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Reportajes | 01/05/2019

Vendedores ambulantes, los trabajadores que no descansan ni en su día



Maite Lemus

Brújula Digital |01|05|19|

Vender deambulando o en puestos fijos en las calles. Una creciente actividad de personas sin trabajo formal, pero que día a día aumenta el número de cuentapropistas en las ciudades: vendedores de golosinas, de jugos de frutas, verduras, helados, salteñas, etc…apenas ganan para sobrevivir y por eso no dejan sus actividades; también son parte de este segmento trabajadores informales, albañiles, carpinteros y otros. No descansan en feriados ni en el Día Internacional de los Trabajadores que se recuerda el 1 de mayo.

Brújula Digital hizo un recorrido por las calles céntricas de la zona Sur y el casco viejo de la urbe paceña, en las que pudo conocer varias historias de trabajadores ambulantes, que no descansan ni feriados ni domingos.

“Cuando hace sol vendo más jugos”

En la zona de San Pedro, Juana Jull vende batidos y ambula por toda esa zona ya que los guardias municipales la desalojan donde hace un alto a su labor. Juana trabaja de lunes a domingo desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde que a esa hora generalmente termina la venta de sus productos. “Trabajamos de lunes a domingo, feriados, todos los días porque si no venimos, no hay para comer”, dijo.

Juana, una señora con casi medio siglo de vida, vende batidos. “Ganamos de 20 a 30 pesitos, para pancito, carnecita, la ganancia es para el día, no alcanza para nada más”, mencionó. Sus batidos con bicervecina cuestan cuatro bolivianos, con malta 3,50 y con coca cola 2.50. “Cada día salgo a vender batidos para pancito y carnecita, si no vendo, no hay ni para carne ni para pan, ni para nuestras wawas”, redundó.

Pero, dijo, cuando hay lluvia, nadie compra los batidos y no obtienen ganancias para un día. “Hay días que no hay venta, hoy por ejemplo (martes) con mucha lluvia no hay ganancia y vamos a perder; cuando hace sol vendemos todo”, dijo Juana.

Ella vende los ricos batidos hace cinco años y explicó que por sus hijos no deja de ser ambulante. “Vendo para subsistir por nuestras wawas, estamos luchando y pasando frío, calor, si no, no hay para recreo, para comer, para nada”, dijo a Brújula Digital.

Guardias municipales ¿insensibles?

Andrea García, otra ambulante que vende protectores de pantalla para celular, dijo que su ganancia es para el día, al igual que Juana. La ambulante mencionó que al principio de cada mes la ganancia es alrededor de 100 bolivianos mientras que a fin de mes disminuye a 50 bolivianos, muy bajo, contó.

“Los guardias municipales nos van desalojando del lugar ocupamos eventualmente y a veces, por eso, nos vamos con 20 bolivianos”, dijo García. Andrea vende de lunes a viernes y todo el día. Sus protectores de pantalla cuestan entre un boliviano y diez. Ésta se moviliza por el centro paceño y zona norte. “Para nosotros no existe feriado, cuando hay bebés y eres madre soltera, hay que luchar día a día para el sustento diario”, sostuvo.

Sacar brillo a los zapatos

Henry Blanco, lustrabotas, trabaja hace 15 años en calles céntricas de La Paz. “Trato de sobrevivir, a veces hay gente, a veces no”, dijo. Henry gana al día 20 o 30 bolivianos, en una labor continuada de 12 horas; todo lo recaudado es para su alimentación del día. “No se puede ahorrar porque la ganancia es para el mismo día”, señaló.

Trabaja de lunes a domingo de siete a siete de la noche, sin descanso, mientras que un trabajador formal trabaja ocho horas con intervalo al mediodía. Henry dijo a Brújula Digital que algunas veces le va mejor que otros días, sobre todo en inicio de mes, ya que hasta mediodía obtiene 20 bolivianos. Cobra dos a tres bolivianos y la ganancia es para solventar la comida de sus dos hijas, señaló.

