Nos sumergimos una vez más en la vorágine discursiva de una campaña política. Cuando menos desde los años 50 del siglo pasado, en Bolivia hemos experimentado un amplio abanico de modelos de desarrollo que estaban –todos y siempre– destinados a “superar la pobreza y la desigualdad”. El resultado concreto: lejos de haber promovido el desarrollo, nos hemos rezagado incluso respecto al desarrollo latinoamericano, y persisten –aún irresueltos– apremiante temas sociales, económicos, institucionales y ambientales que nos confinan a los últimos lugares de Hispanoamérica.
En el discurso oficial, los 13 años del Proceso de Cambio habrían realizado transformaciones que aseguran, hacia adelante, el crecimiento sostenido de la economía con la Agenda 2025 como el instrumento programático básico para la reducción de la pobreza. Las oposiciones políticas critican el exitismo oficial, pero no plantean aún propuestas que sean alternativas estructurales.
Para evitar que el debate electoral se diluya en las habituales e improductivas discusiones ideologizadas y en subjetividades políticas, la sociedad civil debe interpelar a los políticos sobre la levedad de sus propuestas y demandarles definiciones concretas en torno a las prioridades y a la identificación de objetivos pertinentes con los cuales ellos se puedan comprometer. Para ello, se deben introducir al debate los temas relevantes que fundamenten las reformas estructurales que nuestro desarrollo requiere y demandarles compromisos para realizar las transformaciones necesarias.
Este es el desafío que motiva a INASET; 33 años de experiencias compartidas con miles de personas, trabajadores, empresarios, académicos –y hasta políticos– desde fines de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado, muestran que la clave para superar la pobreza y la desigualdad, es entender que la salud de la economía no se mide por su tasa de crecimiento, por la estabilidad de su macroeconomía, por la capacidad de controlar la inflación o el volumen de sus reservas, sino por su efectividad para incorporar social, equitativa y productivamente a toda la sociedad en la generación de valor: el trabajo humano es el origen de la creación de valor e ingresos para los hogares, y deben ser las personas las destinatarias directas y finales de los beneficios del crecimiento.
Por supuesto, lo anterior no implica que sean innecesarios el capital o los otros recursos materiales o técnicos, pero una “economía para la gente” valora estos otros aportes en función de su pertinencia para contribuir al bienestar de las personas, a la sostenibilidad ambiental y a la construcción de una sociedad efectivamente solidaria e inclusiva.
En este marco INASET ha hecho múltiples aportes a la investigación de la realidad boliviana desde una perspectiva eminentemente empírica. Hace más de cuarto de siglo documentamos los negativos efectos de la “político-tecno-buro-parasito-cracia”, de la sobre-regulación extorsiva, y de la irracional presión tributaria recaudatoria que ahogan las iniciativas sobre las que se podría iniciar la construcción de la economía para la gente; y presentamos propuestas técnicamente viables para la “simplificación conceptual de las relaciones Estado-Empresa” incluyendo el diseño de sistemas tributarios compatibles con la promoción del empleo, del incremento de la productividad y del incentivo al valor agregado.
Aportamos con el concepto de “empleo digno” ante la insuficiencia del “trabajo decente” de la OIT para incluir el alto autoempleo que caracteriza a Bolivia; planteamos la insuficiencia de los modelos asentados en la inversión como el factor determinante del crecimiento para el diseño de políticas de diversificación productiva; y expusimos las contradicciones entre la orientación del discurso político, y la realidad en temas como la distribución del ingreso, la financiarización y el crecimiento.
Como práctica habitual, hemos compartido nuestros resultados con todos los gobiernos y los profesionales designados a cargos jerárquicos (obviamente con muy poco eco) sin que la actual administración sea una excepción (en ambos sentidos), pero nunca tuvimos los canales para transmitir nuestros resultados a la sociedad.
De ahí nuestro entusiasmo por participar activamente en Brújula Digital. A partir del 10 de febrero, en los “Ensayos para el debate” de INASET, presentaremos regularmente resultados de breves estudios, fundamentalmente empíricos, sobre una decena de aspectos que tienen relación con el desarrollo productivo (sostenible) y el empleo.
Las reflexiones parten reconociendo nuestra situación real en el contexto del desarrollo regional, y del desempeño relativo del Modelo Económico Social Comunitario Productivo en ese contexto; luego revisaremos, por ejemplo, los rasgos que caracterizan el crecimiento de nuestra economía y sus relaciones con el empleo, con la diversificación productiva, la institucionalidad, y la distribución del ingreso. Al indagar sobre el impacto de la distribución del ingreso en la pobreza y la desigualdad, exploramos el rol que juegan los “sistemas secundarios” como la tributación, la financiarización y las empresas públicas, por ejemplo.
En todos los casos presentaremos nuestras conclusiones y propuestas “tentativas”; no creemos ni pretendemos tener la verdad, pero sin confinarnos a los paradigmas vigentes –teóricos, ideológicos, políticos… o de conveniencia, esperamos ofrecer suficientes evidencias como para motivar un debate más amplio al que invitamos a funcionarios públicos, académicos, periodistas y a personas “de a pié” a que sumen, al debate, sus ideas y visiones.
Están todos invitados porque construir el desarrollo productivo, inclusivo y sostenible, es una enorme tarea que debe necesariamente ser compartida. Y porque es demasiado importante para dejarla solo a los políticos, menos aún a los “políticos” que viven del balcón y duermen en el curul.