Ver la ceremonia completa del Óscar requiere gran interés de nuestra parte y no poca sacrificada disciplina: porque no es fácil aguantar sus casi cuatro horas de gente agradeciendo a gente que, salvo el agradecido, nadie conoce, de chistes que se pierden en la por lo general pésima interpretación simultánea, de, con suerte, cinco desvaídos respiros musicales.
Mauricio Souza Crespo/Brújula Digital |19|02|23|
Tres Tristes Críticos
Ver la ceremonia completa del Óscar requiere gran interés de nuestra parte y no poca sacrificada disciplina: porque no es fácil aguantar sus casi cuatro horas de gente agradeciendo a gente que, salvo el agradecido, nadie conoce, de chistes que se pierden en la por lo general pésima interpretación simultánea, de, con suerte, cinco desvaídos respiros musicales (este año cantan Rihanna y Lady Gaga). A pesar de todo esto, hay los que nos clavamos esa cuatro horas frente al televisor: el Óscar es como un ritual que se puede seguir sin prestar atención, un pretexto para ver a celebridades de reojo, una ocasión para enterarse de la existencia de pelis que acaso valga la pena buscar y, claro, una ocasión para protestar por el pésimo gusto del asunto. Este año, el maestro de ceremonias será otra vez Jimmy Kimmel, suave comediante no muy propenso ni a la polémicas ni a la agudezas. Con suerte, alguien le dará un sopapo a alguien y, con el ruido, nos despertará de nuestro sopor. He aquí algo de información que puede que nos ayude a ver la ceremonia:
2.¿Qué es y qué no el Óscar, exactamente? El Óscar es un premio gremial: lo otorgan los que están afiliados a la “Academia”, nombre algo pretencioso para una asociación en la que no se estudia nada. Este es un sindicato no muy inclusivo: solo se accede a él por invitación, según procedimientos parecidos a los usados por las logias masonas. Tiene un poco más de 10 mil miembros y, de ellos, más del 80% son blancos, un poco menos del 70% son hombres y la inmensa mayoría son viejos o ancianos (el promedio de edad: 63 años). El Óscar no es un premio de la crítica y tampoco de un jurado.
3. ¿Qué costumbres tiene el gremio que elige las nominaciones y premios? Como los gremialistas de cualquier gremio, estos cargan la pesada carga de sus usos y costumbres –tics, digamos– que, aunque no declarados, son visibles. Se inclinan, por ejemplo, hacia un cine con aspiraciones al arte pero fácil de ver, grandilocuente en sus transformaciones actorales, mejor si exuberante en sus decorados y utilería, “épico” de alguna manera chillona y explícita, sentimental a menudo. Estos gustos rara vez coinciden con los de la crítica especializada.
4. ¿Las nominadas por el Óscar son las películas más taquilleras? No y casi nunca lo han sido. El desencuentro entre la crítica y las masas es algo que, en el cine y otras artes, sucede hace tiempo. En 1941, la película más taquillera en el mundo fue, de lejos, Sargento York (vendió 65 millones de entradas solo en Estados Unidos). Ese mismo año, Ciudadano Kane apenas vendió 1 millón. Hoy, nadie recuerda la primera; la segunda suele figurar invariablemente en las listas de las 10 mejores películas de la historia.
5. ¿Qué se puede decir en general de las nominadas de este año? Hace más una década, cansados de que los éxitos de taquilla no coincidieran en absoluto con sus nominaciones, los organizadores del Óscar decidieron ampliar la lista de nominadas a mejor película del año, de 5 a 10. Se calculó que este incremento permitiría reconocer, sin perder el sueño, las megaproducciones hollywoodenses en las que era posible identificar algún valor en exceso de su capacidad de atraer multitudes. Este año, dos las 10 nominadas pertenecen a esa categoría: Avatar: El camino del agua –que ha acumulado en taquilla nada menos 2.200 millones de dólares– y Top Gun: Maverick –que ha generado poco menos de 1.500 millones–. El resto de las nominadas tampoco es muy memorable: hay, entre ella, algunas buenas películas, nada más. Digamos que Tár –que es el nombre de una conductora de música clásica acusada de acoso, en la notable interpretación de Cate Blanchett–. O la impresionante Sin novedad en el frente, que es alemana y fue nominada al mismo tiempo en la categoría a “mejor película internacional” (categoría que probablemente ganará). El resto es lo que le suele gustar al Óscar: cintas de cierto brillo visual y pretensiones de sobra, entretenimientos con aspiraciones artísticas claramente señaladas, casi con aspavientos. En esta categoría se debe incluir, por ejemplo, la llevadera Los Fabelmans, en la que Steven Spielberg cuenta cómo se hizo director de cine y, de paso, habilita el escenario para a una serie de sobreactuaciones, de esas que emocionan al Óscar.
