Los expertos aceptan que cuando el uso de mascarilla no es viable —ya sea porque afecta demasiado la comunicación o por la razón que fuere— siempre es mejor utilizarla que ir con el rostro descubierto.
¿Mascarilla, pantalla o mejor usar los dos?
Con la flexibilización de las normas de confinamiento y la reapertura de tiendas, bares y restaurantes en numerosas ciudades del mundo, los cubrebocas se han convertido en una prenda de uso cotidiano.
En Reino Unido y otros países de Europa, por ejemplo, muchas marcas de ropa ofrecen mascarillas de tela reutilizables en distintos modelos, patrones y colores.
Sin embargo, en las últimas semanas, un nuevo elemento de protección ha empezado a verse en las calles: se trata de un protector o pantalla facial de plástico transparente, que hasta poco solo era utilizado por personal sanitario o en ambientes médicos u hospitalarios.
A simple vista, estos escudos protectores se ven más cómodos que las mascarillas: al no estar en contacto directo con la nariz y la boca se hace más fácil respirar, hablar, dan menos calor y, definitivamente, son menos claustrofóbicos.
¿Pero nos protegen en la misma medida que una mascarilla facial? ¿Podemos remplazar a una por otra?
Según un artículo de opinión publicado recientemente en JAMA, la revista de la Asociación Médica Estadounidense, estas pantallas tienen una serie de ventajas.
"Son cómodas de usar, protegen los portales de entrada del virus y reducen la potencial autoinoculación, ya que evitan que el usuario se toque la cara", dice el texto elaborado por el doctor Eli Perencevich, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Iowa, y otros dos investigadores.
A diferencia de los tapabocas no hace falta quitárselas para facilitar la comunicación, pueden reutilizase indefinidamente si no están averiadas, y limpiase fácilmente con agua y jabón o desinfectantes comunes, señala el artículo.
Los autores no abogan por el uso de esta pantalla como única medida pero sí consideran que puede ser un elemento más en una estrategia de contención del coronavirus que incluya el lavado de manos, la distancia social y el rastreo de contactos.
Por otro lado, añaden, las pantallas faciales cubren un área mucho más amplia del rostro, incluyendo los ojos, que son otra vía de entrada para el SARS-CoV-2.
Según un estudio de simulación de tos de 2014, una buena pantalla plástica puede reducir la exposición total a las gotas expulsadas por la tos y los aerosoles (las gotas diminutas) en un 96% a una distancia de 46 cm.
Pero, con los aerosoles más pequeños, el protector fue menos efectivo, bloqueando al 68% inmediatamente después de la exposición a la tos, y solo al 23% en los 30 minutos siguientes, ya que estos aerosoles más pequeños pueden quedar flotando bajo el visor, en el espacio donde se produce la inhalación.
En opinión de Julian Tang, profesor del departamento de Ciencias Respiratorias de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, las pantallas faciales son por lo general bastante efectivas, pero reconoce que compararlas directamente con las mascarillas quirúrgicas es difícil, y que los estudios que se han hecho hasta el momento solo lo han logrado de forma limitada.
Si las vamos a usar, lo más importante a tener en cuenta es "cuán lejos el protector se curva para cubrir las orejas (si queda un espacio los aerosoles podrían entrar por esa vía y provocar una infección) y qué tanto se extiende por debajo (para protegernos de los aerosoles flotantes que podemos inhalar bajo el protector)", le dice Tang a BBC Mundo.
Otro factor a tener en cuenta es que no quede un hueco en la parte superior, donde el visor se apoya sobre la frente, para reducir el riesgo de exposición a las gotas o aerosoles que pueden caer desde arriba.
Sin embargo, no todos los expertos coinciden en que las pantallas sean una buena opción, aunque aceptan que cuando el uso de mascarilla no es viable —ya sea porque afecta demasiado la comunicación o por la razón que fuere— siempre es mejor utilizarla que ir con el rostro descubierto.
Aaron Glatt, director del departamento de medicina del hospital Mount Sinai South Nassau, en Estados Unidos, cree que el beneficio de las pantallas varían según quién las use.
"Recomendamos su uso en el caso de un trabajador sanitario, por ejemplo, que debe entrar en la habitación de un paciente que tiene o se sospecha que tiene covid-19 y no lleva mascarilla", le dice a BBC Mundo.
"En ese caso, el potencial de que el paciente expulse partículas de virus es grande y es importante proteger los ojos del trabajador sanitario con gafas o con una pantalla facial, por encima de la mascarilla".
"Pero en un contexto comunitario, recomendamos la mascarilla (y no la pantalla), porque es más efectiva evitando que el virus se extienda a las zonas circundantes. Si la persona que usa el tapabocas está expulsando virus, las gotas quedarán atrapadas por la mascarilla".
En definitiva, "se trata de un mecanismo más efectivo", añade Glatt.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), tampoco recomiendan su uso en el contexto de la vida cotidiana o como sustituto para los cubrebocas de tela.
Pero en caso de que alguien decida usarlo sin una mascarilla debajo, debe asegurarse de que cubra los costados de la cara y se extienda por debajo de la barbilla.
Si bien las pantallas faciales impiden el paso de las gotas, como su contorno no está sellado a la cara, permite el paso de cierto número de aerosoles.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció recientemente, en respuesta a una carta abierta publicada por más de 200 científicos, que hay cada vez más evidencia de que el coronavirus puede propagarse por estas pequeñas partículas suspendidas en el aire.
"La transmisión aérea no puede descartarse en escenarios con multitudes o en lugares cerrados y poco ventilados", declaró el miércoles un representante del organismo.
Sin embargo, esta vía de transmisión, le explica a BBC Mundo Luis Ostrosky, profesor de enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina McGovern de UTHealth de Houston, EE.UU., no es la principal.
"Creemos que la ruta de transmisión primaria de la covid-19 es a través de las gotas, con lo cual hay dos formas de protegerse de ellas: una es cubriendo tu boca y tu nariz con una mascarilla, pero eso deja el resto de tu cara al descubierto".
"La otra es con una pantalla facial, que te cubre toda la cara", dice Ostrosky.
"Puede que los aerosoles contribuyan a la transmisión en ambientes cerrados, particularmente en situaciones como procedimientos médicos, pero ese es un un tema controvertido".
"Por eso hay un consenso creciente entre epidemiólogos de que la pantalla puede ser una muy buena alternativa para protegerse dentro un contexto comunitario".
En opinión de Ostrosky, son particularmente beneficiosas para los niños pequeños, por que dejan ver las expresiones faciales.
"Creo que serán un elemento clave para la reapertura de las escuelas".
La OMS, por su parte, señala que, para el público en general, las pantallas pueden considerarse como una alternativa en el caso de que haya una escasez de mascarillas no médicas, pero dice que son "inferiores a las mascarillas respecto a la prevención de la transmisión por gotas".
En el documento que sirve de guía para el uso de las mascarillas en el contexto de la covid-19, con fecha del 5 de junio, señala que las pantallas faciales pueden ser más fáciles de usar para personas con desórdenes de salud mental, problemas de desarrollo, sordera o dificultades auditivas y niños.