|OPINIÓN|Frente al fraude, unidad y control ciudadano|Conade|

Brújula Digital|15|06|25|

Pronunciamiento de Conade

Que enorme contraste entre las imágenes de la población recibiendo con pañuelos blancos a las fuerzas del orden en Llallagua, y las de los ciudadanos californianos resistiendo con resiliencia la toma militar de sus ciudades por parte de la Guardia Nacional de Estados Unidos. Las primeras reflejan el sentimiento creciente de los bolivianos de rechazo al autoritarismo y a la mentalidad –y práctica– delincuencial del poder, que genera y alimenta la violencia. Las segundas muestran el desconcierto y el temor de una sociedad acostumbrada a vivir en democracia, ante la irrupción de un poder autoritario, con mentalidad segregacionista y delirante, desde el Gobierno de la primera potencia occidental.

Estos contrastes confirman que la crisis de la democracia es una realidad global. En nuestro caso, la situación reviste un grado exacerbado de urgencia, debido a que amparados en demandas legítimas de la ciudadanía, el evismo intenta crear convulsión.  Quienes gobernaron durante 14 años no terminan de comprender que deslegitimaron su “revolución y proceso de cambio” con cada uno de sus actos delincuenciales. Por tanto, no se trata ya de un actor político, como pretende Evo Morales, sino de un prófugo de la justicia. Solo tiene fuerza donde impera el narco poder; el resto del país lo repudia y exige que pague en prisión por sus múltiples delitos.

Frente al atentado contra la vida de compatriotas –policías y civiles– por parte de grupos armados irregulares promovidos por Evo Morales, reiteramos nuestra condena a estos crímenes de lesa humanidad. Expresamos nuestras sentidas condolencias a las familias de las víctimas y exigimos que estos delitos no queden en la impunidad. El Ministerio Público debe iniciar de inmediato el juicio penal contra los autores materiales e intelectuales.

La verdadera defensa de la democracia no promueve la violencia, sino el diálogo, el consenso y los acuerdos. Nunca debe fomentar la división de la sociedad, sino propiciar el pluralismo en todos los planos: ideológico, socioeconómico, étnico, religioso o cultural. Por ello, reafirmamos la sabiduría del ciudadano de a pie, urbano y rural, que hoy exige unidad para superar la crisis política, económica, social e identitaria.

La clase política, sin embargo, interpreta esta vocación ciudadana a su manera y termina acomodándose en la vieja cultura electoralista, empujada por la urgencia del calendario y la falta de nuevos liderazgos. Con la desaparición de los partidos como instituciones, hoy solo quedan grupos de interés que han obstaculizado la demanda ciudadana de unidad, debilitando así la posibilidad de conformar un nuevo gobierno sólido desde la oposición. Tampoco han sido capaces de impulsar una auditoría y ajuste del padrón electoral que restaure la credibilidad del electorado.

Mientras tanto, el MAS, aunque aún en el Gobierno, no tiene posibilidad real de victoria: su caudal electoral apenas alcanza para conservar su personería jurídica. Incluso la versión que representa la alcaldesa de El Alto, similar al modelo MORENA, no tiene base suficiente. La única forma de cohesión pragmática del masismo gira en torno al presidente del Senado, quien no logra emanciparse de su mentor e impulsor. A este bloque, por supuesto, no le preocupa el estado del padrón electoral.

Todo este cuadro revela la persistencia del recurso al fraude electoral como estrategia para reproducir el poder y, sobre todo, para garantizar la impunidad de sus actores. No hay sorpresa. Por eso, una vez más, la sabiduría popular exige con fuerza la construcción de un ejército ciudadano por la paz y la democracia: una extensa red de apoyo a todos los partidos democráticos, que ejerza derechos y garantías mediante el Control Electoral Ciudadano.

Esta iniciativa de base se expresa en la construcción simultánea de herramientas sociales y tecnológicas para organizar y facilitar el proceso. Afortunadamente, estas iniciativas están convergiendo hacia un sistema único, organizado de manera independiente pero coordinada con los actores efectivos del proceso electoral. El Comité Nacional de Defensa de la Democracia junto a instituciones de la sociedad civil, universidades, colegios profesionales, fundaciones, centros de estudios, plataformas ciudadanas, estudiantes y voluntarios avanzamos sin pausa, con una cifra creciente de organismos que ya activan la organización y puesta en marcha de esta red.

Por todo ello, convocamos de manera conjunta a otras organizaciones democráticas y a la ciudadanía en general a sumar esfuerzos, aportando ladrillos al Muro Antifraude Electoral que estamos construyendo de forma participativa.

Comité Nacional de Defensa de la Democracia.