El lustrabotas pidió al Gobierno apoyo para los ambulantes: “No se olviden de nosotros que estamos en la calle; pido al Gobierno que haya apoyo, trabajo, porque no nos dan oportunidades y siempre buscan excusas para no darnos trabajo fijo. Yo trabajo de corazón, no por interés”, añadió.

Trabajo informal en plaza Humboldt

German Maldonado es uno de los albañiles desocupados y que espera que alguien lo contrate por horas en plaza Humboldt, ubicado en la calle 8 de Calacoto, zona Sur de La Paz. Explicó que antes eran contratados frecuentemente y hoy salen y son contratados una vez a la semana. “Antes había harto trabajo, ahora ya no hay”. Trabaja más de 30 años en el lugar de lunes a domingo de ocho a seis de la tarde o en ese tiempo espera que lo contraten.

Cuando son contratados les pagan alrededor de 2.000 bolivianos por el pintado de un departamento, que es concluido en tres o cuatro días, contó Maldonado. “Hay días que no salimos porque nos contratan más los fines de semana; si hay contrato, trabajamos normal en feriado”, dijo. El albañil manifestó que hoy en día no da para poder sustentar a la familia, “solo hay que batallar día a día para el sustento diario”.

Alejandro Condori, otro albañil, pintor y costurero; ofrece su trabajo hace 10 años al igual que Maldonado. Dijo que “antes contrataban más, ahora muy poco, si no trabajas, no hay para el pan de cada día, hay que batallar”. Relató que trabajan por contrato y le pagan 1.000 bolivianos, en una labor de tres a cuatro días. Algunas veces es por jornal durante una semana y le pagan al concluir su trabajo. “En una semana nos pagan como mínimo 160 hasta 210 bolivianos, depende del dueño a veces pagan más o menos”, dijo.

Condori explicó que hace dos actividades para llevar el pan de cada día a su hogar, como albañil o costurero. “Si hago solo una actividad me muero de hambre, como lo que gano no da para los ingresos diarios, tengo otro trabajo, yo costuro, pero es menos la ganancia aunque llega máximo a 500 bolivianos en un mes”, dijo.

Gregorio Quispe es chofer de un camión antiguo que hace mudanzas. Tiene 70 años. Él inició hace 43 años al sindicato de transportes de mudanzas (Usimacon) en la Tejada Sorzano de la zona de Miraflores. Relató a Brújula Digital que ha bajado el requerimiento de contrato porque hay mucha competencia y desleal. “Hay días seguidos que no viene la gente a contratarnos, al tercer día de golpe vienen y ganamos entre 600 y 800 bolivianos, pero generalmente nos ganamos 80 bolivianos para el pan de cada día. La gente viene principio de mes”, dijo.

Quispe trabaja de lunes a domingo, aunque algunos domingos descansa porque va a la Iglesia. Dijo que sus compañeros no descansan. “Me sustento con este trabajo, me da para alimentarme”. Hoy feriado dijo “si hoy no nos contratan, mañana (hoy) voy a trabajar”. Gregorio afirmó que tiene licencia para conducir por tres años más por la edad, después aunque tenga fuerzas no podrá trabajar.

Rubén Fernández trabaja de cargador junto a don Gregorio y cuando los contratan, gana 50 o 100 bolivianos, depende de la cantidad de cosas para cargar. “A veces no hay trabajo y no salimos”, dijo.

Fernández manifestó que este trabajo informal no genera suficiente ingreso para ganarse el pan de cada día, “no da para el sustento diario por lo que nos dedicamos a pintar y a costurar”, agregó.

“Cuando vamos a las mudanzas como cargadores, nos contratan para la pintura y nos pagan entre 800 y 1.000 por el trabajo de una semana, pero no es continuo, a veces no más”, sostuvo Fernández. En este feriado, don Gregorio y Fernández van a seguir trabajando: “Nosotros no descansamos, todos los días batallamos para el sustento diario”, concluyó Fernández.



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