Este 9 de noviembre, el recientemente posesionado Rodrigo Paz Pereira nombró a 11 hombres y 3 mujeres (21%) en su primer gabinete ministerial.
Brújula Digital|12|11|25|
Sumando Voces, Mery Vaca
Desde 1952 hasta la actualidad, se registraron al menos 1.163 designaciones ministeriales, de las cuales 93 (8%) corresponden a mujeres y 1.070 a hombres (92%), según el Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer.
“Setenta y tres años después del voto universal, las mujeres bolivianas aún no conquistan el poder Ejecutivo”, señala una nota de prensa de la institución.
“Históricamente, la participación de las mujeres en los gabinetes ministeriales ha sido mínima; estos espacios o cargos de poder siguen siendo monopolio masculino, aunque las mujeres han demostrado amplia capacidad y liderazgo para cargos de decisión”, afirma la directora ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer, Tania Sánchez.
Este 9 de noviembre, el recientemente posesionado Rodrigo Paz Pereira nombró a 11 hombres y 3 mujeres (21%) en su primer gabinete ministerial. De esos cargos, los ministerios de Salud, Educación y “sin cartera” (turismo y gastronomía) son ocupados por Marcela Flores, Beatriz García y Cinthia Yáñez, respectivamente.
Una deuda de 73 años
Según el Observatorio, Alcira Espinoza fue la primera mujer ministra de Bolivia, en la cartera de Trabajo, durante el Gobierno de Luis Adolfo Siles Salinas, en 1969. Una década después, Ana María Romero de Campero fue ministra de Prensa e Informaciones, designada por Walter Guevara Arze (ver tabla adjunta).
El Gobierno de Lidia Gueiler, la primera mujer presidenta de Bolivia (1979-1980), tuvo una mínima presencia de mujeres, con solamente dos ministras frente a 37 hombres en las mismas funciones.
Con el retorno de la democracia, en 1982, el monopolio masculino en los gabinetes ministeriales se mantuvo: los dos primeros gobiernos (Hernán Siles Zuazo y Víctor Paz Estenssoro) no tuvieron a ninguna mujer entre sus 84 y 47 designaciones ministeriales, respectivamente.
En 1989, con una democracia que se iba estabilizando, Jaime Paz Zamora designó a tres mujeres entre sus 44 nombramientos (7%), y aunque parecía que el panorama mejoraba para ellas, el siguiente Gobierno (Gonzalo Sánchez de Lozada, 1993-1997) volvió a relegar a las mujeres al investir a 44 hombres en mandos ministeriales.
El final del siglo pasado y los inicios del nuevo trajeron mejores perspectivas para la participación política de las mujeres, a la par de las medidas afirmativas y la normativa favorable a la paridad que el movimiento de mujeres fue conquistando. Sin embargo, los avances solo fueron para el nivel legislativo de los órganos de representación política.
La organización afirma que llama la atención que el segundo mandato de Evo Morales (2009-2014) tuvo una importante presencia de mujeres durante todo el periodo y que fue del 39%. Incluso, durante dos años (2010-2011) las mujeres ocuparon la mitad de los ministerios como cabezas de sector. En tanto, la última gestión de Morales (2019) cerró solo con tres ministras en las 20 carteras de entonces, el 15%.
Durante el Gobierno transitorio de Jeanine Áñez, la segunda presidenta del país, se realizaron 37 designaciones ministeriales y se suprimieron tres carteras (Culturas, Deportes y Comunicación). Dichas designaciones recayeron en 29 hombres y ocho mujeres (22%).
Luis Arce
Finalmente, en la administración de Luis Arce (2020–2025) se realizaron 40 designaciones ministeriales, 33 hombres y solo 7 mujeres, lo que equivale a una representación del 15% para las mujeres.
En su gabinete inicial, posesionado el 9 de noviembre de 2020, apenas tres de las 16 carteras fueron encabezadas por mujeres. Las sucesivas recomposiciones del gabinete no cambiaron esa tendencia (ver tabla).
Poca presencia en ministros estratégicos
“Pero no se trata sólo de un problema numérico; las mujeres siguen siendo minoría en los gabinetes ministeriales y su presencia está concentrada, sobre todo, en áreas sociales como educación salud o cultura –como muestra, las recientes designaciones de Rodrigo Paz–. Aún son pocas las que acceden a ministerios vinculados con la economía o la toma de decisiones estratégicas. Este desequilibrio muestra que la paridad en el Ejecutivo sigue siendo una deuda histórica para avanzar hacia una verdadera igualdad en el poder político”, señala la coordinadora.
“Las cifras muestran una exclusión estructural: las mujeres están en el gabinete, pero no en el centro de las decisiones. La paridad no es solo presencia, es influencia”, puntualiza Sánchez, a tiempo de recordar que contar con mujeres con sensibilidad, ética y compromiso con la igualdad y la justicia en la gestión estatal fortalece la democracia.
“La paridad en los espacios de decisión posibilita que las políticas públicas reflejen las necesidades y demandas de más de la mitad de la población”, subraya.

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