucional diplomática como Brasil, Chile o Perú, donde más del 80% de los embajadores provienen de la carrera diplomática profesional.
En Bolivia, los esfuerzos por institucionalizar la carrera diplomática se remontan a 1954, cuando el presidente Víctor Paz Estenssoro creó el Instituto de Estudios Internacionales “Antonio Quijarro”, mediante el Decreto Supremo 3710. Este instituto, dirigido inicialmente por el ilustre diplomático Jorge Escobari Cusicanqui, formó a los primeros diplomáticos de Bolivia mediante programas de tres años de estudio riguroso.
Durante la década de 1960, su funcionamiento fue interrumpido por decisiones de los gobiernos de turno. Sin embargo, en 1974, se reactivó con un curso para los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores. Al año siguiente, en 1975, el instituto fue renombrado como Academia Diplomática “Antonio Quijarro”, bajo la dirección de Óscar Cerruto, otro referente de la diplomacia boliviana. Esta etapa se mantuvo hasta 1993, cuando se aprobó la Ley 1444 del Servicio de Relaciones Exteriores, durante el gobierno de Jaime Paz Zamora.
Con esta ley, la Academia pasó a denominarse “Rafael Bustillo”, en homenaje al diplomático boliviano que defendió los derechos del país sobre las costas del Pacífico en el siglo XIX. Bajo ese nombre se graduaron varias promociones más, hasta que, en 2013, durante el gobierno de Evo Morales, se promulgó la Ley 465 del Servicio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional.
Esta nueva ley consolidó formalmente la carrera diplomática, confirmó el escalafón diplomático y estableció que el ingreso al Servicio de Relaciones Exteriores debe realizarse exclusivamente a través de la Academia Diplomática Plurinacional (APD), mediante convocatoria pública y formación especializada.
Sin embargo, esta normativa no ha sido respetada. La Disposición Transitoria Primera de la Ley 465 permitía un acceso “excepcional” sin concurso ni formación en la ADP. Esta vía fue utilizada para incorporar funcionarios sin cumplir los requisitos legales. En 2021, el Tribunal Constitucional Plurinacional, mediante la Sentencia Constitucional 0016/2021, declaró inconstitucional esa disposición y el Decreto Supremo 4240, reafirmando que el acceso a la carrera diplomática debe ser meritocrático, transparente y sujeto a formación previa.
A pesar de este pronunciamiento, cuatro años después, la mayoría de los cargos diplomáticos siguen ocupados por funcionarios designados políticamente, sin carrera ni formación diplomática. Según la nómina oficial de embajadores y cónsules publicada por el Ministerio de Relaciones Exteriores en junio de 2025, cerca al 5% de las designaciones actuales provienen del escalafón diplomático, en contraste con países vecinos como Perú (más del 90%), Chile y Brasil (más del 80%).
Esta situación conlleva las siguientes consecuencias:
• Se desaprovecha décadas de inversión estatal en formación diplomática.
• Se reduce la calidad y continuidad de la política exterior.
• Se debilita la representación internacional de Bolivia, al ser asumida por funcionarios sin preparación técnica.
• Se viola el principio constitucional de mérito e igualdad en el acceso a la función pública.
Incluso la actual canciller, Celinda Sosa, reconoció ante la Asamblea Legislativa Plurinacional que el Ministerio de Relaciones Exteriores carece actualmente de servidores públicos de carrera, lo que confirma el estado crítico de la institucionalidad diplomática.
Frente a este sombrío panorama, surge una luz de esperanza: la Asociación de Egresados de la Academia Diplomática ha sido recientemente reorganizada y ha elegido una nueva directiva, encabezada por el diplomático de carrera Javier Viscarra. Esta reorganización tiene como objetivo contribuir a la recuperación de la institucionalidad del Servicio de Relaciones Exteriores, fortalecer la carrera diplomática y promover una política exterior coherente, estratégica y profesional.
Esta tarea exigirá coordinación con el poder político, respeto estricto a la normativa vigente y la incorporación de los egresados de la ADP, incluidas las promociones más recientes, así como otros profesionales en relaciones internacionales que cumplan los requisitos legales para contribuir al servicio exterior del país.
La carrera diplomática boliviana existe en lo normativo, pero ha sido desarticulada en la práctica. Restaurarla no es sólo una reivindicación profesional, sino un imperativo estratégico para Bolivia. Un servicio exterior profesional, institucionalizado y tecnificado es condición necesaria para defender los intereses del país en un mundo cada vez más complejo, competitivo y en constante cambio. Reinstitucionalizar la carrera diplomática no es una opción, es una necesidad urgente.
Andrés Guzmán es diplomático de carrera, graduado de la Academia Diplomática Boliviana “Rafael Bustillo”.