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Cultura y farándula | 05/10/2025   03:48

El primer Twin Peaks

Son dos los elementos que logran motorizar la serie y atrapar al espectador; la construcción del suspenso, desarrollada en forma impecable hasta el capítulo ocho de la segunda temporada y el morbo generado alrededor de la vida de Laura Palmer.

Foto RRSS.
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Brújula Digital|05|10|25|

Rodrigo Ayala Bluske

El primer Twin Peaks (1990-1991) se emitió en dos temporadas, la primera de ocho capítulos y la segunda de 22. Su producción siguió los patrones de las series apadrinadas por directores de prestigio: el concepto fue desarrollado por David Lynch y el guionista Mark Frost, pero solo algunos capítulos clave fueron dirigidos por el primero. 

La serie indagaba sobre el asesinato de la adolescente Laura Palmer, en el pueblo que da nombre a la serie. Lo que podríamos denominar el “segundo” Twin Peaks, se estrenó en 1992, y, en este caso, se trataba de un largometraje: Twin Peaks: Fire Walk with Me, una precuela de la serie, en la que se retrataban los últimos siete días de vida de Laura Palmer, culminando en su asesinato. Finalmente, el “tercer” Twin Peaks se estrenó en 2017; en este caso hablamos de una nueva serie de televisión de 18 capítulos, titulada Twin Peaks: the return en la cual se recupera el universo creado por la serie y se retoman algunos de sus principales personajes, especialmente el detective Dale Cooper, encarnado nuevamente por Kyle Maclachlan. En este caso (a diferencia de las primeras dos temporadas), Lynch tuvo el control creativo absoluto del producto, ya que dirigió los 18 capítulos, sin excepción. 

La primera entrega de Twin Peaks supuso un éxito inmediato ya que al trasladar el estilo cinematográfico del director a la pequeña pantalla innovó, tanto en las formas, como en el tratamiento de la temática. Sin embargo, hay que decir también que la propuesta estaba anclada en lo que podríamos denominar la “telenovela tradicional” norteamericana. El esquema del pequeño pueblo en el que se tejen intrigas, los personajes se entrecruzan y se ocultan historias sórdidas bajo la superficie, ya había sido explorado con gran éxito en productos como Peyton Place (La caldera del diablo), que se emitió entre 1964 y 1969. 

El principal mérito del realizador, como ocurre en sus películas más logradas, se encuentra en haber construido un universo propio, con características reconocibles en el conjunto de su obra; situaciones perturbadoras, personajes que tienden a la caricaturización (en algunos casos en extrema), la presencia de lo sobrenatural, etcétera. Sin embargo, son dos los elementos que en este caso logran motorizar la serie y atrapar al espectador; la construcción del suspenso, desarrollada en forma impecable hasta el capítulo ocho de la segunda temporada y el morbo generado alrededor de la vida de Laura Palmer. 

Ese último elemento, la curiosidad morbosa, es el combustible que motoriza la serie en sus mejores momentos. Laura Palmer es una adolescente modélica en el pueblo; rubia, preciosa, porrista, voluntaria de beneficencia, etc. Y, sin embargo, desde el primer capítulo y sin parar, se van acumulando los datos sobre su doble vida, extremadamente promiscua: Laura Palmer tenía un chico delincuente, Laura Palmer lo engañaba con un motociclista, Laura Palmer era adicta a la cocaína, Laura Palmer era amante del jefe de su padre, Laura Palmer trabajaba como prostituta, Laura Palmer tenía relaciones sexuales con un ser sobrenatural maligno, Laura Palmer participaba en fiestas sexuales de diversa índole, etc., etc.

Lynch y Frost son tan conscientes del mecanismo, a tal punto que juegan con él, como con un divertimento. En el capítulo 5 de la segunda temporada, Donna, la mejor amiga de Laura, cuenta un episodio que vivieron cuando tenían doce años: “..nos pusimos ropa apretada para conocer chicos grandes, conocimos en un bar a unos chicos de veinte años, nos llevaron de fiesta a un lugar solitario en un río, Laura propuso que nos desvistamos para nadar, yo no quería pero acepte,  me metí al agua y uno de los chicos empezó a acercarse, Laura empezó a besarse con los otros dos chicos, el que se acercaba a mí, me beso”, para luego concluir de manera abrupta,  después de haber creado una enorme expectativa acerca de un final sórdido,   “fue la primera vez que me enamore”.    

Una de las características más importantes en este universo se encuentra en la progresiva caricaturización de personajes y situaciones que en casos clave se desarrolla al extremo, lo que termina en la construcción de un contexto surreal. Allí se realiza un enfrentamiento entre el bien y el mal profundamente perturbador. ¿Por qué tiene esa característica?; los villanos de Lynch, son “malos” extremos; seres capaces de cualquier aberración y sin ningún freno moral en sus acciones, por otra parte, los “buenos”, como el agente Cooper, o el sheriff Harry S. Truman, son naif, prácticamente angelicales. El problema radica en que los espectadores sabemos que los primeros pueden ser reales, mientras los segundos son una simple invención; y de esa manera podemos “sentir” un mundo signado por al ridículo y la maldad. 

El principal problema en la serie se genera cuando en el capítulo octavo de la segunda temporada se devela quién es el asesino de Laura. Ahí cae el suspenso, y el morbo, y la realidad caricaturizada se queda como simple divertimento, cada vez más cansino y repetitivo, sin un elemento central que la cohesione y de interés general a la trama. Los productores y guionistas hacen enormes esfuerzos por crear otro “conflicto” aceptable para la audiencia, pero sin Laura Palmer en el medio todo resulta insípido.

Una anécdota dice que Picasso alguna vez lanzó la frase “a mis 18 años yo pintaba como Miguel Angel”. Lynch es un realizador que merced a su manejo del lenguaje clásico, demostrado en cintas como El hombre elefante (1980) o The straight Story (1999), puede darse el lujo de innovar narrativas (lo que contrasta con el ridículo de los innumerables realizadores que quieren ser “Picasso” sin manejar las reglas básicas de la narrativa).

A pesar de las zonas grises señaladas, indudablemente Twin Peaks representa un modelo específico de propuesta televisiva, la cual por sus características y dificultades ha sido muy difícil de reproducir con éxito. 

La “sequia” de propuestas interesantes en las plataformas establecidas ha hecho que volvamos a revisarla. Si usted quiere hacerlo, puede encontrarla en la excelente plataforma Mubi o encargarla en alguna de las tiendas especializadas de películas.



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