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Reportajes | 07/05/2019

Braulio, damnificado de Llojeta: “Lo perdí todo, me he quedado con la plata que tenía en el bolsillo”

Braulio, damnificado de Llojeta: “Lo perdí todo, me he quedado con la plata que tenía en el bolsillo”

Barulio Mollericona, damnificado del deslizamiento.

Brújula Digital |7|5|19|Maite Lemus
Una semana ha transcurrido desde el lamentable deslizamiento que se produjo en las zonas San Jorge Kantutani e Inmaculada Concepción de la ciudad de La Paz, que causó el colapso de 68 casas, dejó en riesgo de desmoronamiento a decenas de otras y afectó a un total de 180 familias, las mismas que tuvieron que ser evacuadas a campamentos instalados en los alrededores.

El gobierno ha empezado a dotar de viviendas a quienes tienen los papeles de las casas que perdieron, pero varias familias todavía permanecen en las carpas instaladas por las autoridades a pocos metros del puente trillizo de la zona de San Jorge.

Brújula Digital entrevistó a uno de los damnificados para poder reflejar parte del drama por el que están atravesando cientos de afectados los siete días recientes.

Braulio Mollericona.

Su nombre, Braulio Mollericona. Por haber vivido en anticrético, no tiene derecho a contar con una casa nueva. Hasta el mediodía del fatídico 30 de abril de 2019, su madre de 85 años, su hermana y él vivían tranquilamente en la planta baja de una casa de dos plantas, ubicada sobre la calle 16 de julio, No 6, en la zona de Kantutani Bajo. Ése era su hogar desde hace tres años cuando decidieron tomar en anticrético una vivienda que les pareció cómoda y funcional para lo que necesitaban en ese momento.

El día mismo de deslizamiento amaneció nublado y Mollericona salió a trabajar a tempranas horas de la mañana, preocupado en ese momento sólo por llegar puntualmente al trabajo. Sin embargo, al promediar el mediodía, recibió una llamada que le cambiaría por completo su cotidianeidad, sus prioridades y su visión de vida.

Le comunicaron que las casas de su zona se estaban deslizando. Sin poder creer lo que escuchaba, empezó a desesperarse, primero, pensando en cómo su madre podría afrontar esa situación en la silla de ruedas que utilizaba para movilizarse, también pensó en su hermana, en sus cosas, en su dinero. Jamás imaginó la magnitud del desastre.

Abandonó su fuente de trabajo y salió apresurado para poder ayudar a su familia. Cuando llegó, no pudo creer lo que sus ojos veían: su casa ya no estaba en su lugar, sus vecinos gritaban desesperados tratando de ingresar a sus viviendas para tratar de “salvar” lo que fuera posible, pero las autoridades no les dejaban. El peligro era demasiado alto.

“Por suerte mi madre ya había sido rescatada y mi hermana estaba bien, pero cuando llegué al lugar donde estaba mi casa y la vi caída, sentí una impotencia muy grande y empecé a llorar. Lo único que yo quería era entrar a rescatar mis ahorros; en ese momento ya no me importaba si la casa terminaba de caerse o no. Todos estaban en un alboroto total, era como una pesadilla. Yo no podía creer lo que estaba nos estaba pasando”, contó indignado.

Braulio y su familia no pudieron recuperar prácticamente nada, ni documentos ni sus ahorros, nada, salvo un par de prendas de vestir. “No hemos podido rescatar nada, sólo poca ropa que está machucada. Mi platita la perdí, me he quedado con lo que tenía en el bolsillo”.

Al lamentar lo que le pasó, Mollericona señala que todas las cosas que él tenía las había conseguido con mucho sacrificio y esfuerzo. “Perder todo es lamentable, sólo dan ganas de llorar. Yo ni sé cómo recuperaré mi dinero”.

El lugar de la tragedia.

Contó que su dueño de casa tampoco logró rescatar nada. “Ni él ni yo rescatamos nada y estar viviendo en carpas es lamentable. Por suerte, mi mamá y mi hermana están ahora en la casa de un familiar, pero eso es temporal. Luego mi mamá ¿dónde va a ir?, yo no tengo ingresos, de qué voy a vivir. Por eso pido apoyo de las autoridades”, dijo afligido.

Por la magnitud del deslizamiento, la casa que habitaba Mollericona fue arrastrada hasta la curva de la avenida Kantutani. “Lo que quedó de nuestra casa, ya desecha, ha aparecido 600 metros más abajo; es muy lamentable y triste lo sucedido”, explicó.

Braulio Mollericona contó que hay gente que sigue tratando de rescatar sus bienes. Él lo único que quiere es que su mamá esté bien y que pueda tener un lugar donde vivir. “Ya me he resignado”, dijo.

Gestos positivos

Pese a que su madre perdió su silla de ruedas en la desgracia, Braulio contó que hubo un buen gesto del Alcalde de La Paz. “Luego de lo sucedido, cuando vino el alcalde, yo personalmente le dije que mi mamá había perdido su silla de ruedas y al día siguiente la repusieron”.

Destacó también la solidaridad de la gente y la de los voluntarios que los atienden en las carpas. “Nos brindan comida, chocolate, leche; también recibimos donaciones, por ejemplo, hoy hemos recibido una donación de la iglesia Poder de Dios”.

Braulio contó que muchos inquilinos, anticresistas e incluso los dueños de las viviendas no sabían que ese sector de la ciudad fue antes un botadero municipal. “Al llegar a esta zona, nosotros no sabíamos que era relleno sanitario, tal vez ni los propios dueños sabían, si hubieran tenido conocimiento de ello no hubieran comprado el terreno ni mucho menos hubieran construido”, dijo.

El damnificado expresó a Brújula Digital que la Alcaldía no atendió a tiempo los reclamos de los vecinos. Explicó que había grietas y filtraciones y que el dirigente de la zona mandó notas al alcalde tiempo atrás, pero que no recibieron ninguna respuesta.

Contó que antes que sucediera el deslizamiento, el alcalde les dijo que no iba a pasar nada en el sector y que los geólogos iban a hacer un análisis y que harían conocer una respuesta hasta el miércoles 1 de mayo, pero lamentablemente la desgracia sucedió un día antes.

Mollericona dijo también que hay un trato diferenciado entre los damnificados por parte de las autoridades. “Los inquilinos y anticresistas estamos esperando la propuesta del alcalde de donde nos van a dar los terrenos para que el Estado pueda construir las viviendas. Ojalá se cumpla”, sostuvo.

Algunos dueños de casa están recibiendo casas de parte del Estado desde ayer.

La vida continúa

Braulio contó que tanto sus vecinos como él recién han empezado a sentir hambre. “Los primeros días no queríamos ni comer por todo lo vivido”. Es el damnificado de la carpa No 10 y mencionó que en la misma se encuentran ocho familias, por lo que es muy estrecho el lugar. “Hoy ha llovido y el agua se entró a la carpa y los colchones están mojados”, dijo.

“Pero lo importante es que estamos con vida y hay que seguir adelante. Les pediría ayuda a las autoridades y que no nos olviden”, recalcó.



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