La región es una de las que menor disponibilidad de vacunas tiene en el mundo, sólo por encima de África. “Habría que vacunar a más de 400 millones de personas antes de fin de año y no tenemos la posibilidad”, coincidieron especialistas
La mitad de Latinoamérica va a entrar en en las próximas seis semanas en la temporada de otoño y tiene por delante la posibilidad de una segunda o tercera ola.
Es el ideal a conseguir desde que se inició la pandemia, hace casi un año. Cuando la mayoría de la población esté inmunizada, al virus le costará trabajo encontrar individuos para infectar y la situación epidemiológica estará -según se cree- controlada.
Ahora, ¿tiene igual valor la inmunidad que alcanza quien contrajo la enfermedad que aquel que se vacunó? ¿Qué porcentaje de población debiera estar protegido para poder empezar a pensar en la vuelta a la “normalidad”? ¿Cuánto incide la baja tasa de vacunación en América Latina y la pronta llegada de la temporada de otoño/invierno en una segunda o tercera ola en la región?
La paradoja que el COVID-19 puso sobre la mesa es que las mismas preguntas que se hace la gente “común” tienen las mujeres y hombres de ciencia desde que el nuevo virus puso al mundo en vilo.
“Sin ninguna duda tenemos en América Latina un problema; somos la anteúltima región en el mundo en el acceso a las vacunas -la última es África- y esto no es una simple comparación sino que es la realidad según la que, para que las más de 600 millones de personas en Latinoamérica logren su inmunidad de rebaño tienen que vacunar al 70% de la población y lo que es importante es que se acceda rápidamente a esa vacunación debido a que las variantes que están circulando en el mundo ya lo hacen algunos países de la región”. Para el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) otro dato no menor es que “la mitad de Latinoamérica va a entrar en en las próximas seis semanas en la temporada de otoño y tiene por delante la posibilidad de una segunda o tercera ola y por lo tanto urge la necesidad de acceder a cientos de millones de dosis en las próximas 8 a 12 semanas y esto no está pasando”.
En palabras del vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, “sólo Chile, que había generado acuerdos oportunos, está por delante en la vacunación ya que está recibiendo más dosis y logrando alta tasa de vacunación, que no es lo que pasa en el resto de la región”.“En la Argentina se necesita que en marzo y abril se vacunen por lo menos con una primera dosis entre 12 y 15 millones de personas, que son los mayores de 60 años, además de todos aquellos que tienen comorbilidades -insistió en diálogo con Infobae-. De esa manera, a las cuatro semanas de la primera dosis bajarían la probabilidad de muerte si existe el pico epidémico que se iniciaría cuando comience la temporada de otoño-invierno en el país”.
También consultado por este medio, el médico infectólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, Omar Sued (MN 91262) evaluó que “es muy difícil dar una definición estándar de inmunidad de rebaño; podría hablarse de lo que ocurre en la mayoría de las enfermedades, pero en COVID-19 todavía no se sabe”. “Si uno piensa en una inmunidad de rebaño que se produce después de una infección en una gran cantidad de personas, la realidad nos sorprende con la segunda ola que se vio en Manaos (Brasil), donde el 70% de la población tenía serología positiva porque habían sufrido coronavirus antes pero una nueva cepa con mutaciones que no eran reconocidas por los anticuerpos que tenían estas personas generaron una nueva ola”, analizó, al tiempo que enfatizó: “Entonces podría ocurrir una situación en la que a pesar de que haya mucha gente que haya sufrido la enfermedad, como ocurrió por ejemplo en el barrio Mujica de la Ciudad de Buenos Aires, donde el 52% de las personas tiene serología positiva, se vuelvan a contagiar”.
Para Sued, “el segundo tema en la inmunidad de rebaño es hablar de personas vacunadas, y entonces para pensar en inmunidad de rebaño por vacunas con una vacuna que sea esterilizante, es decir que no produzca infección, se necesitaría entre un 75/80% de personas vacunadas por lo menos y ningún país del mundo excepto Israel ha logrado este nivel de cobertura de vacunas por lo que todavía no se sabe cómo se comporta eso a nivel de salud pública”.
Según Debbag, “el principal problema reside en la no disposición de vacunas, pero el problema no está sólo en las dificultades mundiales que ocurrieron en torno a la producción, sino a que los países no realizaron acuerdos tempranos para garantizarse el suministro de vacunas”. En ese sentido, para él “la inmunidad de rebaño no se va a lograr este año en la región; habría que vacunar a más de 400 millones de personas y no se tiene la disponibilidad”.
Y agregó: “Es un problema de inequidad en el acceso a las vacunas en la región por múltiples factores; factores que tienen que ver con las políticas sanitarias de los diferentes gobiernos y también con cuestiones que tienen que ver con el deterioro del sistema de salud de los últimos 30/40 años en relación a los procesos de transparencia en la realización de acuerdos y los sistemas de entrega de vacunas”.
- ¿Depende sólo del número de personas vacunadas? ¿Qué rol juegan las personas que adquirieron la inmunidad de manera natural por haber contraído la enfermedad?
- Debbag: Depende del grado de inmunidad comunitaria, ya sea por la vacuna o por haber contraído la enfermedad.
Como la mayoría de los gobiernos no hace programas eficientes de detección de personas infectadas y vacunan en sucio (sin saber qué personas tienen anticuerpos naturales) se requiere más de un 70/80% de vacunación de las poblaciones.
Las personas que adquirieron la enfermedad tienen inmunidad de manera natural y están protegidas -por lo menos hasta el momento los estudios que hay hablan de una inmunidad de ocho meses- por eso en países o regiones como la Argentina que no acceden rápidamente a millones de dosis de vacunas la alternativa en el mientras tanto es encontrar a las personas que han tenido la infección y no vacunarlas (postergar la vacunación hasta los tres o seis meses de adquirida la infección ya que hay estudios que demuestran que si se vacunan entre el tercero y el sexto mes tienen inclusive más título de anticuerpos que quienes recibieron dos dosis).
Para finalizar, Sued sumó una mala noticia: “Las vacunas son 100% eficaces en evitar la muerte pero no evitan la infección. Cuando se habla de que son 80/90% efectivas significa que va a haber un 10/20% de personas que pueden tener un COVID leve y que tienen PCR positiva y seguramente contagian, aunque no hay estudios todavía para ver el potencial de contagio de estas personas”.
“Hay que seguir esperando que la ciencia avance en conjunto con los planes de vacunación y seguir apelando a vacunar a la mayor cantidad de gente posible lo más rápido posible, sobre todo entre aquellos que tienen más posibilidades de morir como lo son los grupos de más de 60 años -sostuvo-. Esperamos que se vacunen estas personas para septiembre a más tardar pero eso dependerá de que la provisión de vacunas lleguen al país a tiempo”.