El ministro de Salud aseguró que la ciudad de Manaos atraviesa una situación crítica por la pandemia de coronavirus. Seis aviones de la Fuerza Aérea y lanchas de la Marina se desplazan hacia allí para auxiliar en el transporte de pacientes a otras regiones
Trabajadores de la salud transportan a un paciente al hospital Getulio Vargas,
El ministro de Salud de Brasil, Eduardo Pazuello, admitió el “colapso” que atraviesa la salud pública en el estado de Amazonas, principalmente en Manaos, la capital regional, como consecuencia del recrudecimiento en esa región de la pandemia de coronavirus.
“Manaos tuvo el peor momento de la pandemia en abril del año pasado. Hubo un colapso en la atención, que fue revertido. Ahora, estamos nuevamente en una situación extremadamente grave en Manaos”, declaró Pazuello durante el programa semanal del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en sus redes sociales.
Al lado del mandatario, el general Pazuello anunció que seis aviones de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) y lanchas de la Marina se están desplazando a la región para auxiliar en el transporte de pacientes a otros estados y de insumos médicos, principalmente de oxígeno, un ítem que incluso podría ser importado de Venezuela.
“Considero que sí hay un colapso en la atención de salud en Manaos, la fila para lechos (en unidades de terapia intensiva) crece bastante. Estamos hoy con 480 personas en la fila”, aseguró el ministro, quien resaltó las difíciles condiciones logísticas de la metrópolis incrustada en medio de la Amazonía.
“Es una conjunción de factores. Manaos es una ‘isla’ en medio de la selva amazónica. Brasilia es la última gran ciudad y está a tres horas de vuelo”, afirmó.
El agravamiento de la pandemia, que en Brasil acumula más de 207.000 muertos y 8,3 millones de casos confirmados, obligó al estado de Amazonas a declarar un toque de queda de once horas diarias a partir del pasado jueves en Manaos.
Vacunación
Pazuello se mostró confiado en la aprobación el próximo domingo por parte de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa, regulador) del uso en carácter de emergencia de las dos vacunas que se producen en el país: la del laboratorio chino Sinovac y la del anglo-sueco AstraZeneca con la Universidad de Oxford.
“Vamos a vacunar independientemente de cuáles sean las vacunas”, recalcó el ministro, para quien la “estrategia diseñada desde hace seis meses” está “en la cronología correcta”.
“En febrero entraremos con la producción en masa y, con nuestro PNI (Plan Nacional de Inmunización), de más de 45 años, vamos a ser el primer país con vacunaciones en el mundo, incluso por encima de Estados Unidos”, dijo Pazuello, quien rechazó las críticas por la supuesta falta de logística e insumos para la vacunación.
Según el funcionario, una única empresa de Manaos, de las muchas que fabrican jeringas, tiene capacidad para producir cinco millones de unidades por semana y el país cuenta con más de 60 millones de envases de vidrio para las dosis.
Para Pazuello, la vacuna Coronavac de Sinovac que la produce el estatal Instituto Butantan, adscrito al Gobierno del estado de Sao Paulo, “va a ser muy importante para no agravar la enfermedad, a pesar de la baja eficacia (50,4 %) en comparación con las demás vacunas”.
“Vamos a utilizar todas las vacunas aprobadas por la Anvisa”, añadió el ministro, quien adelantó que además del Instituto Butantan y de la también estatal Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), que producirá la de AztraZeneca, una empresa privada tendrá fabricación local de la Sputnik V, de Rusia.
Insistencia con hidroxicloroquina
Bolsonaro, por su parte, volvió a insistir en el uso de la hidroxicloroquina y otros medicamentos, cuya eficacia no ha sido comprobada por la comunidad científica, como parte del “tratamiento precoz” para los primeros síntomas.
“Tampoco está comprobado lo de los efectos colaterales. No le hacen mal a nadie. La Sociedad Europea de Cardiología ya descartó que la hidroxicloroquina cause arritmia. De la Presidencia unas 200 personas -yo mismo- se contagiaron y ninguna fue hospitalizada. Todos la usamos”, subrayó el jefe de Estado.
El mandatario, uno de los líderes mundiales más escépticos respecto a la gravedad de la pandemia, elogió a la ciudad de Porto Alegre, capital de Río Grande do Sul y una de las mayores del país, en adoptar ese tipo de medicamentos en la red pública para reducir el número de hospitalizaciones.
Bolsonaro repitió que “nadie será obligado a tomar la vacuna, es una decisión que voy a respetar”, pero advirtió que considerará la decisión de la Anvisa, “una agencia de Estado, independiente y autónoma” que certificará la “seguridad y eficacia, con tremenda responsabilidad” de las vacunas que serán usadas.