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Cultura | 21/07/2024

Taika Waititi y “Cazando salvajes”: humor inteligente

Taika Waititi y “Cazando salvajes”: humor inteligente

Brújula Digital|21|07|24|

Fernando Molina|Tres Tristes Críticos|

Ahora es posible para el público boliviano encontrar, digamos que “a mano” (Netflix), otra obra firmada por el director, guionista y actor neozelandés Taika Waititi, bien conocido por dirigir y escribir “Thor: Love and Thunder” y “Thor: Ragnarok”, las pelis más divertidas de esta franquicia. Pero a quien sobre todo le debemos la inteligente “Jojo Rabitt”, comedia dramática sobre un niño de las juventudes hitlerianas y su madre resistente que la rompió en 2019.

Respecto a “Jojo Rabbitt” escribí en su momento: “En muchos pasajes, la película es muy graciosa e incluso hilarante. Pero también es más que eso. Para explicar este aserto voy a recurrir al filósofo Henry Bergson, que en su estudio sobre la risa diferencia entre efectos cómicos superficiales y profundos. Lo hace de la siguiente manera: un hombre distraído va caminando y, zas, cae a un pozo; se produce un efecto cómico superficial o mecánico. En cambio, si el hombre cae en el pozo porque andaba tras una estrella, produce un efecto cómico de mayor calado. Según este filósofo francés, el humor no apela a la emoción, sino a la ‘inteligencia pura’. Incluso cuando reímos porque alguien se tira un pedo, obra en nosotros un mecanismo intelectual, el cual nos permite visualizar un estereotipo. Si en cambio visualizáramos al apestoso como individuo, nos identificaríamos con él y no podríamos reírnos. De ahí que desde Aristóteles se considere a la comedia un juego mental, inapropiado para tratar temas elevados y, en suma, un arte menor”. Y de ahí la importancia, también, de que el humor sea inteligente, un juego apropiado con estereotipos bien escogidos.

“Cazando salvajes” es arte menor, artesanía, pero creo que esto y no otra cosa es lo que mínimamente debemos pedirle al cine. Cuando lo hallamos, contrasta extraordinariamente con lo que hoy es más común, que son las películas industriales (por ejemplo, las interminables franquicias de terror que asuelan las salas bolivianas). Contrasta incluso con las dos películas de Thor que he mencionado. Esta es mucho mejor. Más humor inteligente (lo que no quiere decir intelectual).

Ricky Baker (Julián Dennison) es un niño en problemas con los servicios de cuidado infantil. Un huérfano que su cuidadora describe como capaz de “romper cosas, tirar cosas, llevarse cosas, escupir, escapar” mientras se lo ve haciendo todo esto de una manera completamente inofensiva. En realidad, Ricky es un gordito con ínfulas de malo, esperando que alguien le ponga una bolsa de agua caliente en la cama, todas las noches, para que, acto seguido, le demuestre una total lealtad.

Esta persona es Bella, que lo adopta e incorpora a su vida en la campiña neozelandesa (“the bush”) igual que antes ha “adoptado” a Hec (Sam Neil), un expresidiario que solía habitar el bosque en soledad y que ahora es su pareja. En un momento dado, Ricky y Hec deben enfrentar juntos varios problemas.

La película es muy divertida, aunque, claro, el estereotipo con el que trabaja el humor de Taika Waititi no sea otro que el proporcionado por las industrias culturales. La artesanía no siempre se postula como antiindustrial.

En todo caso, Bella, Hec y Ricky son sin duda personas que se caen en el pozo buscando una estrella.




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