Producciones norteamericanas sobre el colapso de la Unión Soviética.
Chernobil, una miniserie de televisión de Craig Mazin y Jhohan Renk
Rodrigo Ayala Bluske/Brújula Digital |30|04|23|
Tres Tristes Críticos
La escasa oferta existente en las plataformas de streaming (oferta interesante se entiende), ha hecho que hurguemos en algunas de las producciones relevantes, estrenadas en años pasados.
Chernóbil, miniserie de televisión de Craig Mazin y Jhohan Renk, estrenada en 2019, y la película Ciudadano X, filmada para ser estrenada directamente en televisión en 1995, dirigida por Chris Gerolmo, son probablemente los dos trabajos más relevantes, realizados por el cine norteamericano, sobre el periodo de decadencia de la Unión Soviética, y las pulsiones sociales que provocaron el colapso. Si analizamos el tema en perspectiva, en realidad resulta interesante darnos cuenta de que las incursiones del cine hollywodense en esta temática, han sido muy escasas, dada la magnitud del hecho, sin duda el más significativo de la segunda mitad del siglo XX.
Tanto Chernóbil, como Ciudadano X, tienen el valor de no ser retratos lineales de la evolución política y social de la URRS, sino más bien análisis, que partiendo de determinados hechos extremos (el afamado accidente nuclear en el primer caso, el asesinato masivo de niños por parte de un asesino serial en el segundo), realizan una interesante disección de la sociedad en la época, de las relaciones sociales, y sobre todo del papel del Estado, manejado por la burocracia del partico comunista.
Las mismas causas están allí: el enorme peso del Estado en la vida cotidiana, la corrupción, la anulación de la creatividad individual debido al miedo que generaba la represión, la mediocridad de las instancias de decisión estructuradas alrededor de una jerarquía anquilosada, donde el mayor interés de sus integrantes era el de poder mantenerse en esa posición, o escalar, si les era posible.
También ambos productos están estructurados con fuertes elementos de trhiller, pero los ritmos varían; en Chernóbil el suspenso tiene un peso mayor (la forma como los personajes se van acercando al desastre), en cambio en Ciudadano X, los asesinatos tienen un ritmo gris, lento, pausado, probablemente, retratando en forma relativamente fiel los tiempos que marcaban la vida de los habitantes del área rural soviética.
En Chernóbil la realidad, y los que desean ser fieles a ella, chocan con la ficción construida por los burócratas para mantener el status quo. La fantasía con la que los funcionarios defienden sus intereses va adquiriendo tanta importancia, que finalmente al subordinar la verdad a ella, se provoca la muerte de miles de personas. Es un hecho que conocemos (¿acaso nuestras “burocracias universitarias”, no afirman por lo menos de boca para afuera que la “U”, es útil al país?, ¿o su versión enquistada en el aparato judicial no dice que “los jueces hacen lo que pueden pese a las limitaciones económicas”?).
Ciudadano X, probablemente en forma más realista, retrata la lucha de dos policías contra las estructuras de poder, para contar con la libertad y los medios suficientes para detener a un asesino serial. También en este caso la búsqueda de la verdad choca con las fabulas burocráticas (“en la URSS no hay asesinos seriales”, etc.). Finalmente, los policías buenos triunfan, pero solo en el momento en que Gorbachov, llega al poder; es decir que solamente el proceso de disolución del país les permite llegar al éxito.
Los análisis históricos realizados después del estreno de ambas producciones nos dicenque CiudadanoX, fue más fiel a los hechos. No es que Chernobil hubiera falsificado el “sentido central” de la historia, pero si, al parecer, se tomó varias “licencias creativas” para darle mayor dramatismo: exagero rasgos de muchos personajes, convirtió en villanos a algunos que no lo eran, creo personajes ficticios, etc. Quizás por eso la miniserie tuvo tanto éxito y se convirtió en una de las más puntuadas de la historia.
En todo caso vale la pena ver ambas. Ciudadano X, se destaca sobre todo por la construcción psicológica de sus personajes.
¿Tiene algún sentido especifico ver dichas producciones ahora, más allá del placer de disfrutar de su narrativa?, en realidad no, aunque es interesante observar como el sistema burocrático socialista soviético se esforzaba tanto por falsificar la realidad. Treinta años después vivimos en un mundo dominado por el capitalismo salvaje, en el que nadie miente sobre los temas fundamentales, donde todos sabemos que la vida está condenada a su extinción debido a la dinámica misma del sistema (cambio climático, destrucción de la biodiversidad, sobreabundancia armamentista, etc.), pero donde nadie mueve un pelo para evitarlo. Quizás ese hecho, aunque en un sentido evidentemente siniestro, signifique nomás el triunfo histórico del capitalismo.
Rodrigo Ayala Bluske es cineasta y ensayista