|CRÓNICA|Cándido Tancara Castillo, a tres meses de su partida|José Antonio Aruquipa|

Brújula Digital|28|09|24|

José Antonio Aruquipa 

Ante todo, Cándido era mi amigo. Me privilegió con sus consejos, su paciencia de sabio aimara, su respeto y sobre todo, su tolerancia. A tres meses de su partida escribo estas líneas.

Nos divertíamos al improvisar frases en portugués y le encantaba hablarme con tono chileno. “Aru… ¿tení’ el teléfono de este señor…?”. Te miraba con la sinceridad de su corazón y sonreía con la inocencia de un niño.

No juzgaba a nadie. Si alguien le hacía daño, guardaba silencio y ponía distancia. Te contestaba el teléfono, siempre y lo hacía con alegría de escucharte. Sensato, sereno y generoso, Cándido era el compañero leal con el que podías contar en todo momento, para hablar, reír, aprender y reflexionar.

Amaba el periodismo y ser periodista. Era el primero en llegar a la Redacción y el último en irse. Formado en la doctrina social de la Iglesia Católica, fue redactor y editor del área Sociedad del diario Presencia (época en la que lo conocí). Posteriormente asumió los cargos de editor de La Razón y jefe de redacción de Página Siete y Brújula Digital.

Era meticuloso en la recolección, verificación y valoración de las cifras, declaraciones y referencias. Afirmaba, con mucha razón, que era mejor editar notas con datos precisos antes que textos cuasi literarios, pero inexactos. Se cercioraba de publicar las notas con contraparte y evitaba cualquier sesgo político, religioso o ideológico. Investigaba, redactaba y editaba con un solo objetivo: informar adecuadamente al lector.

En estos tiempos en que se habla de la “muerte del periodismo”, aconsejo a estudiantes y novatos periodistas, leer los artículos editados por Cándido en Presencia entre los años 1999 y 2000. Verificarán que mientras un redactor asuma con vocación de servicio su misión de informar a la sociedad, el periodismo nunca dejará de existir.

Mientras trabajó en la redacción de Presencia, concluyó su tesis de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica, su añorada alma mater; luego, obtuvo el título de Maestría de la Universidad Mayor de San Andrés. Él no presumía sus diplomas. Te avisaba cuando alcanzaba la meta, compartía su alegría y doblaba la página.

Hay personas que trascienden a través de sus obras, antes que sus palabras. Cándido Tancara Castillo nos enseñó en vida que el silencio puede ser más elocuente que la fraseología, que el trabajo es una labor dignificante y que es mejor dar antes que recibir.

José Antonio Aruquipa es comunicador social.