Brújula Digital |10|09|23|
Jorge Patiño Sarcinelli
Ha sido publicado recientemente un extraordinario libro de fotografías; extraordinario en el sentido usual de maravilloso, pero también en el sentido literal de estar más allá de lo común, de lo esperado.
En Bolivia tenemos muy buenos fotógrafos que nos ofrecen sus interesantes visiones de nuestros paisajes y habitantes. El libro al que se refiere este comentario, Apthapi sobre el ch’íji, además de pertenecer a la categoría estética de la obra de esos grandes fotógrafos, se destaca por una dimensión cultural particular.
El libro contiene 24 fotografías que capturan la conversión de cuadros icónicos en escenas bolivianas. La palabra conversión es aquí la clave del sentido del ejercicio que llevaron a cabo los autores del libro; ya que en esta transformación se ha buscado traducir y recrear las imágenes de esos cuadros en imágenes bolivianas que, respetando la composición del cuadro original, contuvieran un sentido alegórico propio de nuestra cultura.
Se han hecho muchos ejercicios similares de conversión de cuadros en fotografías y el lector que no los conoce puede encontrarlos en internet. Lo que hace que este libro que comento sea especial para Bolivia es que en esa captura fotográfica se ha introducido como elemento esencial lo boliviano en una o varias dimensiones: símbolos, objetos, personajes y espacios.
Lo que el lector podrá apreciar en esas 24 fotos es no solo la inteligencia y el tacto en esa conversión, sino la maestría técnica del fotógrafo, Armando Urioste, en cine y fotografía. El aspecto cinematográfico es importante por el elemento de puesta en escena de cada foto, en el que ha contribuido la experiencia de José Bozo.
Esa inteligencia de composición es, como lo reconocen los autores del ejercicio, el resultado no solo de experiencias profesionales individuales, sino de un trabajo de creación colectiva donde han intervenido de manera esencial otros miembros del equipo creador: Agustín Echalar y Armando Godínez.
Los cuadros usados como punto de partida para las conversiones van desde el Almuerzo sobre la hierba de Manet (que da el título a la colección) a Los amantes de Magritte, de las Majas vestida y Desnuda de Goya a la Vendedora de flores de Diego Rivera, de Los jugadores de cartas de Caravaggio al Gótico americano de Wood, del retrato de Inocencio X de Velázquez a un autorretrato de Rembrandt, etc., demostrando las posibilidades del ejercicio en varias dimensiones estéticas y simbólicas.
Compárese, por ejemplo, el cuadro con la foto reproducidos en este artículo. Es notable la maestría retratista del fotógrafo que logra capturar en un instante perfecto la mirada encantadora y sutilmente irónica de la modelo. El retrato por sí solo ya merecería todos los elogios posibles, pero además aquí vemos traducida una imagen clásica del Siglo XVII creada por Vermeer en una imagen impecablemente boliviana, donde nuestra joven hace brillar de manera notable la belleza andina, que nada queda debiendo a la holandesa del original.
Las 24 fotos son una muestra variada del potencial de ese ejercicio en el ámbito andino, pero bien podría extenderse a otros ámbitos geográficos y culturales de nuestro rico país.
Se debe también mencionar el papel que han jugado los modelos con su contribución creativa. Ellos han enriquecido cada foto con iniciativas y sugerencias. Y hablando de reconocimientos, uno especial merece Alejandro MacLean de BISA Seguros, cuyo apoyo financiero ha permitido que se pueda compartir el ejercicio con el público, y al que se sumaron una contribución de Solidar (Suiza) y los apoyos del MUSEF, que acoge la exposición, y de la Fundación Cultural de BCB que la apoya.
La inauguración de la exposición será el 14 de septiembre próximo en el MUSEF a las 19.00.
La colección es un no solo goce para la vista y la inteligencia, sino que nos muestra una Bolivia que dialoga con otras culturas y se viste de belleza realzando lo mejor de lo nuestro, sin complejos ni estereotipos. Diálogo y valoración orgullosa que tanto nos hacen falta; ahora y siempre.
BD/RPU