Castillo se decantó por Mirtha Vásquez, vista como moderada, para reemplazar al polémico Bellido.
El rompecabezas de la política peruana altera sus piezas. El presidente Pedro Castillo sigue dependiendo de una precaria red de apoyos para garantizarse el imprescindible apoyo del fragmentado Congreso de Perú, que deberá dar o negar la confianza al nuevo gobierno que designó el pasado 7 de octubre.
La nueva primera ministra, Mirtha Vásquez, comienza este lunes en Lima las reuniones con los grupos políticos, con la difícil misión de recabar los apoyos suficientes para que el nuevo gabinete supere el trámite parlamentario.
Ya sabe que muchos de los congresistas de Perú Libre han decidido negarle la confianza.
Sería algo normal dentro del juego político si no fuera porque Perú Libre es el partido que llevó a Castillo al poder en las elecciones de junio.
Pero el entendimiento entre Castillo y Vladimir Cerrón, líder y fundador de Perú Libre, parece haberse roto con los últimos acontecimientos.
La crisis en el seno de Perú Libre se desató el 14 de octubre, cuando emitió un comunicado en el que anunció que no prestaría su apoyo al gobierno de Vásquez.
El comunicado afirmaba que "existe un inocultable giro del gobierno y su gabinete hacia el centro derechismo" y advertía de posibles medidas disciplinarias contra los miembros del partido que aceptaron sumarse al gabinete de Vásquez: Dina Boluarte, vicepresidenta y ministra de Desarrollo Social e Inclusión, y Bettsy Chávez, designada ministra de Trabajo.
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Ambas firmaron una carta a los militantes en la que defendieron su decisión de sumarse al Ejecutivo y criticaron que "la dirigencia se ponga de espaldas a la esperanza que encarna Perú Libre".
El propio Castillo lanzó lo que muchos interpretaron como una crítica a Cerrón: "Hoy hasta con un tuit piensan que se cambia el país, y así no es; el país se cambia trabajando".
Vladimir Cerrón acusa al gobierno de Castillo de haberse desviado del programa de izquierdas con el que llegó al poder.
El intercambio pareció confirmar que se desbordaron las tensiones latentes entre Castillo y Cerrón.
Según le dijo a BBC Mundo Ramiro Escobar, politólogo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, en Lima, "ya había unas diferencias en Perú Libre y ahora se ha abierto una línea de conflicto".
Yerel Vásquez, investigador del Instituto de Estudios Peruanos, no duda en hablar de "un cisma dentro de Perú Libre" y cree que "la gobernanza del país está chocando con los ideales de la izquierda más dura del sector de Cerrón".
Tras las elecciones los analistas advirtieron de que las tensiones internas serían uno de los principales problemas para Castillo.
Ya durante la campaña Castillo se fue alejando de algunas de las promesas electorales radicales que son esenciales para Cerrón y el sector más radical de Perú Libre, como la elaboración de una nueva Constitución y las restricciones a las actividades de las empresas que explotan los recursos naturales peruanos.
La designación como primer ministro de Guido Bellido, hombre muy cercano a Cerrón, llevó a muchos a la convicción de que Castillo se había sometido a las tesis del líder de Perú Libre.
Pero Bellido, investigado por presunta corrupción y apología del terrorismo, y que se prodigaba en mensajes contradictorios con las promesas de moderación y respeto a los inversionistas de Castillo, acabó apartado por el presidente, que puso en su lugar a Vásquez.
La salida de Guido Bellido desencadenó las protestas de la dirigencia de Perú Libre.
Yerel Vásquez (sin relación con Mirtha Vásquez) cree que "las tensiones habían llegado a un punto que perjudicaban la imagen del gobierno y las relaciones con el Congreso", que resultan claves para un presidente en minoría como Castillo.
Escobar indica que "Vásquez es una dirigente vista como dialogante y representante de una izquierda más moderada, que ya ha señalado que la reforma de la Constitución no es una prioridad".
Para el experto, Castillo transmite ahora la sensación de estar tomando "decisiones más autónomas''.
Aunque cuesta inferirlo de sus escasas declaraciones públicas, los expertos apuntan a que el presidente parece ahora más en la línea de los ministros de perfil más moderado de su gobierno, como el de Economía, Pedro Francke; el de Justicia, Aníbal Torres; y el canciller, Óscar Maúrtua.
El comunicado publicado por la dirigencia no obtuvo un apoyo unánime entre los congresistas de Perú Libre.
No fueron pocos los que, pese a las amenazas de expulsión de la bancada, anunciaron que darán su confianza al gobierno de Mirtha Vásquez, alegando que el país necesita superar la división y abordar los problemas que ha generado la pandemia de covid.
Hay que tener en cuenta que no todos los congresistas de Perú Libre pertenecen a la disciplina del partido. Algunos, como el propio Castillo, vienen del mundo de la educación, no son militantes y llegaron a la política de la mano del presidente. Son los más proclives a romper con las directrices impuestas por Cerrón.
Pero incluso algunos habitualmente alineados con las tesis de Cerrón, como Guillermo Bermejo, se desmarcaron del rechazo al nuevo gobierno.
"Todos saben de mi amistad, mi respeto y cariño a Vladimir Cerrón, y saben que he defendido al premier Bellido en más de una oportunidad, pero en esta opinión no estoy de acuerdo", dijo el congresista, que confirmó su apoyo al nuevo gobierno.
También llamó la atención que Dina Boluarte, considerada una de las más leales a Cerrón, aceptara sumarse a un gabinete que el fundador de Perú Libre rechaza.
Escobar cree que Boluarte ha dejado claro que "tiene una agenda política propia" y apunta a una de las claves que podrían estar detrás de la aparente pérdida de influencia del fundador de Perú Libre: "Ya fue condenado una vez y está procesado en otro asunto".
Un Congreso dividido coloca en posición muy inestable al presidente.
Si Mirtha Vásquez obtiene la confianza del Congreso será una derrota política para Cerrón y previsiblemente dibujará un realineamiento de fuerzas en el Congreso peruano, habituado en los últimos años a las maniobras inesperadas y a ver caer antes de tiempo al presidente de la República.
Pero aún no está claro que Vásquez cuente con apoyos suficientes y desde esta semana se dedica a negociar apoyos con fuerzas minoritarias, como el Partido Morado, Juntos por el Perú o Acción Popular, que podrían pedirle contrapartidas a cambio de su apoyo y cuyos intereses podrían ser difíciles de conciliar.
"La ruptura de Perú Libre pone en serios aprietos a Castillo, porque ya no puede contar con una bancada sólida de Perú Libre que vote como un bloque a favor del gobierno, sino que se verá obligado a establecer vínculos con otras fuerzas de centroderecha", pronostica Yerel Vásquez.
"Realmente, el gran reto del gobierno ahora es establecer alianzas con sectores que no son de izquierdas", concluye.
De que lo logre dependerá la estabilidad política de Perú.