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El reciente desplome en los precios internacionales de la soya está teniendo un impacto significativo en Bolivia y otros países productores de la región. Este lunes 12 de agosto, el precio del commodity sufrió una caída notable después de que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) confirmara pronósticos de una elevada producción de soya en ese país. En consecuencia, los precios en la Bolsa de Chicago, que ya venían cayendo, profundizaron su descenso, con el contrato de septiembre perforando la barrera de los 360 dólares por tonelada.
La situación es particularmente preocupante para Bolivia, donde la soya es uno de los pilares de su economía agrícola. La caída de precios no solo amenaza con reducir los ingresos por exportaciones, sino que también pone en riesgo la estabilidad económica de productores bolivianos que dependen de este cultivo.
El panorama internacional no es alentador. La campaña estadounidense ha sido casi perfecta en términos de clima, lo que ha favorecido un rendimiento que podría alcanzar niveles récord. A esto se suman otros factores que ya venían presionando a la baja los precios de la soya, como la desaceleración de la economía china, altos niveles de stock y perspectivas de una buena producción global; según un reporte de Bloonberg.
Este escenario plantea un desafío doble para los exportadores latinoamericanos, incluyendo a Bolivia. Por un lado, la mayor oferta proveniente de Estados Unidos ejerce una presión significativa sobre los precios internacionales. Por otro lado, la menor demanda desde China, principal comprador de soya, agrava aún más la situación.
Para Bolivia, que representa el 0,2% de las exportaciones mundiales de soya, el impacto es particularmente severo. La caída en los precios internacionales se traduce directamente en menores ingresos para el país, afectando su balanza comercial y la economía de las regiones productoras.
En su informe, la consultora argentina Delphos Investment señala: "El reporte de USDA trajo malas noticias para los productores domésticos, ya que las proyecciones de la cosecha estadounidense de soya y maíz fueron mejoradas a un nivel que sería récord histórico". Esto implica que la relación stock/consumo de la soya sigue empeorando, lo que presiona aún más los precios a la baja.
En las primeras horas del martes 13 de agosto, la caída de los precios continuó, con los futuros para septiembre cotizando a 350 dólares la tonelada métrica, el nivel más bajo desde septiembre de 2020. Este descenso afecta directamente a los productores bolivianos, quienes ya enfrentan una encrucijada debido a las condiciones desfavorables del mercado global.
Bolivia, junto con otros países sudamericanos como Argentina, Brasil, Paraguay, y Uruguay, enfrenta un panorama complicado, donde la combinación de una mayor oferta de soya en Estados Unidos y una demanda debilitada en China golpea duramente sus economías. Con la soya habiendo alcanzado un máximo histórico de 650 dólares por tonelada en 2012, los valores actuales ajustados por inflación están lejos de aquellos niveles, lo que refleja la gravedad de la situación actual para los productores de la región.
BD/RED