Brújula Digital |09|04|21|
Mauricio Souza Crespo / Tres Tristes Críticos
1. El entusiasmo crítico que ha acompañado, desde su estreno, Tierra de nómadas(Nomadland) –la película de Chloé Zhao favorita del inminente Óscar 2021– se puede atribuir en parte a la peste. Un año de desastres siempre a la vuelta de la esquina y de exasperantes rutinas confinatorias ha impulsado también una reeducación de nuestras sensibilidades. Quizá por eso estemos hoy mejor predispuestos a la recepción emocionada de una película sobre la soledad en un mundo semivacío, sobre las precariedades del precariato (con su sucesión de desempleos o empleos eventuales y mal pagados), sobre las ganas de escapar y la imposibilidad de hacerlo, sobre las ambigüedades de la migración, sobre las humildes y reparadoras bellezas del mundo.
2. Fern (Frances McDormand) ha perdido mucho: su esposo, su empleo, su casa, su pueblo. Estas desgracias la obligan al vagabundeo: convierte una vieja vagoneta de reparto en residencia permanente y comienza una vida errante detrás de trabajos transitorios en el oeste de Estados Unidos. Los traslados de Fern siguen –como los de tantos itinerantes a lo largo de la historia– el ciclo de las estaciones: en verano limpia parques; en otoño cosecha; en invierno hace paquetes en un centro de distribución navideña de Amazon. En el camino, conoce a otros vagabundos e intercambia con ellos historias alrededor de fogatas, todos ya convertidos en buenos vaqueros de este western sin caballos y sin duelos.
3. Fern es uno de los dos únicos personajes “ficcionales” de la historia: el resto ensaya alguna versión sí mismo. Bob, que en la cinta de Zhao es un gurú o líder espiritual de las tribus de nómadas, es interpretado por Bob Wells, que en la vida real es un gurú o líder espiritual de las mismas tribus de nómadas. Swankie, que en la película es una señora septuagenaria acostumbrada a las duras libertades de la vida en ruta, es interpretada por Charlene Swankie, una señora septuagenaria que lleva más de una década viviendo en su vagoneta. Y así todos.
4. Tierra de nómadas es la adaptación no de una novela sino de una investigación periodística, ese género para nosotros exótico (pues no hay por estos lares mucho periodismo de investigación). Poco después de la debacle económica de 2008, la periodista Jessica Bruder buscó las historias de los que habían perdido sus trabajos y ahorros en la crisis, gente en edad de jubilarse que es empujada a dormir en sus autos y a buscar empleos temporales para comer. La mayoría de los personajes de la película ya eran personajes del libro homónimo de Bruder (que tiene un subtítulo: Sobreviviendo América en el siglo XXI). Lo que añade el guion de Zhao es la historia “ficcional” de Fern (construida con datos de la muerte económica de Empire, un pueblo en Nevada), que entrelaza con las de un repertorio de vagabundos “de la vida real”.
5. Zhao es heredera de la alta burguesía comunista china: su padre es un ejecutivo que hizo (gran) fortuna en la industria estatal del acero y su madrastra, una célebre actriz cómica. Todavía adolescente, la mandaron a estudiar a Inglaterra primero y luego a Estados Unidos. Nunca volvió a China. Acaso esa vida errante y solitaria, y no las ansiedades de la precariedad, sea la que la conecta emocionalmente al relato de Tierra de nómadas.
6. Antes, Zhao había dirigido (y escrito) dos preciosas historias: Canciones que me enseñó mi hermano (2015) y El jinete (2017). En ellas, encuentra un estilo, que en Tierra de nómadas ya deviene método. A saber: una larga inmersión en lugares específicos –en contacto con personas reales y sus problemas– conduce a un guion, que es luego filmado con esas personas, que se interpretan así mismas. El procedimiento no requiere grandes presupuestos o contingentes de personal (su primera película costó 70.000 dólares y la hicieron tres personas además de los actores), pero exige su plena presencia. Es de hecho esta capacidad de “estar presente” la que define el arte de Zhao: el saber prestar atención (a los lugares, a las personas, a las palabras dichas). Acostumbrados a una comprensión del genio que consiste en postular el mejor cine como la manifestación de “visiones autorales”, los talentos de Zhao confunden y conmueven: su sensibilidad es la de una documentalista que narra sus historias “reales” como si fueran ficciones, inventos, vehículo de modestas epifanías.
