La renuncia de Morales se hizo oficial el domingo 10 de noviembre más o menos una hora después de que las FFAA hiciera su “sugerencia”. Sin embargo, en el libro “Volveremos y seremos millones”, publicado en 2020, el expresidente señala que tomó la decisión de renunciar un día antes, el sábado 9.
Raúl Peñaranda U.
Brújula Digital |28|03|21|
Diversos líderes del oficialismo insisten en señalar que en 2019 hubo un golpe de Estado, considerando que fueron las FFAA las que “sugirieron” a Evo Morales renunciar a su mandato. Sin embargo, en un libro de memorias publicado en Argentina en 2020, Morales señala que tomó la decisión de renunciar un día antes de la declaración de los militares.
El domingo 10 de noviembre de 2019, después de tres semanas de masivas protestas y manifestaciones opositoras, Morales renunció al gobierno. En su discurso de renuncia no hizo referencia a la frase “golpe de Estado” ni a la acción de los militares. Al día siguiente partió hacia México, tras los insistentes pedidos que Adriana Salvatierra y Susana Rivero hicieron en las reuniones organizadas por la Iglesia católica, NNUU y la Unión Europea destinadas a resolver la crisis que vivía el país.
La renuncia de Morales se hizo oficial el domingo 10 de noviembre más o menos una hora después de que las FFAA hiciera su “sugerencia”. Sin embargo, en el libro “Volveremos y seremos millones”, publicado por la editorial Planeta en Argentina en agosto de 2020, el expresidente señala que tomó la decisión de renunciar un día antes, el sábado 9.
“Antes de renunciar, bien lo medité. Pensé en tirarme monte adentro, selva adentro para gobernar” (…). Al día siguiente (el 10 de noviembre, NdR), la acción tan natural del movimiento campesino, de muchos sectores sociales, podría haber sido tomar el Palacio, la plaza Murillo. Y no sé si la gente civil de la derecha habría disparado, tal vez algunos sí, pero la Policía sí habría metido bala y el resultado habría sido una masacre”, cuenta en el texto según un resumen publicado por La Razón el 30 de agosto de 2020. El periodista Andrés Gómez recordó el sábado esa publicación.
“Yo evalué profundamente esto y no puedo ser responsable de una masacre. Informé a mis ministros, a mis compañeros, para evitar esa masacre, mejor renunciar, no por cobarde, sino por cuidar la vida. Repito: ni un muerto a bala durante el conflicto. Siempre hemos recomendado a la Policía cuidar las vidas, no disparar”, insiste Morales en el texto.
“Entonces dormí con la conciencia tranquila (el sábado en la noche NdR), la decisión de renunciar era un buen cálculo para evitar una masacre”, agrega en su libro, según la descripción de La Razón del 30 de agosto de 2020 y firmada por Rubén Atahuichi.
La Razón agrega: “Al día siguiente, 10 de noviembre, muy temprano se supo del informe preliminar de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre las elecciones del 20 de octubre. La conclusión fue que hubo serias irregularidades en el proceso, que ponían en tela de juicios los resultados”.
La versión de Morales en el libro confirma las declaraciones de Ricardo Paz y José Antonio Quiroga, entonces responsables de la campaña de Comunidad Ciudadana, en sentido de que mantuvieron una reunión a mediodía del domingo 10 con dos enviados del MAS: los hasta entonces ministro Manuel Canelas, y presidenta del Senado, Adriana Salvatierra.
La reunión se realizó en las oficinas de Quiroga y en ella, un par de horas antes de la declaración de las FFAA, Canelas y Salvatierra anunciaron que Morales había tomado la decisión de renunciar. La versión está contenida en un texto de Raúl Peñaranda publicado en el libro “La Revolución de Las Pititas”, editado por Página Siete.
Ahora, la dirigencia masista ha cambiado de relato y ha señalado que Morales fue forzado a renunciar. Para poder enjuiciar a la expresidenta Jeanine Añez por “terrorismo y sedición” se la acusa ahora también a ella de haber iniciado el golpe de Estado cuando era todavía senadora (el 10 de noviembre). Pero todos los elementos mencionados demuestran que eso es falso.
Tras la renuncia de Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera, también renunciaron los dos presidentes y primeros vicepresidentes de las cámaras alta y baja (todos integrantes del MAS). Por sucesión constitucional, y ante un vacío de poder de 48 horas, la segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Añez, ocupó la presidencia de Bolivia. La mayoría del MAS en el Legislativo sancionó como legal su designación mediante la ley que anuló las elecciones y, posteriormente, al aprobar la extensión de mandato de Añez.
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