Masako, la "princesa triste" es esposa de Nahurito, el nuevo emperador japonés, que asumió el trono tras la reciente abdicación de su padre, el emperador Akihito. Masako deberá seguir la tradición de encargarse de la producción de gusanos de seda del Palacio Imperial.
Emperatriz Masako, la "princesa triste"
Vania Solares Maymura
En el mismo Trono del Crisantemo, en el ocaso de la primavera nipona, mayo podría ser para la nueva emperatriz de Japón, Masako, el mes en el que la reproducción de los gusanos de seda del Palacio japonés la inspiren a asumir el desafío de transformarse de oruga a mariposa monarca y símbolo de la demanda feminista en la Nación del Sol Naciente.
La alteza, a quien hace varios años el pueblo japonés le dio el apelativo de “princesa triste”, debido a que padece de una crónica depresión y pasa sus días como un capullo en una especie de metamorfosis a la inversa, ahora será la encargada de cuidar y alimentar, con hojas de morera, a los gusanos de seda de la granja imperial de sericicultura que produce los preciosos hilos de seda.
Desde el establecimiento de la granja en la Capullería Imperial Momijiyama, en 1871, ubicada en las colinas del Palacio Imperial de Tokio, las esposas de los emperadores, llamadas “emperatrices” en Japón, se ocupan de la cosecha de los capullos como parte de sus deberes ceremoniales, que están vinculados al sintoísmo, la cultura japonesa y la tradición.
En el caso de la emperatriz Masako, cuya depresión tuvo como origen la tensión que vivió durante años al no poder tener un hijo varón y soportar las estrictas reglas de la Agencia de la Casa Imperial, hoy desea, al iniciarse la era Reiwa (bella armonía) salir del “capullo” en el que está. En diciembre del año pasado se informó que Masako se recupera progresivamente y que su salud física y psicológica mejoran.
En 1993 se casó con el entonces príncipe Naruhito y para ser parte de la familia real tuvo que renunciar a una prometedora carrera diplomática. Masako, de 56 años, viene de una acomodada familia de profesionales. Estudió en la Universidad de Harvard, donde obtuvo la calificación “magna cum laude” en Economía y realizó cursos de especialización en las universidades de Oxford, Cambridge y Tokio. La emperatriz habla cinco idiomas.
Recién ocho años después de la boda, Masako dio a luz a una niña, la princesa Aiko, la única descendiente de la pareja imperial. Pero por ser mujer, no tiene derecho de ser nombrada sucesora del emperador. Por ello, su primo hermano, el príncipe Hisahito, de 11 años, será el futuro emperador. Hisahito es hijo de Fumihito, el hermano menor de Naruhito.
Nahurito, marido de Masako, es el nuevo emperador japonés desde que el 1 de mayo pasado su padre, el emperador Akihito, abdicó al trono, el primer monarca en hacerlo en 200 años. Hasta ese día, la esposa de Akihito, la emperatriz Michiko, era la encargada de criar las mariposas de seda del Palacio. Hoy Masako sigue esa tradición.
Un reciente reportaje del periódico El País de Madrid reveló que “los ciudadanos japoneses parecen ser conscientes del calvario por el que ha pasado Masako. Las encuestas indican que una clara mayoría de ellos (los porcentajes varían entre el 65% y el 80%) apuestan por un cambio de la ley que rige la Casa Imperial nipona para que las mujeres puedan también ocupar el Trono del Crisantemo”.
El País agrega que la sociedad japonesa parece estar mucho más adelantada que su Casa Imperial e incluso algunos ven en Masako un paradigma de los retos a los que se enfrentan las mujeres en el país. La participación de la mujer “en la política o en los consejos de administración de las empresas es mínima y su papel está muy vinculado al cuidado del marido, los hijos y la casa, circunstancia que trunca sus carreras profesionales”, añadió.
La investigación del diario español sostiene que “muchas mujeres y algunos hombres” se sienten identificados con actual emperatriz, “sea por la pérdida de oportunidades profesionales, la lucha contra una serie de valores conservadores o las expectativas familiares ante la maternidad. Irónicamente, y pese a años de encierro, quizás las circunstancias de Masako la ayuden a estar más cerca de los ciudadanos” ahora que es emperatriz.
Masako surge, como la promesa de una mariposa monarca, convertida en un símbolo de la lucha de las mujeres japonesas en una sociedad dominada por hombres.
El Trono del Crisantemo es la monarquía en vigor más antigua del mundo. En el mismo sentido que la Corona británica, el Trono del Crisantemo es un concepto metonímico abstracto que representa el monarca.
Tras la derrota de Japón en la segunda guerra mundial, el emperador no tiene ni voz ni voto en las cuestiones de gobierno. Según el artículo primero de la Constitución japonesa, promulgada el 3 de mayo de 1947, el monarca constituye un símbolo de la nación y de la unión de su pueblo.
Según la tradición, el imperio japonés fue fundado en el 660 a. C. por Jinmu Tennō. El registro histórico más antiguo se remonta hasta el emperador Ojin Tennō, quien reinó a principios del siglo V.
A las mujeres les está prohibido reinar desde mediados del siglo XX, pese a que antes de ello ocho emperadoras japonesas gobernaron en la historia. Ello se debe a que en la japonesa rige actualmente la ley sálica, que impide a las mujeres gobernar.
Aunque ahora la producción de gusanos de seda en el Palacio se orienta a la conservación de una milenaria tradición, debido a su elevadísimo precio, a larva de esta mariposa fue capaz en el pasado de originar guerras, retiradas de ejércitos, auges y caídas de dinastías e inclusive creación de rutas comerciales. Este lepidóptero, el Bombyx mori, conocido mundial e históricamente como el gusano de seda, estará ahora al cuidado de la nueva emperatriz Masako.
Vania Solares Maymura es periodista.