7. En Tierra de nómadas, Zhao trabaja por primera vez no solo con una actriz profesional sino con la que tal vez sea, junto a Isabelle Huppert, la más famosa y persistente actriz de su generación: Frances MacDormand. (Compárese sino su filmografía con la de algunas de sus contemporáneas célebres: Michelle Pfeiffer, Kim Basinger, Annette Bening). La abrumadora celebridad de la estrella sería en cualquier otro caso un inconveniente u obstáculo para el método de Zhao: de ahí la dificultad de imaginar, por ejemplo, una buena película sobre zafreros itinerantes protagonizada por Tom Cruise. Pero aunque famosa, McDormand lo es de una manera peculiar e idiosincrática: pocas actrices han construido mejor que ella la personalidad pública de una mujer “normal”. No sería raro, ha dicho un crítico que al decirlo quería ser chistoso, que McDormand reciba el Óscar a la mejor actriz –este próximo 25 de abril– en crocs.
8. McDormand funciona en la película, pero no del todo. Nada es menos que impecable en sus interacciones –alertas y conmovedoras– con las figuras del entorno: sus compañeros de vagabundeo, su pequeña vagoneta, las carreteras y la gente hecha mierda que encuentra en ellas. Pero nunca alcazamos a olvidar –¿cómo podríamos?– que lo que estamos viendo es la perfecta Frances McDormand en medio de realidades en las que ella es una mera, aunque sensible, turista famosa.
9. Como antes en El jinete, en Tierra de nómadas Zhao se detiene en los estragos de una catástrofe (y no en la catástrofe misma), es decir, lo que cuenta son las postrimerías de uno de esos golpes fuertes en la vida que amenazan con destruirnos o que quizá ya nos han destruido sin que lo sepamos. En ello, sus películas se acercan a otros celebrados logros del cine independiente norteamericano reciente (recuérdese la ganadora del Óscar 2017 al mejor guion, Manchester junto al mar de Kenneth Lonergan). Pero a diferencia de ese cine postraumático, el de Zhao demuestra un interés por las formas en que esas vidas destrozadas encuentran la ocasión de su reconstrucción. Lo que las repara no son los fastos y pompas del sentido –algún propósito o significado mayor–, sino algunas deslumbrantes materialidades del mundo: un caballo, un paisaje, un adolescente con su perro a la vera del camino.
10. Entre las costumbres que definen Hollywood, no hay que olvidarse de su capacidad de absorber y transformar talentos para el provecho propio. En una entrevista, la argentina Lucrecia Martel ha contado cómo fue finalista en la búsqueda de directora para la película (de próximo estreno) Viuda negra de Marvel. La idea de los productores era esta: que una directora de talentos narrativos no convencionales se hiciera cargo del desarrollo del personaje interpretado por Scarlett Johansson. “De las escenas de acción nos ocuparemos nosotros”, le dijeron a Martel, como para que no se hiciera ilusiones sobre los alcances de la oferta. Por similares mecanismos en la caza de talentos, Chloé Zhao terminó siendo la directora de Eternos (costo: 200 millones), la próxima franquicia de superhéroes de Marvel-Disney (con Angelina Jolie, Salma Hayek, etc.). Se dice que en Estados Unidos se ha reducido al mínimo la posibilidad de hacer algo mediano: o se hacen películas pequeñitas, modestas, de bajo presupuesto (como las de Zhao o Barry Jenkins o Lonergan) o megaproducciones a la Marvel.