Rita Hayworth en el poster de la película "Gilda"
Brújula Digital |22|4|20|
Jerusa Pozo
La “femme fatale” es el arquetipo femenino más usado en la historia del cine: es hermosa, atrevida y malvada. Tiene el nombre en francés de “femme fatale”, o sea “mujer fatal”, por ser la causante de la ruina, muerte o perdición del protagonista masculino u otros varones de la trama.
Ya se habían dado muestras de este arquetipo femenino en el cine, pero se definió más precisamente en el género cinematográfico film noir (cine negro), entre las décadas del 40 y 50, y se debió a un proceso histórico en particular: durante la Segunda Guerra Mundial muchas mujeres en Estados Unidos se vieron obligadas a dejar de lado las labores domésticas, salir de sus hogares y dedicarse a trabajar en las fábricas o incluso algunas de ellas se incorporaron en las Fuerzas Armadas.
Al terminar la guerra, muchos soldados volvieron a sus hogares y se sintieron incómodos al reencontrarse con mujeres que habían ganado demasiado poder fuera de casa. Los miedos masculinos a que las mujeres tengan ambiciones más allá de ser esposas y amas de casa empezaba a hacerse realidad. Había nacido lo que se definió en ese entonces como la “nueva mujer”.
Las películas noir (policiales, de suspenso y con motivaciones sexuales) de los 40 empezaron a reflejar a estas mujeres desmarcadas de las expectativas de género de la época: las nuevas protagonistas realizaban trabajos que antes habían sido reservados para los hombres. Por ejemplo, tenían relaciones sexuales con quiénes gustasen, rechazaban las labores domésticas y cometían crímenes o descubrían a quienes los cometían.
En las primeras películas se hacía foco en la temida infidelidad de las mujeres: los soldados regresaban de la guerra y se encontraban con muchas interrogantes acerca de lo que sus esposas hicieron en su ausencia. Esta paranoia sobre la infidelidad femenina se puede apreciar muy claramente en la película Gilda, de 1946, interpretada por Rita Hayworth, en la cual también cabe mencionar se dio el primer “streaptease” del cine.
Si recordamos las “femme fatales” que el cine nos brindó, podremos identificar ciertos patrones que las definen: son magnéticamente seductoras, materialistas y usan su sexualidad sin tapujos para obtener lo que quieren. Y pese a despertar grandes pasiones entre los que la rodean, suelen tener una personalidad fría y distante, además de una perspectiva cínica de la humanidad.
Este personaje causa una gran primera impresión ante los otros personajes y el público, pero luego causa desencantos. Al principio, este modelo de mujer sufría en las películas un desenlace fatal por desafiar al status quo. A medida que fueron pasando las décadas, sin embargo, esto fue cambiando y en años más recientes estos filmes no terminan con la muerte de las protagonistas.
En la década de los 60 tuvimos a la memorable Anne Bancroft como la señora Robinson en El Graduado de 1967, quien no tuvo problemas en tratar de seducir al novio de su hija. Cada década fue presentando a la “femme fatale” según los nuevos paradigmas, pero no fue hasta 1992 con Bajos instintos que se consagró en la cultura popular, con Sharon Stone gracias en escenas memorables como la de la interrogación de parte de los detectives. Esto marcó un antes y un después. En esa misma década también tuvimos a otra mujer memorable: Glenn Close en Atracción fatal que nos demostró lo que pasa cuando una de estas mujeres descarga su furia.
Pero una de las razones principales por la que estos personajes son demonizados en la pantalla es por su constante rechazo a ser madres. En las películas más antiguas, que una mujer niegue a un hombre la propagación de su linaje era considerada la mayor ofensa a su masculinidad. Según Virginia M. Allen, en su libro Femme Fatale estas mujeres “vienen del miedo y el deseo experimentado por hombres confrontados por mujeres que les niegan el derecho a controlar la sexualidad femenina”.
En los 2000, la “femme fatale” fue llevada al género thriller con Jennifer’s Body. Interpretada por la sex symbol de la década, Megan Fox, quien da vida a una adolescente que seduce a sus compañeros para posteriormente asesinarlos (comiéndoselos para ser más precisos).
Las series también nos mostraron mujeres sin tapujos como Cersei Lannister, en Juego de Tronos, Alex Vause en Orange is the New Black, y Claire Underwood en House of Cards, solo por nombrar algunas.
La evolución de este arquetipo femenino a través de los años se ha visto influido por movimientos como el me too. En una referencia más actual, en la película Hustlers, Jennifer López interpreta a Ramona Vega, una “femme fatale” quien, con un grupo de streapers, roba y droga a banqueros de Wall Street, jugando a ser algo así como Robin Hoods femeninos.
Jerusa Pozo escribe de temas de cine y artes para Brújula Digital