Los empresarios creemos que es fundamental trabajar juntos para asegurar la inclusión de nuestro país en este proyecto. Con diálogo, inversión y promoción, podemos hacer que el tren bioceánico sea una realidad y contribuya al desarrollo económico de Bolivia.
Brújula Digital|19|06|25|
Rolando Kempff
La idea del tren bioceánico que vincule los océanos Atlántico y Pacífico, facilitando el comercio internacional y la integración regional, ronda en esta parte del mundo desde la primera década de este siglo.
Uno de los objetivos fue unir los puertos de Santos, en Brasil con Ilo, en Perú, vinculando a estos dos países con el nuestro mediante una red logística eficiente que facilite el transporte de mercancías, lo que redundaría en beneficio para las exportaciones y la economía regional.
Otros objetivos estratégicos del proyecto del tren bioceánico fueron conectar los mercados de América del Sur con Asia y facilitar el comercio entre países del Mercosur.
Además de convertirse en una alternativa estratégica frente a la mediterraneidad, estaba el beneficio de reducir los costos logísticos y optimizar el transporte de mercancías, reduciendo tiempos.
También habría impulsado la modernización de las redes ferroviarias bolivianas, mejorando la conectividad con los países vecinos y fortaleciendo nuestras relaciones internacionales.
Bolivia era un país clave en este ambicioso proyecto y había que enfrentar varios retos, como la necesaria coordinación con otros países y los elevados montos de inversión requeridos. Su realización habría generado grandes oportunidades para Bolivia y la región.
Ahora, ya pasados más de 10 años de la presentación del proyecto del Corredor Bioceánico, éste enfrenta varios desafíos que están cambiando su composición, como la inestabilidad política y los bloqueos en Bolivia.
La declaración conjunta Bolivia-Brasil hablaba de vías multimodales de conectividad ferroviaria, fluvial y aérea que impulse la integración. Sin embargo, lastimosamente, las prioridades cambiaron, dejando de lado ese objetivo.
Ahora, China, junto a Perú y Brasil delinean la nueva ruta del tren bioceánico sin que pase por Bolivia. ¿Qué pasó para que dejen a nuestro país fuera de ese proyecto? Para muchos se trata de una injusticia, pero en realidad es el resultado de errores cometidos durante mucho tiempo.
El IBCE ya lo advirtió en 2022, cuando dijo que Bolivia se quedaba fuera del tren bioceánico, y no por casualidad, sino por tres causas básicas:
- Insuficiente infraestructura vial. Nuestro país nunca construyó las conexiones necesarias para integrarse plenamente a los corredores logísticos. Mientras Brasil y Perú modernizan autopistas, ferrovías y puertos con ayuda china, Bolivia sigue dependiendo de rutas deterioradas.
- Falta de políticas públicas claras y consistentes. Las decisiones gubernamentales del Gobierno boliviano han sido erráticas, demostrado una falta de continuidad, lo que espanta a los inversionistas.
Los transportistas de países vecinos, como Perú o Brasil evitan cruzar el territorio boliviano por temor a quedar varados por días o incluso semanas.
Paraguay, Argentina y Chile, excluidos del primer proyecto de tren bioceánico, junto al Brasil ya tienen el segundo proyecto, del que también excluyeron a Bolivia.
A mediados de mayo de este año, en el IV Foro Ministerial CELAC-China, la canciller Celinda Sosa solicitó considerar la inclusión de Bolivia en el Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración, que impulsa la nación asiática para conectar los océanos Atlántico y Pacífico a través del puerto de Santos, en Brasil, y el de Chancay, en Perú.
Una de las principales ventajas del tren bioceánico es que podría reducir significativamente los costos y tiempos de transporte de mercancías, lo que beneficiaría a los exportadores e importadores de la región. Además, el proyecto podría generar empleos y estimular el crecimiento económico en las zonas por donde pase el tren.
Asimismo, al mejorar la conectividad y reducir los costos de transporte, el tren bioceánico podría aumentar la competitividad de las empresas de la región en el mercado internacional.
Sin embargo, el proyecto también enfrenta desafíos y retos, como la necesidad de coordinar los esfuerzos de los diferentes países involucrados, y garantizar la viabilidad financiera del proyecto. A pesar de estos desafíos, el tren bioceánico tiene el potencial de ser un proyecto emblemático que impulsa el desarrollo y la integración regional.
El tren bioceánico es una oportunidad única para Bolivia. Los empresarios creemos que es fundamental trabajar juntos para asegurar la inclusión de nuestro país en este proyecto. Con diálogo, inversión y promoción, podemos hacer que el tren bioceánico sea una realidad y contribuya al desarrollo económico de Bolivia, con el acceso a los puertos del Pacífico de manera eficiente, principalmente al puerto de Chancay.
Rolando Kempff Bacigalupo es licenciado en economía de la UMSA, doctor Ph.D. en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina, académico de Número de la ABCE y presidente de la Federación de Empresarios Privados de La Paz.