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Economía | 18/09/2024   05:00

|OPINIÓN|Evo, Lucho, es la economía, !estúpidos!|José Gabriel Espinoza|

Brújula Digital|18|09|24|

José Gabriel Espinoza

Como era de esperarse, Luis Arce ha vinculado el ciclo de movilizaciones que comenzó esta semana con las aspiraciones políticas de Evo Morales. Según el presidente Arce, los bloqueos y las marchas tienen un solo objetivo: lograr la nueva postulación de Morales a la presidencia en 2025.

Primer hecho: Arce está dispuesto a fortalecer la figura de Morales con tal de negar el malestar popular respecto a la situación económica.

Por su parte, Morales ha iniciado una marcha hacia La Paz con el argumento de la crisis económica. Morales sostiene que Arce no ha sabido gestionar la situación, que cada día tiene un impacto más profundo en la economía familiar, reflejado, entre otros indicadores, en el incremento sostenido de los precios de la canasta básica. No obstante, Morales también ha incluido en su pliego aspectos relacionados con su posible candidatura en 2025.

Segundo hecho: Morales intenta capitalizar el descontento económico para impulsar su nueva postulación.

El común denominador en ambas posiciones es el malestar popular con la economía. Mientras Arce intenta ocultarlo, Morales lo utiliza como herramienta política; sin embargo, con esas posturas, ambos confirman su existencia. Este no es un detalle menor.

Hasta antes de las movilizaciones, las preocupaciones sobre la escasez de dólares provenían principalmente de los sectores más formales de la economía. Representantes del sistema financiero, del transporte internacional y, sobre todo, de gremios de importadores, experimentaban un aumento en sus costos a medida que las divisas generadas por el sector exportador dejaban de ser suficientes para cubrir sus operaciones. El gobierno de Arce respondió con acuerdos y medidas para apaciguar el malestar de los importadores o, en la mayoría de los casos, solamente ganar tiempo sin tomar decisiones clave para enfrentar la crisis.

Es cierto que, en los últimos 20 meses, los sectores de la economía popular también protestaron. Al igual que las grandes empresas importadoras, la economía popular, que está fuertemente integrada al mercado internacional, requiere divisas para operar. Sin embargo, las protestas eran esporádicas ya que este sector ha podido mitigar en parte los efectos de la crisis gracias a sus propios mecanismos de adaptación.

Entonces, ¿qué ha cambiado? Pues bien, en agosto ya hemos observado un cambio significativo en la evolución de la inflación. Incluso en los indicadores oficiales, que han sido duramente cuestionados, el aumento de precios fue del 1,58% mensual, cuatro veces más que el promedio de los primeros siete meses del año. De continuar esta tendencia, podríamos cerrar 2024 con una inflación de dos dígitos, algo que no hemos visto en muchos años.

Pero no es solo la inflación, también está la caída en los ingresos familiares. Como ya se anticipaba a principios de año (véase el Informe de la Fundación Milenio, por ejemplo), el mercado laboral pospandemia se ha precarizado aún más. Con la caída de los ingresos principales, los hogares han comenzado a depender en mayor medida de actividades informales, lo que ha llevado a una mayor ocupación, pero con ingresos menores.

Si a este panorama de aumento sostenido de precios le sumamos la creciente escasez de combustibles y divisas, es evidente que la economía popular se ha deteriorado tanto o más que la de los sectores formales.

Tercer hecho: Ahora es la economía popular la que está protestando.

En definitiva, reducir las movilizaciones a una simple disputa partidaria, sería un error. En el fondo, la motivación de muchos sectores que se movilizarán es real y no puede ser ignorada. La economía en la base popular se ha deteriorado a niveles que no se veían en décadas y sin acciones efectivas por parte del Gobierno, es probable que la conflictividad social aumente, superando incluso las disputas internas del masismo.

José Gabriel Espinoza es economista, fue director del Banco Central de Bolivia.





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