Usted no dice nada acerca de la alternativa que planteamos. En cambio, se centra en las que considera fallas de imagen y estrategia de una forma ligera y no fundamentada. Critica la incursión de Samuel en TikTok, calificándola de “ridícula”, cuando fue un intento, bastante exitoso por cierto, de conectar con una audiencia más joven.
Sr. Robert Brockmann:
He leído su artículo “Elecciones: el precio de la incoherencia”, publicado en Brújula Digital, y me dirijo a usted para expresarle las profundas discrepancias que su texto ha suscitado en mí. Aunque usted se describe como “periodista e historiador”, su análisis me parece sorprendentemente carente de objetividad, entrando en una crítica que raya en lo arbitrario, lo personal y lo caricaturesco.
Al presentar a Samuel Doria Medina, mi esposo, y Marcelo Claure como “dos McPatos intercambiando guiños” usted reduce un hecho político serio a una burda caricatura; por tanto, no plantea realmente un argumento, sino que traslada a una columna periodística de un medio respetable el lenguaje trivial y dañino de las redes sociales. Su desdén por el apoyo de Marcelo Claure revela un prejuicio en lugar de un análisis serio sobre el papel de figuras públicas en una campaña política.
Su burla del equipo de Unidad Nacional, al describirlo como una “élite política e intelectual que asumió que su sola presencia bastaba para conferir legitimidad a cualquier cosa que toque”, es profundamente injusta con las decenas de personas que dedicaron su tiempo y talento a construir la propuesta más seria y coherente de este proceso electoral.
Usted no dice nada acerca de la alternativa que planteamos. En cambio, se centra en las que considera fallas de imagen y estrategia de una forma ligera y no fundamentada. Critica la incursión de Samuel en TikTok, calificándola de “ridícula”, cuando fue un intento, bastante exitoso por cierto, de conectar con una audiencia más joven.
Es innegable que la política es un campo de aciertos y errores, y el proyecto de Unidad no estuvo exento de ellos. Pero, su crítica parece ignorar el propósito fundamental que se levantaba detrás de esta iniciativa: el deseo de mejorar el país en el que usted y yo vivimos.
La facilidad con la que usted, desde la comodidad de su pluma, emite juicios mordaces, me lleva a reflexionar sobre el papel de los “intelectuales”. Es sencillo criticar desde el balcón, señalar errores, “dobles raseros” y “fariseísmos” sin haber asumido el riesgo ni la responsabilidad de un rol activo y protagónico en la política. O al menos sin aquilatar sus riesgos y sinsabores.
Su artículo ejemplifica esta actitud: en lugar de aportar a la discusión de fondo sobre las propuestas y la visión de país, usted se limita a señalar la “falta de ángel y carisma” de un líder. Esta perspectiva empobrece el debate, posiblemente lo divierta a usted, pero es periodísticamente incorrecta, porque basa toda una columna en una opinión personal que, además, repite los mantras de la “guerra sucia” que tuvimos que sufrir y que usted ni siquiera menciona en su supuesta evaluación de las elecciones.
Atentamente,
Nidia Monje de Doria Medina