En el 99% de todos los casos positivos por COVID-19, los pacientes se recuperan de la infección y el cuerpo elimina el virus.
La vacuna producida por Moderna y el NIH de EE.UU., así como la vacuna de Oxford-AstraZeneca comenzaron los ensayos de fase III en julio.
El otoño se acerca en el hemisferio norte y muchos se preguntan si finalmente contaremos con una vacuna para enero de 2021.
Soy médico-científico y especialista en enfermedades infecciosas en la Universidad de Virginia, Estados Unidos. Allí atiendo a pacientes y llevo a cabo investigaciones sobre la covid-19.
Ocasionalmente me preguntan cómo puedo estar seguro de que los investigadores desarrollarán exitosamente una vacuna para prevenir la enfermedad, si todavía no contamos con una para el VIH, el virus que causa el sida.
A continuación te explico en qué etapa se encuentra la investigación actual, en dónde creo que estaremos en cinco meses y por qué puedes ser optimista en que se desarrollará una vacuna contra la covid-19.
En el 99% de todos los casos positivos por COVID-19, los pacientes se recuperan de la infección y el cuerpo elimina el virus.
Algunas de las personas que han contraído la enfermedad pueden permanecer con bajos niveles del virus en el cuerpo hasta tres meses después de la infección.
Pero en la mayoría de los casos, una vez pasados 10 días de haberse enfermado, estas personas ya no pueden transmitir el virus.
Por estas razones, debería ser mucho más fácil elaborar una vacuna para el nuevo coronavirus que para infecciones como el VIH, que el sistema inmunológico no puede curar de forma natural.
El SARS-CoV-2 no muta de la misma forma en que lo hace el VIH, por lo que es mucho más fácil de controlar para el sistema inmunológico o a través de una vacuna.
Una vacuna nos protegerá, en parte, alentando la producción de anticuerpos contra la espícula viral del SARS-CoV-2, el virus que causa la covid-19.
El virus necesita la espícula viral para pegarse e ingresar a las células humanas y reproducirse. Los investigadores han demostrado que los anticuerpos -como los que produce el sistema inmunológico de los humanos- se unen a la espícula viral, la neutralizan y evitan que el coronavirus infecte las células en el laboratorio.
Se ha demostrado en ensayos clínicos que las vacunas generan anticuerpos que evitan que las células se infecten
Al menos siete empresas han desarrollado anticuerpos monoclonales: anticuerpos fabricados en laboratorio que detectan la espícula viral.
Estos han entrado en la fase de ensayos clínicos para probar su capacidad para prevenir infecciones en personas que están expuestas a través de un contacto doméstico, por ejemplo.
Los anticuerpos monoclonales también pueden ser eficaces para el tratamiento. Durante una infección, una dosis de estos anticuerpos podría neutralizar el virus, dándole al sistema inmunológico la oportunidad de recomponerse y fabricar sus propios anticuerpos para combatir el patógeno.
Los anticuerpos pueden unirse y neutralizar el virus en muchos lugares de la espícula viral, lo cual es una buena noticia porque con tantos puntos vulnerables, será difícil que el virus mute evitando la vacuna.
Varias partes de la espícula necesitarían mutar para evadir los anticuerpos neutralizantes. Demasiadas mutaciones en la espícula cambiarían su estructura y la harían incapaz de unirse a la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2), clave para infectar células humanas.
Cuando los investigadores comprenden los posibles efectos secundarios de la vacuna y cómo evitarlos, esta se hace más segura.
Uno de los efectos secundarios observados en el pasado fue el aumento de la dependencia por la parte de los anticuerpos ante una infección. Esto ocurre cuando los anticuerpos no neutralizan el virus, sino que le permiten entrar en las células a través de un receptor destinado para los anticuerpos.
Los investigadores han descubierto que al ser inmunizados vía la espícula viral, se producen altos niveles de anticuerpos neutralizantes, lo cual reduce el riesgo de intensificación.
Un segundo problema potencial que presentan algunas vacunas es una reacción alérgica que causa inflamación en el pulmón, como se observó en personas que recibieron una vacuna del virus respiratorio sincitial en la década de los 60.
Este efecto secundario es peligroso porque la inflamación de los canales que transportan el aire en los pulmones puede dificultar la respiración.
No obstante, los investigadores ahora han aprendido a diseñar vacunas que evitan esta respuesta alérgica.
El gobierno de Estados Unidos está apoyando el desarrollo de varias vacunas a través de la Operación Warp Speed.
El objetivo de este programa es entregar 300 millones de dosis de una vacuna segura y eficaz para enero de 2021.
El gobierno estadounidense ha realizado una gran inversión, comprometiendo US$8 mil millones en siete vacunas distintas contra la covid-19.
Al respaldar múltiples vacunas, el gobierno está invirtiendo sobre seguro. Solo una de ellas debe demostrar ser segura y efectiva en ensayos clínicos para que una vacuna contra la covid-19 esté disponible para el pueblo estadounidense en 2021.
Las fases I y II prueban si una vacuna es segura e induce una respuesta inmunitaria.
Hasta la fecha, los ensayos de tres vacunas diferentes han arrojado resultados prometedoresy han logrado desencadenar la producción de niveles de anticuerpos neutralizantes en niveles de dos a cuatro veces más altos que los observados en personas que se han recuperado de covid-19.
La estadounidense Moderna, la británica Oxford y de la empresa china CanSino son las tres vacunas que han demostrado ser seguras durante los ensayos clínicos de fase I y II.
Durante un ensayo de fase III, el paso final del proceso, la vacuna es probada en decenas de miles de personas para determinar si funciona y previene la infección por SARS-CoV-2 de manera segura.
La vacuna producida por Moderna y el NIH de EE.UU., así como la vacuna de Oxford-AstraZeneca comenzaron los ensayos de fase III en julio.
Otras vacunas contra la covid-19 comenzarán la fase III en unas semanas.
La Operación Warp Speed ha pagado por la producción de millones de dosis de vacunas y apoya la fabricación de estas a escala industrial incluso antes de que los investigadores hayan demostrado su eficacia y cuán seguras son.
La ventaja de esta estrategia es que una vez que se demuestre que una vacuna es segura tras los ensayos clínicos de fase III, ya existirá una reserva que podrá ser distribuida inmediatamente sin comprometer la evaluación completa sobre su seguridad y eficacia.
Este es un enfoque más prudente que el de Rusia, que está vacunando al público antes de demostrar que la vacuna es segura y eficaz mediante la fase III.
McKesson Corp., el mayor distribuidor de vacunas en EE.UU., Ya ha sido contratado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) para que distribuyan la vacuna contra la covid-19 en los sitios donde la vacuna será administrada, como los hospitales y las clínicas.
Creo que es realista decir que sabremos en algún momento a finales de 2020 si algunas vacunas son seguras, qué tan efectivas son y cuáles deberían usarse para vacunar a la población en 2021.
*William Petri es profesor de Medicina en la Universidad de Virginia, EE.UU.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y está reproducido bajo la licencia de Creative Commons. Haga clic aquí para leer el artículo original.