6. ¿Para qué nos sirve el Óscar? Para nosotros, acá, en el Tercer Mundo, el Óscar solo tiene una función: permite que películas que no se exhibieron en salas por estos lados lleguen a salas. O mueve a los dispensadores de piratería a ofrecer a la venta la lista de nominadas. En esto, el Óscar es el único premio con algún peso masivo en el mundo: a su sola mención, no pocos se sienten tentados de variar su dieta descolonizada de superhéroes.
7. ¿Qué dicen los consensos críticos sobre las nominadas de este año? Entre las nominadas, según las encuestas críticas, las mejores están en la lista de “mejores películas extranjeras”: la notable EO del octogenario director polaco Jerzy Kolimowski, que vuelve al cine luego de 17 años de descanso. Es la historia de un burro (no en sentido figurado sino un burro de carne y hueso; el título del filme es un aproximación al sonido de un rebuzno). O la ya mencionada Sin novedad en el frente, nueva adaptación, alemana, de la más famosa novela bélica del siglo xx. O la notable Decisión de partir, versión de Vértigo de Hitchcock del laureado director coreano Park Chan-wook, ya menos violento que antes (¿se acuerda de Old Boy?). Si la crítica hubiera tenido un poco más de influencia, quizá hubiera figurado en la misma lista Aftersun(Después del sol), especie de borrosa y melancólica postal sobre la relación de una hija y su padre, increíblemente –por su genio maduro– la ópera prima de la escocesa Charlotte Wells.
8. ¿Hay latinoamericanos entre los nominados? A los latinoamericanos no les fue muy bien con el Óscar de este año: el posible Óscar a la mejor película animada a Pinocho de Guillermo del Toro tal vez sea la única buena noticia. Fue nominada entre las mejores “películas internacionales” 1985 del argentino Santiago Mitre (sobre el enjuiciamiento a los militares argentinos por sus crímenes durante el Proceso). La tediosa Bardo de González Iñárritu recibió una solitaria mención a la fotografía; y la cubana Ana de Armas está entre las nominadas por su interpretación de Marilyn Monroe en la atroz Blonde (Rubia) (sobre esta cinta, basta esta sentencia de la crítica Manolha Dargis: “El director se metió tanto en la vagina de Marilyn que no pudo ver el resto de ella, en lo que sin duda es el último de los entretenimientos necrofílicos que la explotan”). O quizá sea en parte boliviana la nominada Ellas hablan, apreciable adaptación de la novela del mismo nombre sobre el caso de violación sistemática de mujeres menonitas en Santa Cruz.
9. ¿Qué dicen los apostadores sobre los ganadores? Dicen que el Óscar a la mejor película va a ganarlo o Todo en todas partes al mismo tiempo o Los espíritus de la isla. Que el Óscar a mejor actor lo ganará o Brendan Fraser (por La ballena, en la interpreta a un obeso) o Colin Farrell (por su protagónico en Los espíritus de la isla). Que el Óscar a la mejor actriz será para Michelle Yeoh (por Todo en todas partes al mismo) o Cate Blanchett (por Tár).
10. ¿Cuándo y dónde podemos ver el Óscar 2023? El domingo 12 de marzo a partir de las 9:00 pm (o de las 8:30, si quiere ver el paso de las estrellas por la alfombra roja), por TNT Latinoamérica.
Mauricio Souza es un crítico, ensayista y editor boliviano