Brújula Digital|24|05|24|
Agustín Zambrana
El presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Edwin Rojas, ha confirmado que la devolución de los dólares a la banca privada se postergará hasta 2026. Rojas insiste en que los recursos necesarios provendrán de la “propia economía”, una respuesta que es esquiva y vaga, revelando una preocupante falta de planes concretos y admitiendo indirectamente que no tienen el dinero que la banca les confió y otorgó que por cierto son de los ahorristas bolivianos.
Este anuncio no solo desata incertidumbre financiera sino que pone en evidencia la grave incompetencia en la gestión económica del país a cargo del MAS y su modelo Plurinacional.
El desliz del dólar, que hoy el #DolarTilin casi roza los nueve bolivianos, comparado con un 6,96 a principios de año, es un síntoma alarmante de la volatilidad que enfrenta nuestra economía. Este aumento sostenido y peligroso en el tipo de cambio exige un “sinceramiento” urgente por parte del gobierno, que hasta ahora parece navegar en un mar de negación y mentiras. ¿Está el Gobierno realmente siendo transparente con nosotros? ¿Por qué no se abordan con honestidad los desafíos económicos actuales que enfrentamos día a día en esta crisis económica absoluta?
¿Cómo es posible que el BCB juegue con el futuro económico de Bolivia? Los “supuestos logros de crecimiento” que el presidente del BCB proclama no deben distraernos del hecho real: las reservas de divisas están siendo mal gestionadas, comprometiendo la estabilidad económica del país. ¿Acaso no es evidente que estamos viviendo una crisis económica que se mide día a día?
Es urgente que el BCB adopte una política de transparencia y elabore un plan claro y a corto plazo para recuperar y fortalecer estas reservas. Deben tomarse medidas para fomentar la inversión extranjera directa y mejorar los ingresos por exportaciones, asegurando así la estabilidad del boliviano frente al dólar.
El presidente Luis Arce y el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, deben actuar con transparencia, urgencia y dejar la soberbia. Bolivia no puede permitirse esperar hasta 2026 mientras la confianza en nuestra economía se desvanece. La falta de acciones concretas podría llevar al país a una debacle económica y social absoluta.
Las promesas del BCB son una devaluación no sólo del valor de nuestra moneda, sino de la confianza en nuestro sistema financiero. Bolivia se enfrenta a un futuro económico incierto y posiblemente convulsionado si no se implementan cambios drásticos en la gestión y políticas económicas de inmediato. ¿Hasta cuándo el Gobierno seguirá evitando las respuestas que la ciudadanía demanda frente a la inminente crisis?
Agustín Zambrana es integrante de El Bunker.