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Cultura y farándula | 10/07/2025   06:00

|CRÍTICA| Diez años, Luis Ramiro|Karina Herrera-Miller y Alfonso Gumucio Dagron|

Luis Ramiro Beltrán en 2009 (Foto: Alfonso Gumucio)
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Esa noche, nos siguió con la mirada cuando salíamos de su habitación en el Hospital Arco Iris en Villa Fátima. No lo supimos en ese momento, pero era la despedida. Pocas horas más tarde, en la madrugada, Nohorita recibió la llamada fatal: Luis Ramiro ya descansaba. Era el 11 de julio de 2015, han pasado diez años desde aquel sábado. 

Queremos recordar a Luis Ramiro Beltrán en sus múltiples facetas, sobre todo porque es importante que las nuevas generaciones de estudiosos y estudiantes de la Comunicación conozcan a un boliviano inigualable, que trascendió las fronteras y cuya actividad en todos los ámbitos que tocó fue ejemplar. A los 85 años, cuando falleció el “achachi 85” (como se nombraba a sí mismo cuando estaba con amigos), no había alcanzado todos sus anhelos, pero lo que había logrado ya era ejemplar. 

Hay por lo menos cinco áreas en las que se desarrolló con excelencia. Desde muy joven, el periodismo fue la primera de ellas. Su capacidad innata de reflexión lo llevó luego del periodismo a la Comunicación, hasta posicionarse internacionalmente como un pionero de la comunicación para el desarrollo. Desde esa perspectiva fue uno de los artífices en la concepción de políticas públicas de comunicación para el desarrollo propuestas por la Unesco y otros organismos en los que trabajó y de un modelo participativo de comunicación. Ese pensamiento se volcó en textos seminales que siguen inspirando a nuevas generaciones de académicos, especialistas y comunicadores en ejercicio. Entre sus libros destaca por su unidad y su originalidad La comunicación antes de Colón (2008), pero también escribió ensayos literarios, poesía y guiones de cine (y hasta la letra de un bolero). Finalmente, un quinto elemento de su personalidad creativa fue su calidad humana, que atraviesa todos los antes mencionados. 

Veamos brevemente cada uno de estos espacios profesionales y creativos en los que Luis Ramiro Beltrán destacó, siempre con humildad y sin prepotencia de ninguna clase. Nunca buscó reconocimientos, pero los obtuvo tanto fuera de Bolivia como en nuestro país. 

El periodismo.- Tenía apenas 12 años (en 1942) cuando hizo sus primeras armas en Oruro, quizás inspirado por la actividad de su madre, doña Betshabé “Becha” Salmón de Beltrán, feminista enérgica y algo autoritaria que destacó como fundadora y animadora de una revista excepcional para su época, Feminiflor. Luis Ramiro comenzó publicando sus artículos en La Patria, en La Mañana y en el vespertino Sajama. Con el tiempo llegaría a la redacción de La Razón, en La Paz, uno de los diarios más importantes en esos años, cuyo dueño era el potentado minero Carlos Víctor Aramayo. 

Poco después, pasaría al campo de la información institucional y, luego, al de la información educativa, incipiente campo todavía de la llamada comunicación para la modernización.

El pensamiento y la acción en comunicación.- Sus estudios de comunicación en la Universidad de Michigan y sus tesis de maestría y de doctorado asesoradas por Everett Rogers y David Berlo, dos grandes de la comunicación, lo posicionaron como un joven latinoamericano de pensamiento propio y rebelde, que tuvo la osadía de enfrentarse a las corrientes dominantes de las teorías de la comunicación mundial, generadas desde universidades de Estados Unidos. Sus ideas sobre una comunicación menos vertical y persuasiva y más horizontal y participativa llegaron incluso a influir en sus propios maestros. 

Sus primeros trabajos internacionales, como en el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) o en el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC, en inglés), entre varias organizaciones que lo convocaron, le permitieron aplicar esas ideas, al tiempo que encontraba eco en otros pensadores latinoamericanos vinculados tanto a la comunicación como a la sociología y a la educación. Era una época fértil para el pensamiento contrahegemónico (que años más tarde otros denominarán como “epistemologías del sur”), promovido por las teorías de la Dependencia. Paulo Freire, Orlando Fals Borda, Juan Díaz Bordenave, Antonio Pasquali, entre otros, hicieron grandes contribuciones a la comunicación con una perspectiva de desarrollo comunitario. Frank Gerace y Luis Ramiro la denominaron también “comunicación horizontal”. 

Estuvo también activo y lúcido en la denuncia internacional sobre las estructuras desiguales e injustas de la información y la comunicación en el mundo y aquel imperialismo cultural. El libro Comunicación dominada: Estados Unidos en los medios de América Latina, junto a Elizabeth Fox (1980) retrata el invasivo sistema mundial controlado por las corporaciones monopólicas del llamado “primer mundo” y los mecanismos de sometimiento cultural de la región. Ante tales evidencias, alzó las banderas por la democratización de la palabra, semilla que germinó con amplios frutos desde aquel entonces y cristalizó el denominado derecho a la comunicación. 

