|ANÁLISIS|La oposición se va plagando de precandidatos|Javier Viscarra|

Brújula Digital|24|02|24|

Javier Viscarra

Bolivia, como se sabe, enfrenta serios problemas económicos, desde la falta de dólares, hasta el elevado déficit fiscal, que se explica en gran parte en la subvención a los hidrocarburos. Pero si el panorama económico reviste preocupación, el político tampoco brinda una mejor perspectiva. Detrás del denso humo negro que esparce la pugna del MAS por la candidatura oficialista, hábilmente orquestada por un caribeño marketing político, la oposición se debate en una absoluta inoperancia.

“Yo también quiero ser candidato” es una de las frases que se ha empezado a multiplicar y que retumba por estos días en los atónitos oídos de muchos bolivianos que esperan las próximas elecciones generales de 2025.

Probablemente, la voz del rector de la Universidad Gabriel René Moreno, Vicente Cuellar, sea la que más llamó la atención al final del pasado año, sobre todo por la novedad.

Cuellar, surgido desde el movimiento cívico cruceño es la imagen de un hombre cauto, de manejo político sereno en situaciones de conflicto y, evidentemente, intelectualmente preparado como debe ser un líder de la academia. Por ello, la aparición de esa candidatura no ha provocado gran extrañeza, aunque sí el hecho de que sea él, personalmente, el que se haya anunciado como candidato.

Después del anuncio de Cuellar, varios otros personajes han decidido seguir el mismo camino de la autoproclamación. Hace unas semanas, Antonio Saravia, líder de un partido en formación, el Partido Liberal, también ha expresado públicamente su deseo de ser candidato presidencial. Sin embargo, después del anuncio no hubo novedades sobre el largo camino que representa conformar un nuevo partido.

Otro posible candidato, Rodrigo Paz Pereira, viene trabajando una posible candidatura presidencial, siguiendo los pasos de su padre, Jaime Paz Zamora, uno de los grandes líderes políticos en Bolivia. Paz Pereira, sin embargo, optó por un camino diferente, una larga campaña por diversos lugares del país y apariciones en diversos eventos antes de una proclamación. Sin duda, una tarea titánica que requiere muchísimos recursos.

El colectivo Bunker está en la recta final de un esfuerzo mediático para consolidar una candidatura. Sufre del mismo problema que muchos, la falta de un instrumento que lo respalde, y aunque hace algunos meses se anunció en plaza Murillo la firma de libros para sus adherentes, el tiempo parece jugar en contra y con ello las aspiraciones de Agustín Zambrana, que ya en julio del año pasado también anunció sus intenciones presidencialistas, o Willams Bascopé, que hizo lo propio desde los altos del legendario excine París.

Con estas figuras que tropiezan con escollos complicados quedan los conocidos políticos como Samuel Doria Medina, que sin duda goza de la capacidad como estadista para gobernar el país, pero que todavía está lejos de la preferencia electoral. Manfred Reyes Villa ha dejado saber implícita y explícitamente que no será candidato a la presidencia, pero en política todo es relativo. Su última aparición popular, emulando al legendario Freddie Mercury, no está precisamente destinada a fortalecer su administración municipal.

Finalmente, está Carlos Mesa, hasta ahora la única figura política de oposición que ha mantenido firme la idea de su repostulación. Tiene una agrupación política, Comunidad Ciudadana, aunque no con una estructura partidaria capaz de enfrentar un indispensable control electoral. Este 2025 podría ser su batalla final, pero solo si tiene la grandeza y capacidad de aglutinar a la oposición.

Como se advierte, ha comenzado la fiebre de candidatos, algunos tratando de encontrar desesperadamente la fórmula Milei o la de Fujimori, cuando apareció en la escena política inesperadamente. Sin embargo, la mayoría engrosará la vieja práctica de brillar en busca de plegarse al candidato elegido y obtener un curul parlamentario. A pesar de ser una verdad de perogrullo, no habrá ninguna posibilidad para la oposición si no se fortalece un instrumento político, con un programa de gobierno sólido.

Javier Viscarra es periodista, diplomático y abogado.