En “Escape a los Andes”, dos periodistas cuentan cómo Hochschild trazó un plan para ayudar a la comunidad judía y mediante su cercanía con el entonces presidente Busch, logró convencerlo “para que se abrieran las puertas de Bolivia” a estos migrantes.
Los autores del libro "Escape a los andes", Robert Brockman (izq) y Raúl Peñaranda. EFE/ Luis Gandarillas
La Paz / EFE / Gina Baldivieso
La faceta más humana de Mauricio Hochschild, uno de los “barones
del estaño” a quien la historiografía de Bolivia retrata mayormente como un “súper
villano”, quedó plasmada en el libro “Escape a los Andes”, en el que dos
periodistas bolivianos cuentan cómo el magnate salvó a miles de judíos de morir
en el Holocausto.
Entre 2015 y 2016 surgió en Bolivia un renovado interés por la figura de
Hochschild a raíz de algunas publicaciones que mencionaban que “había ayudado a
salvar judíos y traerlos a Bolivia”, comentó a EFE Raúl Peñaranda, uno de los
autores del libro.
A esto se sumó la inauguración del Archivo Histórico de la Minería Nacional de
Bolivia que contiene los documentos que revelaron esta faceta hasta entonces
desconocida del empresario de origen judío alemán.
Robert Brockmann, el otro autor de “Escape a los Andes”, explicó a EFE que en
su libro “Dos disparos al amanecer”, una biografía del presidente boliviano
Germán Busch publicada en 2017, incluyó dos capítulos sobre su alianza con
Hochschild para salvar a cuantos judíos se pudiera del Tercer Reich.
Brockmann accedió luego a mayor información de antiguos gerentes que trabajaron
con el empresario, mientras que Peñaranda también obtuvo más datos durante un
viaje a Washington, al que tuvo acceso a los archivos del Museo del Holocausto.
Fue así como creció el interés de ambos por escribir un libro sobre Hochschild,
algo de lo que hablaron al coincidir en una reunión y decidieron emprender
juntos la iniciativa.
Para Brockmann, Hochschild fue “un personaje tan relevante” para la historia boliviana
que era necesario “completar su figura”.
“Es uno de los tres grandes ‘barones del estaño’ a quien la historiografía
boliviana, sobre todo la que ha venido después de 1952, le atribuye a él y a
los otros dos (Simón I. Patiño y Carlos Aramayo) todos los males del atraso y
la pobreza de Bolivia por explotador”, señaló Brockmann.
Mientras que la información reunida entre ambos “lo pintaba en una luz
diferente, más completa. Ya no teníamos la caricatura de un súper villano
perfecto, sino de un ser humano imperfecto, con muchos méritos y también con
muchos defectos”, añadió.
El libro
En “Escape a los Andes”, los periodistas cuentan cómo
Hochschild trazó un plan para ayudar a la comunidad judía y mediante su
cercanía con el entonces presidente Busch, logró convencerlo “para que se
abrieran las puertas de Bolivia” a estos migrantes.
“Contamos toda esa historia, pero también con un contexto grande de la Segunda
Guerra Mundial, el Holocausto, los campos de concentración, la situación
política boliviana de entonces y cuáles eran las fuerzas que estaban en pugna
en ese tiempo”, explicó Peñaranda.
Brockmann recordó que Hochschild intentó primero “abrir las puertas de las
grandes democracias occidentales, Estados Unidos, Inglaterra y Francia”,
mediante un “lobby muy intenso y a los más altos niveles”.
“Cuando todo esto fracasa, dice (que) no queda otra que llevarlos a Bolivia”,
un país “pobre, en crisis política” y que estaba saliendo de la guerra del
Chaco que le enfrentó con Paraguay (1932-1935), dijo.
Busch acepta recibir refugiados, pero no solo judíos, sino a todo el que tenga “voluntad
de trabajo”, y ni bien firma el decreto de autorización, “ya había tres barcos
en camino”, agregó.
Se calcula que gracias a Hochschild, se salvaron unos 20.000 judíos, 12.000 que
llegaron antes del Holocausto y 8.000 que arribaron después de la guerra.
“Schindler boliviano”
Moritz Hochshild nació en 1881 en Biblis, en el estado de Hessen, en el seno de
una familia judía “prominente”, “respetada” y de vocación minera.
Trabajó en España y Australia antes de trasladarse a Chile, donde fue inscrito
como Mauricio en sus documentos locales y a principios de la década de 1920 se
mudó a Bolivia, donde forjó su imperio minero, rememora el texto.
En 1933, perdió la nacionalidad alemana por disposiciones del nazismo, ante lo
cual se naturalizó argentino para continuar viajando con un pasaporte que
eventualmente le salvaría de acabar en un campo de concentración o una mazmorra
en su paso por Alemania por negocios.
El haber arriesgado su vida y recursos para ayudar a la comunidad judía le
valió ser llamado el “Schindler de Bolivia”, en alusión al alemán Oskar
Schindler, que salvó a 1.200 judíos del Holocausto empleándolos en sus
fábricas.
Según Peñaranda, esta faceta de Hochschild era poco conocida porque el magnate “no
quería contarla, su intención era ser conocido como un gran empresario y no
como una persona que salvó vidas”.
“Y luego el esfuerzo gigantesco que hizo el Estado boliviano de la revolución
nacional después de 1952 por crear este mito de los villanos sin matices”,
complementó Brockmann.
Al final, Bolivia “actuó bien” al recibir sin condiciones a los migrantes, lo
que le situó hacia fines de la década de 1930 como uno de los principales
receptores de refugiados en el continente.
BD / RED