La mística irreverente de la cultura andina reflejada en la pintura triunfa en Londres y otros países.
Augusto Mendoza junto a una de sus obras. Foto: Cortesía
Brújula
Digital |24|03|21|
Claudia Escobar
De extremo a extremo el esmalte y el acrílico corren por el lienzo, cual si fuesen fluidos encandilando un cuerpo. Entonces, aparece el trazo firme de un rojo encendido, es la antesala que le da vida al grito. Alrededor de esta línea vibran otras, más finas, más delgadas, más gruesas, todas reflejadas por tintes color oro y noche. Poco a poco se vislumbra al guerrero, al guerrero tiwanakota.
Una representación simbólica, caracterizada por lo “pop art” y lo andino, se convierte en el espejo de la historia de pueblos enardecidos de libertad y rebeldía. Quizá, su autor también se ve reflejado en ello, no por nada decidió emigrar al viejo continente en busca de un nuevo vuelo.
Augusto Mendoza Mendieta, conocido en el mundo artístico como “Guto Ajayu”, es un pintor boliviano, que desde 2017 reside en España. A través de su obra ha puesto en la palestra a la cultura andina y boliviana, en países como: Francia, Londres, Suiza, Holanda, Luxemburgo y México, lugares en los que se ha catalogado su trabajo como un arte de renovadora inspiración.
Y es que el trabajo que realiza “Guto” plantea un diálogo entre el sacro pasado conservador y el presente explosivo y rápido. “Pretendo llamar a la reflexión sobre la importancia de mirar hacia el pasado y nuestros orígenes, para entender mejor los tiempos contemporáneos”, afirma. Y como evidencia de ello, nace “Alegoría de Noche”, obra inspirada en un guerrero divino de Tiwanaku en pleno grito de guerra por la noche, que semanas atrás le ha permitido obtener el primer lugar en el concurso internacional “Identity”, organizado por la galería The Holy Arts, en Londres.
Fueron los responsables de la plataforma cultural de España, Day & Noght Noise, los que postularon al pintor a este certamen, que contó con la participación de 156 artistas de todo el mundo. Sin embargo, el coraje de los trazos en el lienzo y la riqueza histórica detrás de los símbolos, permitieron a “Alegoría de Noche” imponerse ante todos, mostrando una vez más, la gallardía y la omnipotencia de la cultura andina.
“Haber ganado el primer lugar en tan prestigioso concurso representa un gran hito en mi carrera, teniendo en cuenta que se presentaron artistas de bastante trayectoria, y cuyo trabajo sobre el lienzo es admirable. Pero todo esto no habría sido posible sin el compromiso con el que despierto cada día en busca de una mayor proyección a través de mi obra”, señala.
No es difícil darse cuenta del orgullo y satisfacción de “Guto” al ver cómo sus pinturas se exhiben y se venden en reconocidas galerías, dentro de un contexto en el que el arte es la proeza de los sabios. “Todo es causa del esfuerzo y el profesionalismo”, dice; y sin duda así lo es, pues hasta para una jornada extensa de pintura, decide llevar siempre un smoking puesto.
Dicen que al pintar se libera el alma, probablemente Augusto, desde la irreverencia e ironía de su arte, recorre con el pincel cada vértebra de su destino hacia el encuentro eterno con su ajayu. El camino ha sido arduo, teniendo que empezar desde cero en un país lejano y donde la cultura tan distinta a la de la tierra que lo vio nacer, lo ha alimentado también de nostalgia, pero muchas veces de eso se trata, de irse para poder ser.