La familia Granier Ortiz lleva cuatro generaciones dedicadas a transformar el singani y el vino boliviano, desde sus inicios en Cinti hasta la consolidación de marcas como Casa Real y Campos de Solana, hoy proyectadas al mundo por toda la familia.
Brújula Digital|05|08|25|
Fátima Molina C.
Un viaje por la historia, los sabores y el legado de una familia que ha contribuido a moldear la industria del vino y el singani en Bolivia.
Tarija, tierra de generosos viñedos, guarda entre sus cerros y valles una historia escrita con uvas, singani y trabajo. En el corazón de esta tradición está la familia Granier Ortiz, cuyo nombre es sinónimo de innovación y prosperidad vitivinícola por cuatro generaciones.
Como parte de la celebración del centenario de la familia Granier en la destilación y vitivinicultura, tuve el privilegio de ser testigo de dos hitos que marcan un nuevo capítulo en su legado: la presentación del primer singani boliviano añejado por 10 años –Don Lucho XO Siglo Primero– y el lanzamiento del exclusivo restaurante “José Luis”, un espacio gastronómico que celebra la esencia de Tarija, que en breve abrirá sus puertas a todo público.
100 años, cuatro generaciones
La historia de la familia Granier Ortiz abarca cuatro generaciones que han moldeado la vitivinicultura boliviana.
La primera generación, encabezada por Julio Ortiz Linares, inició esta saga en el valle de Cinti, Chuquisaca, modernizando el arte de la destilación y sentando las bases del singani con un método propio, luego perfeccionado por sus descendientes.
La segunda generación, liderada por su yerno Luis Granier Ballivián, conocido como "Don Lucho", trasladó la producción a Tarija, fundó la Sociedad Agroindustrial del Valle (SAIV) en 1975 e introdujo el riego por goteo en terrenos áridos, logrando en 1981 el lanzamiento de la emblemática marca Casa Real.
La tercera generación, representada por Fernando, José Luis y Carmen Granier Ortiz, profesionalizó el proceso productivo, incorporando alambiques franceses tipo Charentaise y ampliando su oferta con productos como Campos de Solana y Don Lucho. También fundaron D&M, la distribuidora que impulsó el desarrollo comercial.
La cuarta generación, hoy a cargo del grupo empresarial, está conformada por Luis Pablo, María Cecilia y Nicolás, bajo el liderazgo de sus padres José Luis Granier y Cecilia Castellanos. Su enfoque está en la calidad, diversificación e internacionalización. Han desarrollado nuevas líneas como Don Lucho de Oro, el primer singani añejado en barrica, el ron 37 Lenguas y el gin Flamboyant. Además, de haber lanzado en 2017 el Gran Reserva Esther Ortiz y en 2024, Principia, la primera etiqueta de la nueva bodega Granier Ortiz.
La internacionalización cobró fuerza en 2014 con la marca Singani 63, impulsada por el cineasta Steven Soderbergh.
La empresa cuenta con 400 ha de viñedos, de las cuales cerca de 200 están en producción. En la venta de singani tienen una participación de más del 80% del mercado boliviano y en vinos, si bien no son líderes en producción, sí lo son en vinos de alta gama.
Hoy, con casi 300 empleados, la empresa sigue apostando por elevar la vitivinicultura boliviana, reforzando el turismo gastronómico y proyectando su visión hacia el futuro.
Viñedos del grupo empresarial D&M en el valle de Santa Ana, Tarija.
Inauguración de un restaurant “a todo dar”
La visita comenzó con la inauguración del restaurante “José Luis”, una construcción que mezcla tradición, modernidad y apego a productos bolivianos, diseñada por el reconocido arquitecto argentino Mario Yanzón, creador de las famosas bodegas Rutini (Argentina) y Garzón (Uruguay). “José Luis” está construido íntegramente con materiales rústicos: madera de quebracho, piedra local y techo de jatata. El espacio rinde homenaje a José Luis Granier, el presidente del directorio.
“Al ser todos productos nacionales, la inversión fue menor sin que esto signifique sacrificar calidad”, me explicó él mismo, al mostrarme los detalles del lugar.
El restaurant tiene capacidad de recibir hasta 110 comensales y para otro tipo de eventos su capacidad llega a 300 personas. El menú de ese día, diseñado como un tributo a los productos de la región, según describió la chef Noelia Gareca, fue una mezcla de sabores, ofreciendo una experiencia culinaria elaborada y sofisticada. Desde la frescura ácida de las hojas verdes con ricotta fresca y frutas asadas en baño de miel y vinagre balsámico de Calamuchita, hasta el sonso de tres quesos, vegetales a la brasa y un filete de res en salsa Don Lucho, además de los postres, todo estuvo excelente. “A todo dar” como dijo uno de los colegas periodistas invitados.
