El discurso del presidente Luis Arce en conmemoración de los 200 años de fundación de Bolivia, pronunciado este 6 de agosto desde la histórica Casa de la Libertad en Sucre, provocó un amplio rechazo por parte de analistas políticos y económicos, quienes coincidieron en que el mensaje estuvo marcado por el triunfalismo, la ausencia de autocrítica y una débil conexión con la crisis que vive el país.
Brújula Digital |06|08|25|
El discurso del presidente Luis Arce en conmemoración de los 200 años de fundación de Bolivia, pronunciado este 6 de agosto desde la histórica Casa de la Libertad en Sucre, provocó un amplio rechazo por parte de analistas políticos y económicos, quienes coincidieron en que el mensaje estuvo marcado por el triunfalismo, la ausencia de autocrítica y una débil conexión con la crisis que vive el país.
El analista político Marcelo Silva lamentó la superficialidad del mensaje presidencial. “Todos esperábamos un discurso trascendental, a la altura de los 200 años de Bolivia. Sin embargo, lo que recibimos fue una exposición rápida de supuestos logros, algunos muy cuestionables como la lucha contra el narcotráfico y la seguridad, sin contexto ni autocrítica”, afirmó.
Silva subrayó que el presidente evitó abordar de frente la crisis económica. “Solo mencionó de forma marginal los problemas del dólar y los carburantes, pero no habló de los efectos estructurales ni de cómo el país podría salir de esta situación. No propuso ninguna visión de futuro”, añadió.
Para el analista Diego Ayo, el mensaje fue una reiteración de un estilo “mecánico, omnipotente y triunfalista” que Arce ha repetido desde el inicio de su gestión. “No hay variación, es un presidente que se encapsuló en un mundo paralelo. Lo más grave es que no tiene idea de lo que pasa o, peor aún, lo finge con total cinismo”, denunció.
Ayo fue más allá y cuestionó la lógica del presidente: “Estamos frente a una crisis económica devastadora, con más de 5,5 millones de bolivianos en situación de pobreza, una caída del PIB que puede rondar los 20 mil millones de dólares, y el presidente actúa como si nada pasara. Si ve a alguien migrando por falta de empleo, diría que va de vacaciones; si ve a un pobre, dirá que hace dieta. Es una reinterpretación sádica de la realidad”, sentenció.
El analista político Carlos Alarcón destacó que el verdadero juicio sobre el contenido del discurso lo hará el próximo gobierno. “Será entonces cuando sepamos cuánto realmente se invirtió, cuánto se transformó y cuánta deuda se acumuló. Este discurso será evaluado a la luz de los resultados que Arce deja”.
Alarcón también observó una visión parcial y sesgada de la historia boliviana. “El presidente privilegió una lectura desde los movimientos sociales, ignorando deliberadamente otros procesos históricos. Además, omitió por completo los 15 años de gobierno de Evo Morales. Ni una mención. Arce intenta presentarse como el heredero legítimo del proceso de cambio, pero sin Evo en la narrativa”, señaló.
El economista Gonzalo Chávez fue tajante. “El discurso de Arce demuestra que la historia le quedó muy grande. Fue una interpretación ideológica, escolar, centrada en una visión de lucha de clases, sin profundidad ni soluciones reales”.
Chávez criticó el enfoque limitado del mensaje porque en lugar de hablar de los desafíos económicos, de la destrucción del sector hidrocarburífero, del colapso del sistema educativo o de la crisis fiscal, “el presidente se mandó flores a sí mismo. No mencionó a los ciudadanos que hacen fila todos los días, ni a los jóvenes sin oportunidades”.
Además, señaló que el gobierno ha debilitado las instituciones económicas. “Convirtieron al Banco Central de Bolivia (BCB) en un apéndice del Ejecutivo para financiar la ineficiencia. Estrangularon el sistema educativo, dilapidaron los recursos y están llevando al país a un apagón eléctrico, porque el 70% de la generación depende del gas que ya no hay”.
El economista Armando Ortuño expresó su decepción con el discurso. “No fue un mensaje de unidad ni de reflexión histórica. Se esperaba un tono distinto, centrado en los logros del país a lo largo de dos siglos y en los desafíos del futuro. Pero el presidente prefirió defender su gestión y evadió los temas incómodos”, declaró.
Ortuño apuntó que la falta de autocrítica y la rigidez ideológica fueron evidentes. “Solo dedicó una frase a los problemas económicos que aquejan al país desde hace años. El mensaje reflejó la dificultad del presidente para salirse de su marco ideológico y asumir la realidad económica de Bolivia”, dijo.
BD/AR/LE