Promoción Empresarial|30|08|24|
La sequía que asola los cultivos de invierno de la zona Este de expansión y la zona Integrada de Santa Cruz ha mermado el rendimiento del trigo en 60% en comparación al año pasado y en 35% a diferencia de 2022, año que también estuvo marcado por la disminución de la productividad a causa la sequía. Tal es la afectación que los agricultores proyectan una producción no mayor a 50.000 toneladas y por ende, un incremento en las importaciones de grano y harina, además del contrabando, para satisfacer la demanda nacional, lo que significa una erogación de divisas que tanto necesita el país actualmente.
Tras la decaída campaña de verano 2023-2024, la situación de los productores cruceños ha empeorado. Los datos al 60% de la cosecha evidencian una situación crítica. “Este fracaso ha sido por falta de lluvias, mucha sequía. Pero, nosotros hace 20 años que venimos pidiendo al gobierno la biotecnología con transgénicos en trigo, maíz y soya; cuando nuestros vecinos Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay están hace años. Incluso Paraguay estaba por debajo de nosotros en soya y ahora produjeron el doble”, lamenta el pequeño productor Genaro Carreño, presidente de la filial en Cuatro Cañadas de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo).
En 2023 la producción total de trigo llegó a 136.000 toneladas de grano, que representaba un aumento de 31% con relación a la producción del invierno de 2022. Esto se debió a mejores condiciones de clima que hicieron que la productividad promedio fuese regular. Pero la caída de este año representa un retroceso productivo para los agricultores. “Este es un perjuicio no solamente para nosotros, sino para el país, porque con este grano no vamos a aportar nada a la soberanía alimentaria. Si no hay cosecha, se tendrá que importar más para que el país no pase por hambre. El trigo es la base para un alimento tan estratégico como es el pan”, alega Carreño.
Los cultivos de invierno en Santa Cruz (trigo, maíz, sorgo, girasol y chía) son parte del manejo sostenible de los agricultores y encuentran gran parte de su respaldo financiero en la producción de la soya de cada verano.
Por tanto, luego de las cuantiosas pérdidas productivas y económicas de verano 2023-2024 debido a la sequía, las proyecciones para estos cultivos se vieron mermadas de inicio, por los mismos efectos climáticos. De hecho, la superficie sembrada de trigo en la zona Este (Pailón, Cuatro Cañadas, San Julián y El Puente) este invierno solo llegó a 58.800 hectáreas, de las cuales el 96% resultaron afectadas por la sequía.
La situación no fue mejor en la zona Integrada (Okinawa y desde Minero a Peta Grande), ya que se trata de un sector con menos tradición de producción de este cultivo. La superficie sembrada solo llegó a 18.700 hectáreas, de las cuales un 33% resultaron afectadas y perdidas por la sequía.
“Hemos visto algunos campos que son de los últimos sembrados, y observamos que están gravemente afectados. Esta campaña de invierno ha sido desastrosa; los productores no pudieron sembrar lo esperado y el rendimiento ha sido muy bajo, entre 200 a 300 kilos por hectárea, lo que no cubre los costos de producción, ni la inversión realizada”, señala Luis David Cortez, técnico ANAPO.
Desde la Asociación, se advierte que la sequía está reduciendo drásticamente la producción de trigo en Santa Cruz, donde se concentra el 70% de la producción nacional. Por ello, se espera que el Gobierno autorice prontamente el proceso de aprobación del evento biotecnológico de Trigo HB4, que es tolerante a la sequía. La solicitud, acompañada de toda la información técnica, fue presentada en 2022 y, tras dos años, aún no ha recibido ninguna respuesta.
Además, subrayan que el aprobar este evento, podría permitir a los productores de Santa Cruz aumentar la producción, mitigando las pérdidas causadas por la sequía en los últimos años. Esta tecnología ya ha sido aprobada en los principales países productores de trigo del mundo, entre los que destaca Argentina, Brasil, Paraguay, Chile y, recientemente, Estados Unidos.