La chef Noelia Gareca en acción. Foto: D&M
“José Luis es memoria, cercanía e identidad. Una mesa larga que celebra lo que somos y lo que podemos compartir, como un acto de gratitud hacia esta tierra”, dijo Luis Pablo Granier, actual gerente general de la compañía.
“El menú ha sido pensado para honrar el fuego, la tierra y el vino”, agregó Nicolás, director ejecutivo comercial del grupo.
Cada miembro de la familia tomó la palabra antes del almuerzo para compartir su historia familiar.
El restaurante, gerentado por la joven paceña Sarah Tetard, está ubicado en la finca Los Cipreses, en la región de Santa Ana, sede de otras casas de singanis y vinos, a unos 30 minutos al sureste de la ciudad de Tarija. Abrirá al público en las próximas semanas como parte de las celebraciones.
Restaurante "José Luis", a 18 km de Tarija. Fotos: D&M
Don Lucho XO Siglo Primero: una joya de 10 años
Por la noche, la celebración se trasladó a la sede de Casa Real, donde portones de al menos seis metros de altura custodian la destilería y dos bares donde se pueden degustar las bebidas de la casa.
El lugar reutiliza algunos materiales en desuso de la propia producción y los convierte en enormes lámparas o pisos de mármol con incrustaciones de anillas desechadas.
La presentación del nuevo destilado estuvo a cargo de los hermanos Granier, quienes, luego de contar la historia de cómo se ideó la nueva bebida hace más de una década, descubrieron las vitrinas donde se guardaban algunas de las exclusivas 400 botellas numeradas del “Don Lucho XO Siglo Primero”, disponibles sólo por venta directa desde septiembre. Todavía no se ha establecido el costo por botella.Primer singani añejado en 10 años de Bolivia. Foto: BD
“Cada gota refleja el trabajo de cuatro generaciones comprometidas con la excelencia. No es solo un producto: es identidad y orgullo tarijeño”, agregó María Cecilia, responsable de las marcas de la empresa.
Este singani “single barrel” (de una sola barrica) fue envejecido durante 10 años mediante el sistema de “crianza en soleras”. Reposó en barricas de roble americano de primer uso, logrando “un perfil robusto, complejo y suave, con notas de vainilla, caramelo y toques especiados”, según la folletería de la empresa. El proceso concluye en barricas de jerez manzanilla, lo que otorga cuerpo, dulzor y un carácter distintivo.
Cada botella azul lleva colgando la gema emblemática de Bolivia, la bolivianita (ametrino), tallada a mano por el artesano José Luis Calle y diseñada en forma de hoja de uva por Sofía Diez de Medina. “Es el alma de nuestros viñedos convertida en gema”, dijo la diseñadora.
“Creamos esta pieza para realzar otra joya: el singani Don Lucho XO Siglo Primero. Porque cuando una historia alcanza semejante nivel de excelencia, merece ser contenida y elevada por algo que esté a su altura”, agregó. El lanzamiento incluyó una degustación con quesos, jamones y frutas glaseadas.
Los artesanos de la bolivianita en forma de hoja de vid, junto a la encargada y conceptualización del diseño, Sofía Diez de Medina. Foto: BD
Durante el evento, la familia recibió reconocimientos de entidades departamentales y privadas.
Viñedo, chancho a la cruz y folclore
Al día siguiente visitamos la bodega Campos de Solana, donde el experto enólogo tarijeño, Nelson Sfarcich, nos guió por sus instalaciones explicando a detalle el proceso de producción del vino. El enólogo Nelson Sfarcich explica los pasos que se siguen para obtener los vinos de altura. Foto: BD
Un almuerzo, servido en los jardines, consistió en chancho a la cruz acompañado de los mejores vinos, todos provenientes de la uva moscatel de Alejandría, que se cultiva entre los 1.800 y 2.000 m de altitud. Luego, un espectáculo de danzas tarijeñas cerró la celebración.
Un legado que no termina
Con un siglo de trayectoria, la familia Granier es responsable de marcas como Casa Real, Don Lucho y Singani 63 (orientada a la exportación), y los vinos Campos de Solana y Granier Ortiz.
Han elevado el nivel del singani a niveles internacionales. Con casi un centenar de medallas en su haber, han posicionado a Bolivia como productora de destilados de clase mundial y han convertido a Tarija en un destino enogastronómico.
Mientras saboreo mi última copa de Don Lucho y me despido de esta generosa tierra chapaca, comprendo que esta no es solo una crónica de viaje, sino un reconocimiento al compromiso empresarial.
Fátima Molina Camacho es comunicadora social.