Políticas públicas.- Su actividad en el marco de la Unesco fue la culminación de su trabajo en la comunicación, pues le cupo aportar durante la década de 1970 y más adelante, en un proceso verdaderamente revolucionario al cuestionar los pilares de la comunicación hegemónica. Luis Ramiro fue instrumental en la preparación de una reunión en San José (Costa Rica), donde se gestó el planteamiento de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC), que se vería reflejado en un documento cardinal: el informe MacBride, Un solo mundo, voces múltiples (1980), resultado del trabajo de una comisión de 16 expertos de todo el mundo, en la que participaron dos latinoamericanos prominentes: Gabriel García Márquez y Juan Somavía.

El aporte de Luis Ramiro Beltrán a las Políticas Nacionales Comunicación, concepto y programa de acción en materia de comunicación fue notable y ha sido reconocido en todo el mundo. Posteriormente, desde su puesto de Asesor Regional de Comunicación de la Unesco, con sede en Quito, apoyó numerosos programas de comunicación para el desarrollo en América Latina. En Bolivia también fuimos beneficiarios de ese apoyo. 

Los libros.- La mayoría de los libros que publicó Luis Ramiro Beltrán recogen sus ponencias en congresos y sus textos académicos sobre la dependencia informativa y comunicacional, la dominación teórica y metodológica en la investigación del área, la comunicación para el desarrollo y las políticas públicas. 

Quizás uno de sus ensayos más conocidos es “Un adiós a Aristóteles. La comunicación ‘horizontal’” (1980), en el que sustenta la antípoda propositiva al funcionalismo para concebir al proceso de comunicación en términos de acceso, participación y diálogo. En otro texto importante, “La comunicación para el desarrollo en Latinoamérica: un recuento de medio siglo” (2005) retrata y analiza la trayectoria de este subcampo, desde el nacimiento teórico hasta sus quiebres conceptuales y prácticos, en los que América Latina tiene un papel protagónico para la subversión de una comunicación afiliada a la democracia, a la participación y al bienestar de las grandes mayorías.  

La comunicación antes de Colón (2008) es quizás su obra más completa porque fue concebida como libro desde el inicio. No es una colección de textos sino un ensayo que es resultado de una rigurosa investigación sobre las formas de comunicación que existían en nuestra América antes de la llegada de Cristóbal Colón. Las culturas mesoamericanas y andinas ya contaban con tipos y formas de comunicación adelantadas, solo que incomprendidas y subalternizadas por la matriz eurocentrista que las trató, incluso, de destruir. El trabajo, bajo la conducción de Beltrán y en equipo con Karina Herrera-Miller, Erick Torrico y Esperanza Pinto, analiza con detalle documental y con profusión de imágenes las diversas manifestaciones de este rico mundo comunicacional prehispánico, documento que hoy se ha convertido en un referente fundacional en esta materia. 

Además, Luis Ramiro fue poeta y guionista de cine. Mucha gente no lo recuerda, pero fue el autor del guion de Vuelve Sebastiana (1953), la emblemática película que dirigió Jorge Ruiz con la comunidad chipaya. Su amistad personal con Ruiz se tradujo en otras colaboraciones como guionista. En la poesía, publicó el libro Pasos en la corteza (1987) y una importante antología publicada en Colombia: Panorama de la poesía boliviana (1982), una selección de 76 autores en 708 páginas, además de poemas de la época precolonial y colonial, todo ello precedido de 148 páginas de estudios críticos y reseñas. Para completar su versatilidad creativa, es autor de una canción que interpretó Raúl Shaw Moreno: Contéstame.

En los últimos años de su vida su proyecto más acariciado era un libro que narrara la historia de su padre, fallecido durante la guerra del Chaco, y cómo su madre, años después, hizo el esfuerzo increíble de ir a Paraguay para encontrar y traer de regreso los restos de Luis Humberto Beltrán. Luis Ramiro trabajó con ahínco en la investigación que debía culminar con la escritura del libro. Quizás el afán perfeccionista que siempre lo caracterizó, fue el principal obstáculo para que no lograra finalmente escribir la obra: su investigación sobre la guerra del Chaco fue excesivamente meticulosa, mucho más allá de lo que requería para escribir el libro que nunca pudo terminar.

El ser humano.-  Todos quienes hemos conocido a Luis Ramiro Beltrán y hemos disfrutado su amistad y su cercanía, tenemos el privilegio de habernos beneficiado y haber aprendido de su extraordinaria calidad humana y generosidad sin límite. El desprendimiento intelectual de Luis Ramiro era proverbial, siempre dispuesto a ayudar y a apoyar a proyectos de los más jóvenes, sin mezquindades ni altisonancias. 

Luis Ramiro era incapaz de decir “no” ante el pedido de cualquier persona que solicitaba su apoyo ya sea para presentar un libro o escribir un artículo para una revista. En sus últimos años, a su obsesiva productividad se sumó el progresivo cansancio y cierta inseguridad que le impedía improvisar: cada tarea, por pequeña que fuera, debía ser rigurosamente estudiada y escrita, así se tratara de una página para las palabras de ocasión de algún evento. 

A una década de haber cerrado los ojos y haberse despedido, Luis Ramiro sigue siendo luz brillante para el camino de diálogos, de encuentros y de la versión humana y liberadora de la comunicación. 

Karina Herrera-Miller, docente de comunicación en la UMSA
 Alfonso Gumucio, escritor y cineasta 





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