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Sostenibilidad| 04/11/2021

Opinión - La importancia de las empresas para enfrentar la crisis climática

Opinión - La importancia de las empresas para enfrentar la crisis climática

Por: Marianela Curi Chacón*

Del 1 al 12 de noviembre se desarrolla la vigésimo sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 26) en Glasgow, Reino Unido. Durante los próximos 10 días, los líderes del mundo presentarán sus planes nacionales para reducir sus emisiones de carbono, los que se conocen como Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC, por su sigla en inglés); debatirán y negociarán sobre cómo dar cumplimiento al Acuerdo de París, aprobado en 2015, y limitar el ascenso de la temperatura global —actualmente de 2,7°C— y estabilizarla en 1,5°C hasta el año 2050.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que evalúa periódicamente los cambios en el clima, advirtió en su último informe que para 2030 el mundo tiene que reducir las emisiones en un 45% en comparación con 2010 si se quiere llegar a una temperatura de 1,5°C, un límite que nos permite vivir. Es la hora de actuar, pero todavía estamos lejos, la ONU reveló la semana pasada que a pesar de los confinamientos de la pandemia del Covid-19, se alcanzó un nuevo récord de emisión de gases de efecto invernadero por encima de la media de la década, 2,7°C.

Los temas en torno a los que girarán las negociaciones de la COP 26 son:

Asegurar emisiones Cero Netas para mediados de siglo y mantener la temperatura en menos de 2°C, idealmente en 1,5°C.
Aumentar la capacidad de adaptación de los países y comunidades a los efectos del cambio climático.
Elevar el financiamiento climático logrado hasta ahora, pues el compromiso de movilizar 100 mil millones de dólares hasta el 2020 no se ha cumplido.
Trabajar juntos para cumplir los compromisos del Acuerdo de París.

La voluntad política de los líderes es fundamental para acordar acciones concretas que den cumplimiento al Acuerdo de París y enfrentar de manera efectiva la crisis climática, que pone en riesgo a todos sin distinción, pero especialmente a los países y sectores más vulnerables.

Los gobiernos nacionales y subnacionales, la cooperación internacional, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil y los ciudadanos, todos debemos trabajar juntos para traducir los compromisos en acciones. La ciencia es contundente en el diagnóstico y el pronóstico, y está claro lo que hay que hacer, pero no existe la suficiente voluntad política para actuar con más decisión para limitar el uso de combustibles fósiles e invertir en frenar el calentamiento, mejorando a la vez la capacidad de adaptación para evitar una crisis mayor.

El sector empresarial tiene un rol muy importante que jugar en la transición hacia economías bajas en carbono y en la búsqueda de estrategias de adaptación a los efectos del cambio climático, para ello se requiere con urgencia cambiar los modos de producción y de consumo, por otros más sostenibles que no estén basados en el uso intensivo de combustibles fósiles ni en prácticas insostenibles como la deforestación, el cambio de uso del suelo y la degradación de los ecosistemas.

La empresas tienen la posibilidad financiera de invertir en procesos productivos ecoeficientes, que generen beneficios económicos, sociales y ambientales y tienen la responsabilidad de aportar a un cambio tecnológico que contribuya a reducir los impactos del cambio climático y a cumplir con los compromisos y estrategias de los países donde operan, pues la crisis climática afecta a todos sin distinción: a países ricos y desarrollados, a países en vías de desarrollo y, en definitiva, a todos los habitantes de este planeta y a las futuras generaciones.

Hay muchas empresas en el mundo que han optado por un cambio en sus formas de producir y de concebir el desarrollo y crecimiento de sus negocios, empresas que han optado por un nuevo enfoque basado en valores y principios alineados a la sostenibilidad, empresas que han adoptado la sostenibilidad como una causa y que han asumido el cambio con una visión de futuro distinta, sin perder de vista su objetivo principal que es la generación de ganancias y beneficios económicos, pero incorporando la responsabilidad social y ambiental como valores y principios fundamentales en sus estructuras institucionales.

Sin embargo, la urgencia de la situación climática actual requiere de un sector privado empresarial alineado en la misma dirección, con estrategias claras hacia la sostenibilidad en sus respectivos rubros de acción, compartiendo objetivos que son comunes a todos, como el cambio de la matriz energética para descarbonizar la economía, a través del uso de energías alternativas; la electrificación del transporte; el desarrollo de prácticas sostenibles para la producción de alimentos; reducir sus huellas de carbono e hídrica; detener la deforestación; buscar soluciones basadas en la naturaleza; tomar decisiones con base en evidencia científica; y orientarse a la economía circular haciendo un uso eficiente de recursos e insumos.

Las empresas deben trabajar de la mano de sus gobiernos y de sus beneficiarios para avanzar de manera coordinada y conjunta porque este no es un tema que se pueda resolver desde un sector específico, sino que requiere del trabajo conjunto de todos los actores de la sociedad estatales, no estatales y privados. 

Habrá que ver los resultados de las negociaciones a lo largo de estas dos semanas, qué acciones concretas planteen los gobiernos y cuál es la disposición de las empresas para aportar a esta transición urgente para estabilizar la temperatura del planeta en 1,5°C, y cómo se contribuye desde distintos flancos a reducir los daños y el sufrimiento de los países y actores más vulnerables a los impactos de la crisis climática. Las soluciones y las alternativas son claras, el desafío es actuar con mayor determinación por el bien común, pues el costo de la inacción es mucho mayor que el de la prevención.

*Fue Viceministra de Desarrollo Sostenible de Bolivia